Silencio en el muelle. De fondo, algún grito desde la playa y el pueblo. La Guardamar Talía entró en la bocana del Puerto de Los Cristianos pasadas las 20:20 horas de este miércoles con los 24 cuerpos sin vida en el fondo del cayuco fantasma que ha puesto un nuevo hito trágico en el proceso migratorio desde África hacia Europa a través del Atlántico. Entre los fallecidos había 22 adultos y dos menores, todos varones y de origen subsahariano. Los colores de su casco, blanco y azul, difícilmente hacen posible imaginar el sufrimiento que pasaron sus ocupantes durante 22 días en medio del océano. Cinco minutos antes de las ocho y media de la tarde, el citado barco de Salvamento Marítimo soltaba la barcaza y entregaba el cabo a los ocupantes de una lancha, que la remolcaron al punto de atraque.

Bomberos de Tenerife fueron los encargados en la tarde-noche de ayer de sacar del cayuco fantasma los cuerpos de los migrantes fallecidos que fueron localizados en la mañana del pasado lunes a casi 500 kilómetros al Sur-Suroeste de El Hierro. Para la recuperación de los cadáveres, los bomberos usaron un camión autoescala, que realizó las tareas de iluminación, con el objetivo de que el trabajo se hiciera de la forma más rápida y segura posible. En la plataforma de embarque de una naviera se alinearon varios vehículos más de los profesionales que se encargaron de la extracción de los muertos en las condiciones adecuadas. Los bomberos sacaron de forma manual a los fallecidos.

Después, las víctimas mortales fueron colocadas en sudarios. Mientras, cinco furgones fúnebres esperaban en fila para la recogida de los cuerpos.

Voluntarios y trabajadores de Cruz Roja Española colocaron varias carpas en las que los profesionales del dispositivo pudieron depositar los cadáveres, con el objetivo de salvaguardar su intimidad y dignidad, así como para favorecer la labor de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal, que se ocuparon de las tareas de inspección ocular y toma de las huellas a cada persona. Así lo manifestó un portavoz de la mencionada ong, Domingo Luis Martín García, director autonómico del Centro Logístico de Emergencias.

La operación se realizó en el espacio habilitado en el muelle transversal, donde, de forma habitual, desembarcan las personas rescatadas por la Salvamar Alpheratz y la Alborán. La navegación hacia el Sur de Tenerife fue mucho más rápida de lo previsto de manera inicial, gracias a las buenas condiciones meteorológicas y, sobre todo, al estado de mar, que se encontraba como un plato.

Durante más de tres semanas, con toda seguridad, las víctimas pasaron mucha hambre y sed, sin descartar que algunos, en su desesperación, optaran por beber agua salada. Cabe recordar que, por lo general, una embarcación de estas características que parte de la costa de Mauritania puede tardar en llegar al Archipiélago entre seis y siete jornadas. Si se confirma la información recabada por los profesionales del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) del Ejército del Aire que hicieron el rescate de los supervivientes, en esta ocasión han estado en el mar dos semanas más de lo previsto.

El traslado de los testigos de esta nueva tragedia se hizo a lo largo de la jornada del pasado lunes. Si el cayuco fue localizado por la mañana por un avión del SAR de la base aérea de Gando, en las primeras horas de la tarde se llevó a cabo el izado al helicóptero de los dos varones y la mujer, así como su traslado al aeropuerto Tenerife Norte, al que llegaron de noche.

La intervención de la Guardamar Talía para la recuperación de los cadáveres fue mucho más lenta. Los ocho profesionales que integran dicho recurso del Ministerio de Transporte invirtieron poco más de 24 horas en llegar hasta el punto en el que el buque mercante Lady Doris custodiaba al barco fantasma y otras 31 aproximadamente en llegar a Los Cristianos con los cuerpos. Esta singular operación, que se prolongó durante 55 horas, no hubiera sido posible sin que el capitán, el primer y el segundo oficial, que desarrollan su labor en el puente de la embarcación, no se hubieran turnado al mando de la misma. De esa manera, la navegación se ha podido mantener inalterable.

En la Guardamar Talía también trabajan el jefe y un marinero de máquinas, un cocinero y dos marineros de cubierta. Cada uno ha dado lo mejor de sí para resolver este complejo servicio. Y poco antes de que llegara el cayuco de la muerte, se activó la búsqueda de otro al Sur de Punta Rasca (Arona). Un grupo de subsaharianos viajaba en su interior. Las tragedias no pararán la búsqueda del sueño.