Manu y Laura estaban nerviosos la noche del martes: ambos hermanos, de 5 y 4 años, se iban a la cama tras ver pasar la Cabalgata por el centro de Murcia. Melchor, Gaspar y Baltasar irían esa noche a casa para llenarla de regalos. Era la recompensa por haberse portado «muy bien» durante el año, como la más pequeña reconoció. La misma escena se repitió el 5 de enero en buena parte de los hogares de la Región, como en el de Claudia, de 5 años, que recibió un karaoke entre otros regalos. Ilusión, expectativas y nervios fueron las sensaciones más experimentadas por los más pequeños de cada casa.

Manu y Laura también pasaron la noche nerviosos, «incluso a las siete y media comenzaron a hablar entre ellos», explicaba ayer su madre con una sonrisa. Querían saber si ya era «de día» para comenzar la agotadora y feliz jornada. Era seis de enero y tocaba abrir paquetes, jugar con los regalos y visitar las casas de otros familiares para descubrir si los tres magos de Oriente también habían dejado allí algunos paquetes.

Lo dejaron todo preparado en la noche del 5 de enero: tres vasos de leche para los magos, tres de agua para los camellos, algo de fruta y bombones, que los Reyes agradecieron dejando a cambio chocolatinas para los dos hermanos.

Fue una jornada llena de magia. Los de Oriente incluso hablaron con Manu y Laura por teléfono, aunque los niños no pudieron verlos porque «dejaron los regalos en un saco en la puerta», explicó el mayor todavía con los ojos abiertos.

Algo similar ocurrió en la casa de José Luis, de 11 años, aunque en este caso sus Majestades dejaron los regalos debajo de una de las camas de la casa, por lo que, tras la sorpresa inicial de verse sin nada, el niño comenzó una carrera por todas las habitaciones para dar con ellos.

El triunfo en su caso fue el de la saga de Star Wars, pues casi todos los papeles de envolver escondían debajo disfraces, maquetas e incluso un pendrive con forma de soldado imperial. También le dejaron un ordenador portátil -«para trabajar» advirtieron los mayores- y una cámara.

Al parque, pero menos

María José recibió como regalo de sus hermanas y su madre una bicicleta. Muchos parques y plazas se llenaron ayer de niños y mayores que quisieron estrenar sus patines, patinetes y otro tipo de transportes que les habían regalado. Sin embargo, «ya no se llenan como antes». señaló un vecino en la Seda, «y eso es porque ahora los críos piden otras cosas».