La danza clásica, la contemporánea, la española y el flamenco viven estos días entre un choque de administraciones y un choque de protocolos anticovid. Con las ventanas cerradas, los alumnos del Conservatorio de Danza de Murcia, alojado en el antiguo Seminario Mayor de San Fulgencio, pueden taconear y progresar en su aprendizaje acompañados de la música y el canto, pero cuando los niveles de dióxido de carbono se disparan la clase se para, se abre la ventana y se ventila. Esto puede llegar a ocurrir unas cuatro veces por hora, lo que dura una clase, con lo que ello conlleva: pérdida de concentración, enfriamiento de los músculos, vuelta al calentamiento...

La denuncia reciente por ruidos de una vecina que reside justo enfrente del Conservatorio, que comparte aulas con la Escuela Superior de Arte Dramático, ha supuesto un cambio en los protocolos de seguridad sanitaria que mantenía la institución desde principio de curso. El Ayuntamiento de Murcia notificó el pasado 14 de enero que el aula ubicada justo enfrente del domicilio de la denunciante, uno de los espacios para ensayar más grandes de los que disponen los alumnos de danza, no podría albergar las prácticas artísticas y que todas las ventanas del centro que dan al exterior deberán estar cerradas para «evitar la contaminación del medio ambiente en dicha zona». La actividad en el Conservatorio, con las ventanas abiertas, incumplía los límites de emisión de ruidos por 10 decibelios, al estar el tope en 55 en zona residencial.

Esto ha supuesto un enorme enfado de los padres de los alumnos, ya que las medidas incumplen el protocolo de ventilación de la Consejería de Educación, que señala que las ventanas en los centros educativos deben estar abiertas el mayor tiempo posible. En concreto, el plan de contingencia del centro establece que la ventilación debe ser periódica en las instalaciones, de forma diaria y por espacio de tiempo mínimo diez minutos debido a la actividad física. «Ante la imposibilidad de abrir ventanas dada la prohibición por el exceso de decibelios, las renovaciones de aire se realizan tantas veces como sea necesario».

Las denuncias por ruidos presentadas por esta vecina no son nuevas y llevan años produciéndose, y esto ha conllevado arreglos puntuales en el Conservatorio para cerrar las ventanas como la instalacion de un nuevo sistema de ventilación que ha mejorado notablemente el confort en las aulas al acabar con la humedad y las altas temperaturas.

En el curso de la covid, resultaba inviable tener las ventanas cerradas, señala la directora del Conservatorio de Danza, Teresa Souán, quien refleja el miedo de los profesores ante la imposibilidad de garantizar la seguridad en las aulas con las ventanas cerradas. «Me parece increíble que el Ayuntamiento se preste a esto, quiero anteponer la salud de los alumnos y empleados». Las aulas ahora cuentan con medidores de CO2, pero la actividad física de los alumnos de danza, cuando están las ventanas cerradas, eleva los niveles y los profesores deben parar las clases con regularidad. Obliga la situación además a que los estudiantes tengan que salir al pasillo a respirar mejor. El AMPA enviará al Ayuntamiento una carta lamentando las medidas impuestas.

Este problema se suma a las innumerables quejas que se llevan produciendo desde el Conservatorio, que desde hace tiempo reclaman una nueva sede por lo obsoletas que se han quedado sus aulas y la poca capacidad que tienen.