Como cada primavera-verano, quienes acudamos un año más al Merendero Padilla de Lorca echaremos en falta nada más entrar al recinto a Feliciano Padilla Pérez, el gran capitán de la empresa que con su seriedad y porte caballeroso esperaba siempre a sus clientes y amigos en la misma puerta del recinto, ubicado en uno de los mejores espacios de la ciudad: sus alamedas, para desearles una feliz estancia y que pudieran salir satisfechos tras la degustación de los manjares que ofrece el establecimiento convertido en un referente de la gastronomía lorquina. Con más de 60 años dedicado a esto de los placeres culinarios, Feliciano Padilla supo adaptarse en todo momento a los tiempos que le han tocado vivir. Comenzó su actividad allá por los años 60 del siglo XX abriendo un pequeño bar al aire libre, junto a la plaza de toros o Coso de Sutullena, en cuyos alrededores, cada mes de septiembre, se instalaba el recinto ferial con motivo de la feria y fiestas de Lorca, una vez que había finalizado la Feria Chica en el entorno del santuario de la Virgen de las Huertas, en honor a la patrona de todos los lorquinos y lorquinas. El merendero, que comenzó su actividad sobre una parcela de 600 metros cuadrados en la Alameda Corregidor Lapuente, se fue ampliando poco a poco hasta superar los 3.000 metros cuadrados, disponiendo también de una amplia zona de aparcamiento junto a la Alameda Doctor Pío Pérez Periago. La mente empresarial de Feliciano Padilla fue siempre superando metas hasta convertirse en el lugar por el que todos hemos pasado alguna vez, porque, ¿habrá algún lorquino o lorquina que alguna vez en su vida no haya visitado el Merendero Padilla? Puede que lo haya, pero las excepciones son muy pocas. 

Y no solo de Lorca, porque el buenhacer de Feliciano Padilla supera las fronteras locales y yo diría regionales, sino que se ha convertido en punto de referencia gastronómico de personas que, aun perteneciendo a otras comunidades autónomas de España, sobre todo, durante el verano y aprovechando su estancia en la ciudad costera de Águilas, han visitado alguna vez el citado merendero. Con Feliciano Padilla, que ha fallecido a las 81 años de edad, de va un trozo de la historia de Lorca, porque Feliciano tuvo siempre presente a su tierra allá donde iba, siendo uno de sus mejores embajadores a través de la gastronomía. Feliciano Padilla supo siempre satisfacer el estómago de sus clientes con los mejores productos que ofrece esta tierra. Por eso elegían siempre su establecimiento para comer o cenar o disfrutar de sus mejores celebraciones. Supo hacer populares los típicos bacalaos, las tapas variadas, las patatas con ajo, los buñuelos, el pollo, queso, conejo, arroz, pinchos, caracoles, lomos asados o ensaladas, entre otros muchos manjares, conociendo en todo momento los gustos de sus clientes que van a sentir su irreparable pérdida durante mucho tiempo.

 Pero junto a Feliciano, estuvieron siempre su esposa e hijos, que serán los auténticos continuadores para que siga dando fruto la semilla que sembró a lo largo de tantas décadas. La pérdida de Feliciano Padilla ha llenado de tristeza a muchas personas que lo conocieron, clientes y amigos que nunca pensaron que su marcha fuese tan rápida, ya que todos esperaban seguir viéndolo durante muchos años más con su clásica vestimenta de hombre de cocina a la puerta de su merendero para dar la bienvenida a todos.

Prueba de la estrecha relación que desde siempre ha existido entre unos y otros, han sido las muestras de cariño y afecto demostrados desde que se conoció la triste noticia de su fallecimiento y las continuadas condolencias efectuadas, personalmente a la familia y a través de las redes sociales. La capilla ardiente se ha instalado en el tanatorio Lázaro Soto de Lorca y hoy será su entierro, que está fijado para las 11 de la mañana.