El poder es una ironía, uno se encuentra de pronto rodeado de unos privilegios que no había soñado. Poder significa hacer lo que te viene en gana y pensar que lo que haces te dignifica; el poder te da libertad e incluso la libertad de elegir quién es o son los que te acompañan. Esta ironía del destino se puede volver una pesadilla de futuro cuando el hecho de gobernar no sólo va acompañado de graves problemas de entrenamiento, sino que además conlleva, en el caso de Cultura, una supeditación política.

Nuestro consejero no sólo no nació, culturalmente hablando, con ese bagaje callejero, con todo el aprendizaje que se necesita para posicionarse en las varias áreas a las que se ha enfrentado. Los comienzos con Leo Bassi, los pasos dados con Karavatic, con el slogan Murcia No-Typical, sus devaneos con los restos de la movida madrileña, sus viajes de ida y vuelta a Ceutí, sus Arcos y otras ferias no han servido para

posicionar a ningún artista murciano y tampoco para aclarar el panorama artístico internacional, ya que todos sabemos a estas altura que odiseas como Manifiesta sólo son un negocio que pasa y se va, como en el film de Berlanga. Sin duda que nuestro consejero debe de tener en su interior respuesta para todas y cada una de las tonterías que ha cometido, y algunos no dudamos que también tenga inteligencia para corregir estos defectillos que han dejado las arcas de Cultura sin un duro y, lo que es peor, sin un tejido y entramado artístico para salir, no ya de la crisis provocada por sus amigos de partido, todos sabemos por qué, sino de empezar a rehacer la madeja de la cultura en la Región.

Siempre hemos pensado que ambas cosas son factibles, y el consejero no puede ni debe mirar hacia otro lado y borrar de un brochazo, como diría un pintor, las esperanzas de todos los estudiantes que comienzan a luchar en su camino de artistas; no puede gastarse un dinero que era de todos nosotros en chorradas que han servido de poco, como él mismo ha testificado; no puede, tal como va todo, cerrar centros y espacios de arte que son la vena por donde las obras y la vida de los artistas corren; no puede dejar sin subvenciones a entidades, salas, bibliotecas y un sinfín más de recortes que hacen que esta ciudad se encuentre bajo mínimos en educación, cultura, civismo, etc.

Señor consejero: No sé que problema de identidad anida bajo ese cuerpo de hombre bonachón al que todos hemos abrazado y estrechado a veces; ni sé tampoco si es mala o buena, lo que si sé es que ha estado equivocándose y que sería bueno para la sociedad murciana que reflexionara sobre si quiere usted seguir ayudando a la cultura o si por el contrario lo va a echar todo por la borda como están haciendo algunos de sus vecinos de asiento.