Esta mañana ha venido Felipe Romero a instalarse para siempre en el lugar que todos le guardamos en el corazón. Son tantos los corazones en los que está que va a ser difícil localizarle cuando vayamos junto a él al otro lado.

Es imposible hablar de él en pasado, porque al recordarlo la vida entra en las palabras y éstas se agolpan en los labios: sinceridad, cariño, admiración, confianza, lealtad, comprensión, gracias, apoyo, autenticidad. Y una palabra destaca entre todas: «Amistad».

Le recordaremos caminando hacia La Alberca con su libro Dune de Frank Herbert bajo el brazo y paso de rockero despistado, mientras trataba de encontrar sentido al mundo de cambios frenéticos al que se enfrentaba como interventor general de la Comunidad Autónoma de Murcia. Era inaplazable informatizar la contabilidad regional, y la burocracia se resistía a cualquier cambio. Él fue el padre del programa contable, al que bautizó como ‘Dune’.

Este programa ha dado soporte a las cuentas de la Comunidad Autónoma y del Servicio Murciano de Salud hasta hace pocos años.

Seguramente irá a visitar ‘Arrakis’, el planeta conocido como ‘Dune’, donde también tiene un lugar, y viajará por los planetas y galaxias que siempre contuvo en su mirada. Ojalá aprendamos a ser niños, como Felipe, que siempre fue a conjugar cuentos y estrellas, a caminar con un libro bajo el brazo, a inventar, a imaginar, a soñar siempre. Y, sin embargo, tener los pies en la tierra.

La vida y la amistad es lo que nos deja. Son las reglas del juego, que diría Ángel González, pero ahora, por esperado o inesperado, también lo posible puede hacernos llorar. Mañana lo echaremos de menos, acariciaremos su ausencia y viviremos con él en el corazón.