H&M, Pikolinos, Tramas, Café Salzillo, GranBiBio, Juguetes Berna... Nombres que antes resonaban en la arteria principal de Murcia y que ya han cerrado sus puertas. La Gran Vía -especialmente en el tramo entre Santa Isabel y el río- ha visto cómo muchos de sus comercios echaban la persiana en los últimos años, ¿y las razones? El alto precio de los alquileres, la competencia de las grandes superficies y de las compras en Internet, así como el creciente interés de los comerciantes de reubicarse en zonas más transitables para el peatón.

Una ola de cierres que comenzó a raíz de una crisis que desde 2007 ha dejado 2.800 negocios menos en la ciudad de Murcia y que ha tenido como una de sus zonas más afectadas la Gran Vía, que durante décadas fue la principal avenida de la ciudad. Los bajos comerciales se están quedando vacíos en la zona más cercana a la plaza Martínez Tornel, pero también están cerrando otros negocios situados junto al Banco de España.

La principal razón, el precio del alquiler. «Te puedo asegurar que hay muchos casos en los que los alquileres son tan altos que los empresarios se trasladan», explica Carmen Piñero, presidenta de la Asociación de Comerciantes El Triángulo de Murcia, entidad que abarca una zona en la que «muchos comercios han cerrado en los dos últimos años. Antes, cuando uno cerraba, otro nuevo abría, pero eso ya no ocurre, son muchos los locales vacíos», lamenta Piñero, quien también achaca esta situación a la competencia de las grandes superficies y las compras por Internet.

Precisamente la presencia digital del pequeño comercio es el principal objetivo que se plantean desde la Cámara de Comercio de Murcia. «Llevamos un tiempo trabajando el tema de la actualización de los pequeños comercios, en cuanto a digitalización y comercio digital. Hay que renovarse y ponerse al día porque hoy las grandes superficies hacen que el pequeño comercio lo sufra de lleno», declara Miguel López Abad, presidente de esta corporación.

De centro financiero a comercial

La Gran Vía había sido, años atrás, el centro financiero de la ciudad, en el que se concentraban las sedes regionales de las grandes entidades bancarias, pero la única que queda ahora es Bankia. Edificios emblemáticos como los de Argentaria o el Banco de Murcia fueron ocupados después por las tiendas de H&M y Sfera, respectivamente, que también han emigrado.

Pero no son los únicos negocios que han echado la persiana en la zona. Juguetes Berna ocupó el lugar que dejó vacío el supermercado GranBiBio, concretamente en el bajo situado junto al Mercadona; ahora, la juguetería también ha cerrado.

A la antigua tienda de hogar Tramas y a Café Salzillo, que comparten pared, les une algo más: el cartel de 'alquilo'. Sin embargo, el propietario de ambos locales, Fernando Guillamón, cree que el boom comercial de antes de 2007 fue un «frenesí que no era real»: «Hasta 2007 se alquilaban incluso los sótanos, era un frenesí que no era real. Con la crisis, la cosa se frenó de forma drástica, había oferta y poca demanda. Eso fue un factor, y luego la política municipal de hacer los centros comerciales, a mi entender equivocada, también sacó a la gente del centro».

A pesar de todo, el propietario no ha notado que los arrendamientos hayan sido más breves que en otra época, y mantiene que «todo depende de la apuesta del empresario y si el negocio le va bien», y considera que los precios de los alquileres «se están recuperando».

Una opinión que comparten desde el Ayuntamiento de Murcia, que aseguran que «en la regulación del libre mercado, las posibilidades de intervención de la Administración Pública son escasas», según han declarado a esta Redacción desde la Concejalía de Comercio.

Su edil, Juan Fernando Hernández, cree que «el comercio minorista en la ciudad atrae seguridad y limpieza, y por eso queremos potenciarlo», aunque afirma que no pueden intervenir en la ley de la oferta-demanda, «sí tenemos resortes, y podremos hacer nuevas fórmulas para dinamizar el comercio».

Entre esas medidas, el concejal cita las reuniones mantenidas con Santiago Vera, presidente de la Federación de Comerciantes de Murcia, «con el que vamos a trabajar conjuntamente en dos líneas: la profesionalización y la digitalización del sector».

Fuera como fuere, la Gran Vía de Murcia ha pasado de centro financiero a arteria comercial y, ahora, los carteles de 'se alquila' pueblan los escaparates de una zona que espera revivir y volver a ocupar el lugar que le corresponde como principal avenida de la ciudad.