Vox ha tenido un complicado reto en la campaña electoral en Madrid: diferenciarse del PP de Isabel Díaz Ayuso, a la que apoyaron como presidenta y con la que rivalizan por el voto, y para lograrlo su candidata Rocío Monasterio y el líder del partido, Santiago Abascal, agitan polémicas en asuntos como la inmigración o la seguridad que han aumentado la polarización y la tensión política.

"Protege Madrid. Vota seguro", es el lema electoral de Vox, con mensajes que han generado mucha crispación y han monopolizado en diversas ocasiones el ritmo de la campaña electoral, en la que Monasterio y Abasacal han comparecido juntos en la mayoría de actos.

De polémica en polémica

El primer golpe de efecto de los de Abascal fue abrir la precampaña en la conocida como plaza roja de Vallecas, un distrito tradicionalmente obrero, con un mitin en el que hubo enfrentamientos entre la Policía Nacional y parte de los manifestantes de izquierda contrarios al acto, que lanzaron objetos contra miembros y simpatizantes de Vox a su llegada.

Los disturbios supusieron el punto de partida de una campaña muy polarizada y crispada, en la que Vox aún responsabiliza a Podemos de jalear a los manifestantes y de no condenar sus acciones, y al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de no garantizar la seguridad.

Vox comenzó oficialmente la campaña con el mensaje central de proteger Madrid frente a las bandas latinas y los menores extranjeros no acompañados que -aseguran- atemorizan a los vecinos de algunos barrios, y colocó un cartel electoral en instalaciones de Cercanías Renfe para denunciar que estos menores reciben más dinero al mes que los jubilados.

Este mensaje suscitó las críticas por parte de todos los partidos (también del PP, que desmintió las cifras) e incluso fue denunciado por la Fiscalía y el Gobierno, aunque un juez rechazó su retirada inmediata.

Y la última polémica se desencadenó durante el debate de la Ser, donde Monasterio también se quedó sola en su posición al poner en duda la veracidad de las cartas amenazantes con cartuchos de bala recibidas por el candidato de Unidas Podemos, Pablo Iglesias; el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska; y la directora general de Guardia Civil, María Gámez.

De hecho, Iglesias abandonó el debate, que finalmente se interrumpió tras la negativa a seguir de los candidatos del PSOE, Ángel Gabilondo, y Más Madrid, Mónica García.

Los tres candidatos de la izquierda han pedido tras este episodio un "cordón sanitario" contra Vox, una posibilidad que rechazan el PP y Ciudadanos, partidos que dependen del apoyo de la formación de Abascal para mantener su Gobierno de coalición en el Ayuntamiento de Madrid.

Diferencias con Ayuso

Estas polémicas han puesto de relieve las diferencias entre Vox y el PP de Isabel Díaz Ayuso, más llamativo para los votantes de Vox que el PP nacional.

De hecho, desde el inicio de la campaña, las encuestas señalan que los votantes de Vox prefieren a Ayuso antes que a Monasterio, pero también que los populares necesitarían de los votos de Vox para gobernar.

Por lo que la convocatoria de elecciones por parte de Ayuso supuso un reto inminente para Monasterio: que en su campaña quedasen claras las medidas que les distinguen de los populares pero sin confrontar demasiado con ellos, o al menos con Ayuso, con quien tendría que negociar si gana las elecciones.

De ahí que la candidata de Vox siempre haya dicho que de nada sirve la "libertad" que defiende Ayuso en su lema de campaña si no está la "seguridad" que ofrece Vox.

También Monasterio plantea varios problemas de los que, a su juicio, "sólo habla Vox": la okupación, la "inseguridad" en los barrios, el "despilfarro político" o el "adoctrinamiento" en las aulas, con el que Vox quiere acabar a través de la derogación de las leyes LGTBI de la Comunidad de Madrid.

Aunque cuando Vox lanza una crítica al PP normalmente la dirige hacia Casado, al que recrimina votar a favor del estado de alarma y de la ley de Infancia (ley Rhodes).

Con Ayuso, Monasterio sostiene que puede entenderse, sobre todo en el plano económico, y desde el inicio de la campaña ya aseguró que sus votos servirían para que "la izquierda no entrase en Madrid", sin aclarar si ofrecerá su apoyo a la candidata del PP a cambio de entrar en el Gobierno o si lo hará desde fuera, como ocurrió tras las elecciones de 2019, cuando apoyaron su investidura como presidenta.

Aunque las encuestas auguran una bajada en el número de escaños de Vox respecto a los doce actuales, el partido confía en crecer y en seguir siendo decisivo en el Gobierno de la Comunidad de Madrid, pese al deseo de Ayuso de gobernar en solitario.