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Yo, fuerza geológica

Yo, fuerza geológica

Nueva York 2140, Kim Stanley Robinson imagina un Manhattan inundado por las aguas debido al derretimiento que el cambio climático ha provocado en los casquetes polares. Este no es un relato apocalíptico -esa no es su moraleja: la humanidad continúa su periplo sobre la faz de la Tierra- sino uno de cómo el ser humano se enfrenta a lo que él mismo ha originado. Una obra de ficción que predice un futuro mucho más cercano de lo que nos gusta creer, reflejando una preocupación que no queremos mirar de frente y que se destila en un concepto: el Antropoceno.

De dicha idea nos habla el profesor de Ciencia Política en la Universidad de Málaga y teórico político, Manuel Arias Maldonado, en su último ensayo, Antropoceno. La política en la era humana . Ensayista ya veterano a pesar de su juventud, Arias nos recuerda que el Antropoceno es la designación de la nueva época geológica que, tras el Holoceno, se caracteriza por el protagonismo absoluto de la humanidad, convertida ésta en un agente de transformación medioambiental a escala planetaria. Dicho paso del Holoceno al Antropoceno no tiene aún reconocimiento geológico oficial, aunque su aceptación final afecta poco a la validez política del concepto, ya que «el Antropoceno posee resonancias políticas y culturales que desbordan el marco de la geología».

Delimitar qué es, qué significa y cómo puede ser interpretado el Antropoceno es la base de este ensayo. Para ello, Arias realiza una pormenorizada crónica de cuáles han sido las etapas que nos han traído hasta aquí. Su conclusión es que la acción humana, y la adaptación agresiva al entorno que le es característica, estaba abocada a producir este efecto o uno muy parecido. «Si no hubiera tenido lugar la transformación humana del planeta, tampoco estaríamos aquí para observarla y describirla», apunta. El único modo de supervivencia que tenía el hombre a mano era emprender acciones que han transformado a su vez al ser humano en un actor biofísico capaz de alterar procesos geológicos a nivel planetario con consecuencias potencialmente catastróficas. Somos un agente de cambio que, con objeto de sobrevivir, ha generado graves problemas que demandan nuestra atención y exigen soluciones.

El futuro ya está aquí. Siempre ha estado a nuestra puerta, pero quizás vivimos el periodo más autoconsciente de la Historia y en eso precisamente consiste también el Antropoceno para este ensayista: un, como lo ha definido, «apocalipsis didáctico». O sea, una llamada a reflexionar sobre el valor de cosas que son absolutamente necesarias para preservar nuestra habitabilidad en las mejores condiciones posibles.

En cuanto a las soluciones que Arias recopila, se deben afrontar caso por caso: no existe una fórmula mágica que dé respuesta a todos los pormenores del Antropoceno. Pero se trata de soluciones que reflejan la necesidad más básica: repensar la sociedad liberal y la política democrática para afrontar hechos excepcionales y dejar, de una vez por todas, de esconder la cabeza como los avestruces. Porque afrontar los retos es un modo de encarar lo que ya tenemos sobre nosotros como la espada de Damocles: una oportunidad de desarrollo, de buscar una modernización refinada y un nuevo vehículo con el que encarar las relaciones socionaturales de una forma más sostenible y, por qué no decirlo, más justa.

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