Primera asunción de responsabilidades en el PSOE madrileño tras la debacle de las elecciones autonómicas del 4 de mayo. El secretario general, José Manuel Franco, dimite "con efecto inmediato" a su cargo, lo que aboca a Ferraz a nombrar una gestora que conduzca la federación hasta el siguiente congreso autonómico. El paso atrás pretende que no se usen los pésimos resultados de los comicios "para atacar al PSOE y al Gobierno de España". A la vez, el candidato el 4-M, Ángel Gabilondono recogerá su acta de diputado regional.

La decisión de la salida de Franco, se conoció poco antes de la reunión de la ejecutiva federal del PSOE, presidida por Pedro Sánchez. La salida de Franco, exdelegado del Gobierno en Madrid y actual presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), no era la opción que ayer se manejaba en las alturas del partido, aunque sí existía presión interna.

De hecho, el secretario general tuvo que afrontar el miércoles por la tarde una reunión larga y dura de su cúpula, en la que varios miembros de ella, encabezados por los alcaldes de Alcorcón y San Fernando de Henares, Natacha de Andrés y Javier Corpa, reclamaron un congreso extraordinario, sin esperar al cónclave regional -programado para finales de año-, para lanzar un mensaje rotundo a la ciudadanía de que se ha captado el mensaje tras el desastre sin paliativos del 4-M. También Izquierda Socialista, corriente minoritaria, reclamó la caída de la ejecutiva y la dimisión del candidato, Ángel Gabilondo, a quien muchos en el partido también han señalado y al que Ferraz y la dirección del PSOE-M consideran amortizado.

Gabilondo, ingresado este jueves por una leve arritmia, dio también el paso al lado: no recogerá su acta de parlamentario, tal y como confirmó en rueda de prensa en Ferraz el secretario de Organización federal, José Luis Ábalos, apenas 24 horas después de que desde el entorno del exministro afirmaran que no pensaba marcharse. Pero la presión entretanto había crecido.

Sin embargo, la decisión que salió en la noche del miércoles fue caminar hacia una "transición ordenada" hasta el siguiente cónclave autonómico, sin movimientos abruptos. Franco se comprometió a convocar a su equipo la semana próxima y a hablar con los secretarios generales de las agrupaciones socialistas para reflexionar sobre el proyecto y adoptar medidas "graves" que supusieran dar la vuelta al PSOE-M, federación convulsa que ha encadenado derrota tras derrota y que vio perder el poder de la Comunidad de Madrid en 1995 y de la alcaldía de la capital mucho antes, en 1989.

En las alturas del PSOE-M había quienes esgrimían que Franco y su equipo no tenían por qué pagar la factura del hundimiento del 4-M, puesto que en esta campaña la federación ha sido prácticamente un espectador privilegiado, ya que la dirección de la misma recayó en el núcleo de Sánchez en la Moncloa -encabezado por su jefe de Gabinete, Iván Redondo, y el adjunto de este, Paco Salazar-, aunque Ferraz y el PSOE-M acompañaron la estrategia e intentaron volcarse en la movilización de sus simpatizantes.

Franco, en un comunicado lanzado por el PSOE-M a las seis de la tarde, explica que su salida busca "que no se utilice el mal resultado en los comicios de la Comunidad de Madrid para atacar al PSOE y al Gobierno de España". Tras su renuncia y hasta la celebración del congreso regional, "a finales de año", se hará cargo de la dirección una gestora nombrada por Ferraz. Esta última precisión es importante por cuanto supone que no habrá cónclave extraordinario. Será ordinario. El calendario congresual se mantiene, por lo que será en el último tramo de 2021 cuando los militantes del PSOE-M elijan al nuevo secretario regional y a su cúpula. Todo apunta a que, en todo caso, la digestión de la derrota del 4-M será lenta y pesada: este jueves la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, aseguraba en Onda Cero que tras tal mayúsculo descalabro los primeros días "son complicados".

Ahora, el tablero cambia sustancialmente. La renuncia del secretario general, según los estatutos del partido, supone la caída de toda su dirección, y obliga al estamento superior -en este caso, Ferraz- a nombrar una gestora. Una ejecutiva provisional que se hará cargo de la federación hasta que tras un nuevo congreso se elija al líder y a su equipo. Para recordar la última gestora que gobernó el PSOE-M no hace falta remontarse mucho tiempo atrás: fue en 2015, cuando Sánchez fulminó a Tomás Gómez como candidato a las autonómicas de mayo de ese año y como barón regional. Entonces, quien se puso al frente del partido fue uno de los nombres imprescindibles de la historia de la federación, Rafael Simancas, secretario madrileño entre 2000 y 2007. Él fue la víctima del 'tamayazo' de 2003 que impidió al PSOE y a IU acceder a la Puerta del Sol. De aquella etapa interina salió elegida como nueva baronesa, hasta 2017, Sara Hernández, regidora de Getafe. Una década antes, en 2007, Cristina Narbona dirigió la gestora que sucedió a la dimisión de Simancas por el mal resultado de aquellas elecciones.

Pacificación en el PSOE-M

Con su dimisión, Franco (Pobra do Brollón, Lugo, 1957) cierra una etapa breve, de cerca de cuatro años, al frente del PSOE-M. Fue uno de los primeros apoyos en las primarias federales de 2017, en las que Pedro Sánchez rivalizó con Susana Díaz. Una vez recuperó el madrileño el trono de Ferraz, promovió a Franco como líder de la federación. Y este ganó con holgura, por un 71,77%, la contienda interna frente a Juan Lobato -hoy número cuatro de la candidatura de Gabilondo y exalcalde de Soto del Real- y el tomasista Eusebio González. Aquello sucedió en septiembre de 2017. A continuación formó su ejecutiva regional y se mantuvo fiel a Sánchez.

En este tiempo, Franco ha contribuido a pacificar la federación, pero en Ferraz ya daban por hecho que para el siguiente cónclave él no podría repetir como líder del PSOE-M, y por eso proyectó a figuras como el propio Lobato o la que ejerció de coordinadora de campaña de Gabilondo el 4-M y concurrió como número seis de la lista, Mónica Carazo. Ambos han sido citados como nombres de futuro, junto a la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, o la dos de la candidatura, Hana Jalloul, exsecretaria de Estado de Migraciones y con nulo recorrido orgánico.

Sánchez premió la lealtad de Franco llevándole de número tres en las listas al Congreso en las generales del 28-A y del 10-N de 2019, y luego le nombró delegado del Gobierno, un puesto siempre muy delicado y que en su caso estuvo atravesado por la pandemia. El hasta hoy líder del PSOE-M fue imputado por prevaricación administrativa por haber permitido la manifestación del 8-M de 2020, pero la jueza archivó la causa al no ver indicios suficientes contra él. Una vez Isabel Díaz Ayuso convocó las elecciones del 4 de mayo, Sánchez aprovechó para cambiar varias piezas en las delegaciones del Gobierno. Una de ellas, la plaza en Madrid. Relevó a Franco y situó en el cargó a Mercedes González, hasta entonces portavoz adjunta primera de los socialistas en el Ayuntamiento de la capital. El secretario regional fue aupado a la presidencia del CSD, cargo que había dejado Irene Lozano al concurrir esta como número cinco de la candidatura de Gabilondo.