Como esperaban todos los allegados de Gabriel, la víctima del primer crimen del año, el hombre que presuntamente lo acuchilló hasta la muerte en la pista de una discoteca de Atalayas, en Murcia, en Año Nuevo dormirá a partir de ahora entre rejas.

La titular del Juzgado de Instrucción Nº 9 de Murcia, en funciones de guardia, ordenaba este sábado el ingreso en prisión provisional de este individuo, al que todos los testigos señalaban como el criminal que mató al joven militar que daba la bienvenida al año 2020 con sus amigos de fiesta.

La Policía Nacional conducía al acusado a primera hora de la mañana desde la Comisaría de Ceballos hasta el Juzgado de Guardia. Los investigadores han agotado las 72 horas que por ley pueden tener a un sospechoso bajo custodia, antes de ponerlo delante de la jueza. Este chico, de 25 años, es el único acusado de acabar con la vida de Gabriel, al parecer porque no le gustaba que el militar fuese amigo de su hermana.

Las declaraciones de los testigos del crimen ante la Policía han sido clave para que este individuo, de 25 años de edad, acabe en la cárcel, dado que él se acogía a su derecho a no declarar.

El sujeto es mandado a prisión provisional, comunicada y sin fianza. Se investiga un delito de asesinato. De la Ciudad de la Justicia, de nuevo fue subido a un vehículo policial para acabar en el penal de Sangonera, donde habitualmente ingresan los reos que van a prisión preventiva.

«Yo en la vida había visto a ese tío, aunque esa noche podía haber pasado mil veces delante de él», comentaba Cristian Macías, testigo del crimen, a LA OPINIÓN, horas después del funeral del joven militar. Fue Cristian el amigo que sacó a Gabriel al exterior del establecimiento, donde ya el herido perdió el sentido. Una ambulancia lo trasladó aún con vida al Reina Sofía de Murcia, hospital en el que fue operado, aunque, debido a la gravedad de las lesiones, finalmente falleció.

Del momento del crimen, Cristian recuerda que el agresor «hizo como que le quiso dar la mano» a Gabriel y entonces «le clavó el cuchillo». «Vi como él (Gabriel) vino hacia mí y me dijo: 'Me han apuñalado, Cris, me han apuñalado'». «Él caminó algo con sus propios pies, pero a mitad de la barra estaba desvaneciéndose. Lo saqué hacia afuera», rememora el joven Cristian.