Crimen de Tenerife

Las piezas de repuesto del submarino que busca a Anna y Tomás Gimeno tardan de 2 a 3 meses

Después de un mes de incesante trabajo, el robot lleva acumuladas más de 600 horas de faena a profundidades entre los 1.000 y 1.600 metros y está al borde del colapso

El robot submarino ‘Liropus 2000’

El robot submarino ‘Liropus 2000’ / El Día

Sergio Lojendio / Agencias

Los repuestos del robot submarino Liropus 2000, con el que está operando el buque Ángeles Alvariño en la búsqueda de los cuerpos de Anna y Tomás Gimeno, se están agotando. En estos 31 días de trabajo, prácticamente ininterrumpidos, este portento de la técnica, como cualquier otro aparato, ha estado sujeto a averías e inconvenientes, al deterioro inherente al paso del tiempo, al hecho de actuar en un medio complejo, como el fondo del mar, y a expensas de un elemento tan agresivo como es la sal. Lleva acumuladas más de 600 horas de faena a profundidades inimaginables, entre los 1.000 y 1.600 metros, y se encuentra "al borde del colapso", tal y como reconoce José Cubeiro, jefe y coordinador del equipo de expertos que maneja el robot.

Con todo, el mayor inconveniente para el normal funcionamiento del robot es el derivado de la provisión de las piezas de repuesto, que deben llegar directamente desde Reino Unido, un viaje que desde su gestión suele demorarse entre dos y tres meses.

En una entrevista concedida al programa Herrera en COPE, José Cubeiro explicaba que, en estos momentos, el buque oceanográfico continúa rastreando la zona que están marcando los investigadores la Guardia Civil, una situación que considera difícil por "la inmensidad del mar", y aunque desconoce el tiempo que van a seguir buscando los restos de Anna y su padre, asegura que lo seguirán intentando.

No obstante, desconfía "muchísimo" de que se pueda encontrar a la pequeña Anna, toda vez que al salirse de la bolsa, "las posibilidades de recuperar un cuerpo de una niña tan pequeña y en el mar son muy difíciles" por no decir prácticamente imposibles. "La localización de las bolsas con el ancla es algo relativamente fácil, porque se trata de un objeto detestable y se puede localizar, pero recuperar un cuerpo sin ningún indicio de señales es muy, muy difícil".

Pese a la dificultad, Cubeiro deja claro que nunca se van a dar por vencidos; sin embargo, también reconoce que ya han peinado muchas zonas y las posibilidades de encontrar algo más son remotas, cada vez menores porque "nadie sabe exactamente dónde se pueden localizar los cuerpos que faltan. La verdad es que es complejo", subrayó.

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Liropus 2000 es un vehículo submarino no tripulado (ROV por su acrónimo en inglés), capaz de operar hasta más de 2.000 metros de profundidad. Ha sido configurado a medida, según los requerimientos del Instituto español de Oceanografía (IEO), para realizar tareas de observación y recogida de muestras y datos. Su adquisición representó una inversión de 1.450.000 euros, financiada al 70 por ciento con fondos FEDER y el 30 por ciento restante con presupuesto del IEO. La actividad de índole oceanográfica, la captación de imágenes y su grabación, requieren una calidad y nitidez excepcional., razón por la que se ha cuidado este aspecto, dotándolo con un potente sistema de iluminación de 17.000 lumens de potencia (17 veces más que una bombilla de 100 vatios) y cámaras de elevadas prestaciones, una de ellas de alta definición (formato HD) y otra de muy baja luminosidad. En cuanto a la instrumentación oceanográfica, el Liropus cuenta con dos equipos CTD para medir temperatura, presión y salinidad, así como con un correntímetro de efecto doppler para estudiar las corrientes a las profundidades donde opere. El bastidor está diseñado para instalar además hasta 20 kilogramos de cualquier otra instrumentación científica que se requiera. Para la toma de muestras cuenta con dos brazos manipuladores hidráulicos de precisión para la recogida de elementos sólidos y un sistema de succión para muestras líquidas y gaseosas.| S.L.