Cuando IH Arquitectos le lave la cara a la Cárcel Vieja, esta será «un espacio abierto a la ciudad, permeable y respetuoso con la arquitectura existente, memoria histórica y entorno», resalta el Ayuntamiento. Sin embargo, la realidad es que el entorno sí va a modificarse.

Así lo confirmaba ayer Manuel Hernández, uno de los arquitectos responsables del proyecto. Para hacer lo que su estudio quiere hacer con el edificio de Primo de Rivera, hay que talar dos árboles tipo palán, tres árboles del amor, un olmo que hay en el patio de la cárcel y dos higueras.

Se salvan siete moreras, un taray, cinco eucaliptos y una palmera datilera. Se trasplantará en otro sitio otra palmera datilera.

Además, llegarán árboles nuevos. En total, 18, entre naranjos, ciruelos y alheñas, detalló el arquitecto. También se sustituirán los jaboneros que hay en Torre de la Marquesa, una de las calles perpendiculares a la cárcel, pues están «bastante dañados», indica.

Además, hay en la zona un eucalipto que, según han detectado los técnicos, está enfermo. Aún no se sabe si al final se va a talar o se puede recuperar, comenta.

Manuel Hernández considera «una lástima» que se corten árboles, aunque asegura que se trata de ejemplares «sin interés ninguno» que «en la huerta, a lo mejor están perfectos; pero, en un entorno totalmente urbano, quizás vaya mejor otra especie».

Sobre el olmo sano que se va a talar, precisa que «entorpece totalmente», dado que está en el patio y su presencia «imposibilita totalmente que se pueda acceder hasta allí». Hernández asevera que este ejemplar no está especialmente protegido en el catálogo de especies arbóreas.

«La mantenemos, ¿no?», daba por hecho Rebeca Pérez ayer, al hablar de una de las higueras. «No», explicaban los arquitectos, y revelaban que han de talarse las dos. «Esto está destinado al disfrute. Imagina que estás sentado tomando una cerveza y, de pronto, cae un higo», dice Hernández.