La Opinión de Murcia

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Crítica

'Parliament', la serie: aprender sobre la UE con una sonrisa en la boca

La ficción creada por Noé Debré tiene el doble interés de ser divertida y, al mismo tiempo, didáctica

La serie 'Parliament' se puede ver en Filmin. L.O.

Por cuestiones que no vienen al caso, la semana pasada estuve en Helsingborg, una ciudad sueca en la que se celebró un buró político de la CRPM (Conferencia de Regiones Periféricas y Marítimas). Resumiendo mucho, se trata de un encuentro de representantes políticos y técnicos de la Unión Europea que ponen en común intereses para poder influir en la legislación de Parlamento Europeo.

A todo esto, que llega la hora de comer. Me siento en una mesa con cinco personas llegadas de todos los rincones de Europa a las que no había visto en mi vida. Y por aquello de romper el hielo se me ocurre comentar: «¿Alguien ha visto la serie Parliament?». Dos chicas a mi lado, una francesa y la otra italiana, soltaron con una carcajada al unísono. «Precisamente estábamos hablando de eso», me dijo una de ellas. Resulta que, en aquel buró político, que hasta que estuve en uno no sabía exactamente lo que significaba eso de ‘buró’, hice amigos precisamente a través de Parliament. Todo el mundo la había visto o la estaba viendo y a todos les encantaba.

Pero empecemos por el principio. Parliament es una serie que podemos ver en Filmin, que no es la plataforma más popular, pero, honestamente, a mí me parece de las más interesantes. La cuestión es que Parliament es una serie belga que nos cuenta la historia de Sammy (Xavier Lacaille), un becario que llega a Bruselas para trabajar como asistente en el Parlamento Europeo.

Sammy, como el espectador medio, no tiene muy claro cómo funciona la maquinaria interna de la Unión Europea y aquí reside, de entrada, su principal acierto. La serie es un chiste detrás de otro del entramado político de las instituciones europeas, porque, desgraciadamente, pocos saben al detalle cómo funciona esta institución. Y Sammy tampoco.

Obviamente hay que tener un poco de interés por la cuestión, quiero decir, a quien le importe un bledo la Unión Europea y su propia razón de ser que no vea Parliament y que siga destinando su dinero a lo que considere oportuno. Pero lo cierto es que la serie creada por Noé Debré tiene el doble interés de ser divertida y, al mismo tiempo, didáctica. Quiero decir, por poca atención que uno preste a la serie, enseguida se dará cuenta de algunos de los recovecos que implica la Unión Europea.

Además, los chistes ácidos hacia los miembros (y exmiembros) de la UE son brutales, siempre que uno esté dispuesto a reírse de sí mismo. Un político negrero te puede mandar al infierno, pero si está de mal humor te mandará a Luxemburgo; Alemania paga a los demás países para que sean sus amigos, los ingleses son retratados como unos mentecatos que solo ven banderas británicas por todos sitios y los españoles nos rasgamos las vestiduras sin nos tocan un solo derecho de pesca, aunque estemos hablando de tiburones y en las costas españolas no haya demasiados.

Tengo que reconocer, eso sí, que a veces tengo la sensación que Parliament podría ser más divertida, solo de imaginar lo que podrían haber hecho por ahí los Hermanos Marx o los Monty Python me hecho a temblar, pero quizá un acierto de esta serie sea que no pierda los papeles. Es decir, que, a pesar de sus situaciones absurdas, todo resulta moderadamente realista, sobre todo, y esto es interesante, porque Parliament es una de las pocas producciones audiovisuales que han obtenido permiso para rodar en los centros neurálgicos de la Unión en Bruselas y Estrasburgo.

Lo bueno que tiene Parliament es que nos creemos (más o menos) lo que pasa porque resulta verosímil y, al mismo tiempo, juega con los tópicos de la política internacional, sobre todo la europea. Como cuando un personaje se deja olvidada una maleta en un comedor y se activa el protocolo de terrorismo ante un objeto sospechoso. Los artificieros corren a examinar la maleta y desde el Parlamento se asegura que la UE no se doblegará ante las amenazas terroristas, aunque no se descarte que todo sea cosa de un despiste y que alguien haya olvidado su maleta en el ligar menos idóneo. Por lo visto en la UE de Parliament una cosa así no es descabellado que pudiera ocurrir.

La realidad, en cambio, no es esa. Créanme, en Bruselas y Estrasburgo la gente curra y muy en serio. Lo hacen allí, pero también desde aquí, desde la Región de Murcia, y yo descubrí hace poco que tenemos gente muy capaz defendiendo nuestros intereses en Europa. Parliament nos hace mirarnos a nosotros mismos como entidad global dentro de un proyecto que sigue siendo de futuro y que no siempre ha estado muy claro entre los propios ciudadanos de la Unión Europea. Nos beneficiamos de ella casi sin darnos cuenta, como, por ejemplo, cuando viajamos sin necesidad de atravesar controles de acceso entre estados miembros.

La UE influye en la legislación de los países que la componen en un 20 o un 30 por ciento, cuando no en un 80 por ciento. Decide o influye de forma decisiva en lo que vale nuestra moneda o en lo que cuesta nuestra vida y, aunque no lo crean, defiende los intereses de todos nosotros, aunque ahora estemos en un bar tomando un café pensando en las elecciones andaluzas. Todo está conectado con la Unión Europea, y si además nos reímos un poco de nosotros mismos, de nuestra ignorancia al respecto y esto nos sirve para que aprendemos un poco sobre esta institución, pues oiga, Parliament me parece una de las mejores series que podemos ver ahora mismo.

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