El PSOE andaluz atraviesa uno de los peores momentos de su historia, pero sigue teniendo una maquinaria importante en Andalucía en las alcaldías y las diputaciones. Tras las últimas municipales de 2019 se hizo con 458 municipios de 786 ayuntamientos, 398 con mayoría absoluta. Las alarmas han sonado con estridencia cuando al analizar los datos de las elecciones autonómicas del pasado domingo se han dado cuenta de que en muchas de esas localidades, incluso en las que gobiernan en solitario, les ha ganado el PP por goleada. Ocurre en pueblos pequeños, donde el PSOE gobierna desde hace muchos años, pero también en ciudades medias y, por supuesto, en las alcaldías de grandes ciudades.

En decenas de municipios de alcaldes socialistas, el PP ha doblado en votos al PSOE. Los socialistas gobiernan en cuatro capitales (Sevilla, Huelva, Granada y Jaén) y tienen el poder de cinco de las ocho diputaciones provinciales. Es su red de supervivencia, el único botín institucional que les da ahora mismo oxígeno en Andalucía, y el tiempo para las próximas elecciones municipales, en mayo de 2023, comenzó a correr el mismo día que acabó el recuento de las autonómicas. En esas cuatro capitales, por tomar una referencia, la goleada del PP es histórica. El PP está en todas por encima del 40% de los votos y el PSOE por debajo del 25%.

Con ese mensaje, de huida hacia delante para no caer en una depresión y cortar de raíz el desánimo tras el pasado domingo, se dirige ya a los suyos el líder del PSOE andaluz, Juan Espadas, y los ocho secretarios provinciales, que se reunieron el lunes postelectoral en una ejecutiva en Sevilla. Habrá un estudio interno de las causas de la estrepitosa derrota, pero sin perder mucho tiempo, advierten. Están ya en pasar a la siguiente fase, la de no perder el poder que tienen en los municipios. Sin eso, el PSOE, acostumbrado a contar con la extraordinaria maquinaria electoral que es la Junta de Andalucía, se quedaría en la nada. “Salir de la oposición desde el vacío absoluto nos puede llevar años”, admiten los dirigentes del partido. “Empezar de cero es un camino muy largo”, agregan.

El sector crítico diluido

En el PSOE andaluz no hay ahora mismo nadie agazapado para dar el salto y tumbar a Espadas. El 40% de Susana Díaz que fue tumbado hace un año en las primarias no está organizado y permanece orillado. Según ellos, porque nadie les da un papel. Según la dirección andaluza, porque están de brazos caídos. Pero lo cierto es que no hay ambiente de guerra civil. Predomina el desánimo. Claro que las lecturas son más o menos críticas según si se pregunta a dirigentes de la anterior etapa o de la actual, pero sin que se detecten ánimos de venganza.

El candidato socialista cuenta con la bendición de Ferraz para desarrollar un proyecto a medio plazo, según él mismo traslada, y siempre ha planteado su llegada a la Junta con dos elecciones, como hizo con el ayuntamiento de Sevilla. Espadas tras perder con mayoría absoluta del PP en 2011 se hizo con alcaldía en 2015. Los alcaldes han elevado la voz dejando claro que quedan pocos meses para las municipales y que nadie puede plantear ahora mismo un relevo de Espadas. Toca apretar las filas y tirar hacia delante. Otro escenario será el que se plantee tras las municipales. Si repiten fracaso, los cuchillos sí que pueden comenzar a volar. El secretario general del PSOE-A tiene esta tregua garantizada. Después, “ya se verá”, señalan voces autorizadas del partido.

La campaña socialista de Espadas ha fracasado y hay unanimidad en un diagnóstico: cada vez que Espadas pedía frenar a Vox en el Gobierno andaluz le estaba dando votos al PP. A esa conclusión llega la cúpula del partido, que no se dio cuenta con antelación de que Juan Manuel Moreno se había abrazado desde casi el ecuador de la campaña con éxito a la teoría del voto útil al PP para frenar a Macarena Olona en la Junta. Los electores, incluido muchos de centro que en otras ocasiones habían votado al PSOE, se la habían comprado. Son los propios socialistas, admiten, los que han ayudado a la transferencia de votos desde su base electoral hacia Moreno.

No hay fisuras entre Espadas y sus secretarios provinciales, el cierre de filas deja poco espacio a la autocrítica y animan a pasar página cuanto antes para pasar a las municipales. El análisis es que la campaña fue equivocada y se dio todo el espacio a Moreno durante los tres años anteriores sin hacer oposición.

Admiten también que hay que reformular el discurso, que ha podido quedar obsoleto, y volver a conectarlo con la ciudadanía. Hay muchos “clichés antiguos”, parte del discurso del PSOE andaluz está anclado en el pasado, en el referéndum del Estatuto de Autonomía de 1980 o en alertar de las derechas, cuando los andaluces ya declaran que ven al PP como el partido que más se parece a Andalucía, el mejor capacitado para gobernar, el que mejor defiende los intereses de la comunidad y no hay rastro de miedo a un gobierno de los populares. Durante mucho tiempo, el PSOE fue por delante en Andalucía. Cada vez que intuía un signo de agotamiento se inventaba algo, desde la Segunda Modernización de Andalucía a la reforma del Estatuto o activaba cambios. Ahora es el PP el que marca el paso y el PSOE el que a veces da muestras de no saber muy bien por dónde sopla el viento. Eso lo da en gran parte estar en el Gobierno, pero hay algo más y los socialistas lo admiten.

El PSOE comenzará a hacer oposición “desde el minuto uno” cuando se constituya, a finales de julio, el Gobierno andaluz y confía en ganar terreno en los próximos meses y en conseguir algo en lo que han fallado, sacar a Moreno de su zona de confort y pedirle algo más que “un discurso de soy de centro, moderado y sereno”. Están convencidos de que la mayoría absoluta no le dará cobijo a esa retórica y deberá mover ficha sobre qué quiere para Andalucía.

Hay algunas críticas porque los ministros hayan desembarcado en Andalucía “mudos”, sin explicar sus asuntos espinosos pegados al territorio. Nadie plantea, sin embargo, en el núcleo duro del PSOE andaluz que poner todo el peso en las políticas del Gobierno de Pedro Sánchez, cuando los andaluces, según las encuestas, valoran como mala o muy mala su gestión sea un error. Insistirán en eso, advierten.