La Opinión de Murcia

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Crítica

'Calls', terror a golpe de audio

Confeccionar una ficción sin ver absolutamente nada es, sin duda, una propuesta arriesgada. O está extraordinariamente bien hecha o la cosa puede resultar un desastre de proporciones bíblicas

En 'Calls' solo se ven ondas de voz de los personajes que hablan entre sí a través del teléfono L.O.

Les voy a confesar algo. Había previsto escribir esta semana sobre una serie realmente insólita, pero no me atrevía. Es que la cosa es complicada. Es más, no sé qué foto van a poner los compañeros para ilustrar esta humilde columna. Veamos. La serie en cuestión se titula Calls, y la podemos ver en Apple TV. Cada capítulo dura de media quince minutos y, no se crean, son muchos minutos para una serie en la que no se ve nada.

Es decir, sí, en la pantalla vemos cosas, pero únicamente ondas de voz de los personajes que hablan entre sí a través del teléfono. En esencia, no vemos nada, simplemente rayitas que se mueven al ritmo de lo que dicen los personajes.

Ustedes pensarán, y con toda la razón del mundo, que esa serie la va a ver el gato. Y no les quito yo razón. Confeccionar una ficción sin ver absolutamente nada es, sin duda, una propuesta arriesgada. O está extraordinariamente bien hecha o la cosa puede resultar un desastre de proporciones bíblicas.

Yo me acerqué a Calls con mucha prudencia, lo voy admitir. Me preocupaba que me tomaran el pelo, aunque solo fuera durante quince minutos. Uno va teniendo una edad. Es verdad que la idea de que Fede Álvarez estuviera detrás del invento ofrecía cierta garantía.

Álvarez no es el mejor de la historia del cine, pero ha dirigido con sobrada solvencia películas muy complicadas como Evil dead (un remake de una película imposible de reinterpretar sin tropezarse con sus propios trucos) y No respires (una cinta sobre un villano ciego que no ve nada, pero lo escucha todo) y que, por si fuera poco, ahora va a dirigir una nueva película sobre Alien que, si no pasa nada, se estrenará directamente en Disney+.

A lo que iba. Calls es una serie que da miedo. Pero no por las historias que plantea, sino por cómo se plantean. Es decir, ¿una pantalla en negro durante quince minutos? ¿Me estáis tomando el pelo? Sin embargo, y esto es una realidad apabullante, existen ciertas películas de terror cuyos momentos álgidos se sitúan precisamente cuando las luces se apagan, no vemos nada en pantalla y los gritos se suceden.

Hay películas que, cuando uno peor lo pasa, es precisamente cuando no vemos nada en pantalla. Si Calls era capaz de generar esa tensión, podíamos estar ante una serie acojonante. Con sus riesgos, eso es evidente, pero acojonante igualmente. 

Pues bien, apreciado lector, le tengo que confesar una cosa, hacía tiempo que no se me ponían los pelos de punta como cuando vi/escuché algunos de los episodios de Calls. Tal vez porque cuando no ves nada uno tiene que tirar de su imaginación y las cosas, en los contextos adecuados, puede ser realmente terroríficas.

El punto de partida de Calls no podía ser más adecuado. Una pantalla en negro y unas pocas luces que la iluminan al tiempo que vamos escuchando unas voces que poco a poco se van resquebrajando.

Es evidente que Calls es una serie fundamentada, como ninguna otra, sobre el guion. Y, más aún, sobre los diálogos. Al fin y al cabo, son estos los que construyen el guion a base de frases de acción y reacción. Tal vez el hecho de que Calls funcione de una forma casi extraordinaria tenga algo que ver con el hecho de que Álvarez haya tirado de guionistas prácticamente vírgenes: Aidan Fitzgerald, Noah Gardner y Timothée Hochet.

Junto con Álvarez, Fitzgerald, Gardner y Hochet son los responsables de las asfixiantes y angustiosas que nos plantea Calls, únicamente a golpe de audio. No se preocupen en buscar antecedentes para saber qué habían hecho antes para obtener algún tipo de antecedentes. Prácticamente no habían hecho nada y eso tiene sus riesgos sí, como Calls, pero también puede ser bueno. Como Calls.

Lo único que no me gustó de Calls, todo hay que decirlo, es que a veces se la va la cabeza. Literalmente lo mezcla todo. Algunas historias se tornan demasiado descabelladas y delirantes y la verosimilitud se tambalea a menos que uno haya apostado el cien por cien por entrar en el juego. Porque esto es fundamental, ¿está usted dispuesto a contemplar/escuchar una historia sin ver absolutamente nada?

Habrá quien se negará en redondo. Están en su derecho. Pero, personalmente, ¿qué quieren que les diga? Si la cosa huele a diferente y además consigue ponerme los pelos de punta, aunque solo sea en momentos muy concretos, vale la pena.

Aunque a veces, incluso, la cosa se vaya de madre y aunque me dé rabia pensar que se podría haber hecho con ciertas historias de haberlas planteado de forma tradicional, esto es, con audio, sí, pero también con imágenes. Vale la pena.

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