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Jazz San Javier

La delgada línea entre pasado y presente

Sarah Mckenzie primero y Nine Below Zero a continuación llenan el Almansa

La delgada línea entre pasado y presenteRAFA MELLADO

Una velada encantadora y elegante, pero también vibrante y enérgica; un viaje en el tiempo y en el espacio que inició la cantante y pianista australiana Sarah McKenzie, una artista de fácil escucha al estilo de Diana Krall.

MacKenzie ofreció un espectáculo muy profesional, más que pulido, donde parecía que se hubieran ensayado hasta los solos. Cuando la banda se relajaba un poco y se dejaban llevar, como en One Jealous Moon, su música era más disfrutable.

Entre un puñado de standards del American Songbook facturados con gusto, McKenzie intercaló preciosas composiciones propias, cantadas con la autoridad de una voz nítida, directa, sin vibrato, que demuestran haber absorbido con sabiduría y feliz naturalidad la tradición que va de Blossom Dearie a Betty Carter y Abbey Lincoln.

Cantó a Brasil con De Nada (compuesta por ella en agradecimiento a Jobim), o Triste, de Jobim (bossa nova fundida con saudade; ella le da un toque de feminidad, e introduce un sorpresiva pausa con los músicos 'congelados' unos segundos), y hubo blues (I've Got The Blues Tonight, composición propia con la que se despidió).

Acompañada por un cuarteto, al que se sumaron tres metales, McKenzie tiene la personalidad, la musicalidad, las canciones y la banda. Todos los semáforos en verde. Abrió su recital con Tea for two e hizo algunas incursiones nostálgicas en los clásicos como la romanticisima I'm old fashioned, cantada por Fred Astaire en la película Bailando nace el amor (You Were Never Lovelier), y ahora propuesta en clave femenina con un groove exquisitamente jazzy al piano.

Ahondando en la tradición del hard swing de Oscar Peterson y Ray Brown, que se contagia a los pies, mostró no solo una voz fuerte y con mucho carácter, sino saber dirigir una banda, aunque tal vez la presencia excesiva de instrumentos de viento desequilibró algo la organicidad.

McKenzie interpreta los versos con un fraseo a veces dialogado y otras meditativo, traído a flote por unos arreglos que transportan a la cromática clásica del estilo Ellington, con acolchadas armonías y un tempo muy sensual.

En You must believe in spring, que presentó como una bonita composición de Michel Legrand, McKenzie, sola al piano, magnificó la sensibilidad amorosa del tema; también en Paris in the rain, con los tres vientos sumados al cuarteto, una preciosa balada que la cantante defiende como su mejor composición por su evocadora letra.

Hubo espléndidas interacciones con la sección rítmica, en especial su manera de acompañar con el piano los dorados acordes a la guitarra de Hugo Lippi, y ya en la recta final una ronda de solos en la bebopera Road chops con el batería desmelenado. «Estoy muy feliz de estar aquí», expresó en español Sarah McKenzie, que esta vez lució un bonito vestido rojo, antes de despedirse escarbando profundamente en el sentimiento blues.

Un concierto de ambiente relajado, deliciosamente aderezado con destellos de voz y ritmos más enérgicos. El jazz vocal goza de buena salud, y Sarah Mckenzie es una buena prueba de ello, con una voz que seduce como pocas.

Actitud y estilo

Nine Below Zero ofrecían a finales de los 70 en todo lo alto del revival mod, un antídoto de R&B en medio del punk dominante. 40 años después están de nuevo en gira promocionando su nuevo album 13 Shades Of Blue. La banda del sur de Londres, que tomó el nombre de una canción de Sonny Boy Williamson II, basa sus influencias en los grandes del R&B de los 60, con un sonido más afilado, tirando a sus contemporáneos Dr Feelgood y una fuerte dosis de los Yardbirds.

NBZ (ya estuvieron en la IX edición) siguen capitaneados por el resuelto guitarrista cantante Dennis Greaves y por Mark Feltham, potente armonicista de estilo cautivador, que ha acompañado a Pete Townshend.

Disfrutar con estos músicos maduritos te hace sentir más joven. Un nutrido grupo de entre el público (eran miembros de la Orquesta de Jóvenes de la Región) animó a la fiesta con su alegre bulla y divertidas coreografías, retroalimentado la actuación de Nine Below Zero, que por cierto a lo largo de su carrera nunca han dejado de tocar y han actuado con Eric Clapton o Ray Davies.

La formación original ahora incluye una sección de viento, teclados y la voz de la cantante Charlie Austen, ofreciendo un sonido mucho más lleno.

Esta banda camaleónica cambia a voluntad sin perder su esencia r&b. Dieron en el blanco con su despliegue de swing, boogie, blues y r&b de la vieja escuela (que no es vino viejo en odres nuevos).

El carismático Dennis Greaves, sin desprenderse de su chaqueta de cuero negro en toda la noche, puso hábilmente en práctica su perspectiva de big band; equilibró planificación y espontaneidad, con mucho espacio para la diversión. Además su maestría a la guitarra, su expresiva voz, y su oficio escénico configuraron un concierto a buen ritmo y bien dosificado que contentó a todos.

Prendieron la mecha con una avalancha de blues rock en la bulliciosa Tore down, y rápidamente fueron a las esencias, para alborozo del respetable: The Hoochie Coochie Coo alegre pieza de Hank Ballards and the Midnighters, un groove devastador, con la armónica de Mark haciendo acrobacias sonoras.

Clásicos intemporales como I got my Mojo working (inmortalizada por Muddy Waters) o Stormy Monday son interpretados con gran energía; recuerdan a los primeros Stones.

La atmósfera era incandescente, espasmódica, los solos de armónica desgarradores, la sección rítmica a mil por hora, y la corista Charlie Austen, con un aire a Joss Stone, cantando y bailando descalza y sexy, con desenvoltura, una canción que hiciera Aretha Franklin (Don't Play That Song. You Lied), de la que salió airosa.

Otras perlas como Woolly Bully, de Sam The Sham and The Pharaohs; Ridin On The L&N, que tocara John Mayal, I can't help myself (Sugar Pie) de los Four Tops, y Don't Point Your Finger (at the guitar man), del propio Greaves, lucían nuevos arreglos tipo big band. De hecho, la combinación armónica entre Greaves y Austen es una notable característica de esta formación extensa, donde los instrumentos de viento añaden solidez y swing.

Sin embargo, cuando pisa terreno soul-blues, Mark Feltham se supera aun más; con razón fue galardonado en 2016 como mejor armonicista de blues británico. Exhibió técnica y sentimiento en una sucesión de ráfagas que iban desde el swing de la costa oeste a las tonalidades country, contorsionándose para exprimir al máximo las posibilidades de su armónica.

El mejor momento de la noche lo protagonizaron juntos Dennis como guitarrista y Mark cantando descarnadamente en You're Still My Woman de B.B. King. Ya casi al final sonó la nuevaolera Eleven Plus Eleven, que interpretaron en la serie de culto de los 80 The Young Ones.

NBZ atravesaron con éxito la delgada línea entre pasado y presente como una poderosa big band del circuito blues. El propio Alexis Korner, padre del rhytm and blues británico, dijo de ellos que eran una de las bandas más excitantes, y acertó plenamente. Su repertorio, actitud, estilo e intensidad les avalan.

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