Críticas y reproches

El PP modula su discurso sobre Marruecos ante la perspectiva de gobernar

La orden es "mirar con lupa" y "cuidar" cada intervención para evitar "más errores" en política exterior bajo la convicción de que Feijóo llegará a la Moncloa y el entendimiento con Marruecos debe ser total

Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo. / EFE

Paloma Esteban

Sobre el papel, tono crítico contra el Gobierno. El PP insiste en que las últimas decisiones de Pedro Sánchez en política exterior y, muy especialmente, el giro histórico en la posición sobre el Sáhara están teniendo consecuencias nefastas para España por varios frentes. Y ese nivel de reproche continuará, pero desde hace un tiempo los matices reinan en el discurso de los populares al hablar de Marruecos

Después de unos meses de enfrentamientos soterrados entre el Ejecutivo y el primer partido de la oposición, donde las críticas hacia el PP se centraban en su “abuso” por una postura que en Moncloa veían proargelina sin medir los riesgos para los intereses nacionales, Alberto Núñez Feijóo ha dado una orden clara de “mirar con lupa” cada asunto que tenga que ver con el reino alauí.

Dirigentes de la cúpula del PP reconocen a este diario que cada comparecencia o posicionamiento se analiza al detalle para “no empeorar las cosas” y tratar de volver a la postura de neutralidad que hasta el momento había imperado. “Es obvio que si como creemos, vamos a gobernar, tenemos que cuidar a Marruecos”, resumen. 

Tras el plantón de Mohamed VI en la Reunión de Alto Nivel (RAN) en Rabat a principios de mes, a la que Sánchez acudió con una amplia delegación de ministros, Esteban González Pons fue el más crítico de la cúpula conservadora: “No cabe mayor humillación que ceder todo ante Marruecos, ir con medio Gobierno a dar satisfacción, retratarte en el Parlamento Europeo, que el rey no te reciba y que te conformes con que te coja el teléfono”, escribió en su perfil de Twitter.

El resto de la dirección se mantuvo bastante más comedida, como reconocen algunos de sus miembros directamente, centrando las críticas de los desaires o las humillaciones en los “bandazos” de la política exterior. 

Diputados populares en el Congreso, donde hace poco Sánchez ha vuelto a soportar varias derrotas parlamentarias relacionadas con este asunto, convertido en uno de sus quebraderos de cabeza —tendrá que comparecer a petición del PP y el PSOE se quedó solo de nuevo en la votación para conceder la nacionalidad a los saharauis— reconocen que todas las intervenciones “se calibran para evitar cualquier error”. “Vamos a mantener una posición de Estado con Marruecos. Pero no podemos tropezar con las mismas piedras ni descuidar a Argelia”, zanjan.

En el debate sobre la iniciativa de Unidas Podemos para conceder la nacionalidad a los ciudadanos del Sáhara Occidental nacidos durante la época del dominio colonial, que el Congreso admitió a trámite con el apoyo del PP y la abstención de Vox hace dos semanas, la posición del PP, que defendió el diputado balear Miquel Jerez, quedó clara. A ella se refieren dirigentes de la cúpula para plasmar la posición oficial del partido: estricta neutralidad y respeto total a Marruecos

“Nosotros proponemos serenidad y respeto, sin ofender a nadie, sin abrir heridas innecesarias ni deteriorar nuestras relaciones internacionales. Sin cometer las mismas torpezas que ha cometido el Gobierno de Sánchez con el Sáhara, con Marruecos y con Argelia en solo 24 horas”, dijo.

Los reproches a Sánchez se mantienen bajo la premisa de que su Ejecutivo cambió de criterio unilateralmente sin contar con los grupos representados en el Congreso, “hurtando un debate imprescindible”. Y, sobre todo, porque el PP entiende que el Gobierno no valoró ni estudió realmente las consecuencias para las amistades exteriores, el comercio, los flujos migratorios (como se vio después de manera trágica) y, muy especialmente, en el momento de guerra con Ucrania, para el riesgo que España afrontó a nivel de dependencia energética.

Por eso, Feijóo volvió a cargar las tintas este jueves, acusando a Sánchez de estar contribuyendo “a financiar indirectamente” la guerra en Ucrania al "habernos convertido en uno de los países que más gas importa de Rusia”. En gran medida, afirman en la cúpula conservadora, por la crisis desatada con Argelia. 

Malestar y desencuentros

Los desencuentros entre el Gobierno y el PP a raíz de la crisis diplomática con Argel fueron a más desde la primera reacción de Feijóo al cambio de postura acordado entre Sánchez y Marruecos, cuando el líder del PP pidió públicamente a Argelia no castigar a los españoles por ese giro, distinguiendo entre “el Gobierno y el pueblo español”. Fue en el mes de junio del año pasado, en plena precampaña de las elecciones andaluzas. Como publicó este diario, en Moncloa vieron con muy malos ojos la “comprensión” excesiva con ese país, mientras la UE daba oxígeno a Sánchez alineándose con su posición. “Y Feijóo no lo hace”, reprocharon.

Pocos días antes, en su primer viaje internacional como líder del PP a un congreso de los conservadores europeos, Feijóo mantuvo una intensa ronda de contactos bilaterales con otros líderes de la familia conservadora en Rotterdam. Y decidió empezar por el primer ministro de Marruecos, Aziz Ajanuch, que también fue invitado. Entonces, mientras el Gobierno afrontaba una dura tormenta, el líder del PP aseguró que trasladaría al marroquí la intención de su partido de “hacer una política exterior fiable”. “No le vamos a engañar y no vamos a ser más desleales con ese país nunca”, afirmó, valorando la posibilidad de que en el próximo ciclo electoral ya sea el nuevo inquilino de la Moncloa.

Bajo esa premisa, insisten en la dirección nacional, enfoca su posición ahora sin descuidar ningún frente, manteniendo la defensa de no empeorar las relaciones con Argelia, pero convencido de que cuidar a Marruecos también debe ser una prioridad.