Ricoteños en Cataluña

En la fotografía aparecen, Andrés Rosa Saorín, cabeza de la estirpe, con tres de hijos (Antonio, Sebastián y Jesús),   con su mujer «la Platillera» y su sobrina Maria, en sus brazos y tres forasteros, que no logramos identificar, y el último a la derecha, José Antonio López Torrano, recién venido de la mili, en 1970.

En la fotografía aparecen, Andrés Rosa Saorín, cabeza de la estirpe, con tres de hijos (Antonio, Sebastián y Jesús), con su mujer «la Platillera» y su sobrina Maria, en sus brazos y tres forasteros, que no logramos identificar, y el último a la derecha, José Antonio López Torrano, recién venido de la mili, en 1970. / L.O.

Fulgencio Saura Mira / Cronista Oficial de Alcantarilla y Fortuna.

Ricote, un pueblo, un paisaje, un valle morisco de palmerales y casas blancas en el horizonte, lomas pardas y sierras azules de viejas trashumancias. Ricote, un pueblo con hombres rústicos, pegados a la tierra de limoneros y olivares recios, como el tronco milenario de su paisaje fértil. Y la pleita entre sus caminos que se encaraman a la montaña, medio de su subsistencia en épocas de hambre y sequías.

Era el tiempo del esparto y del pequeño taller para sobrevivir, haciendo lías, sogas y cordeles, para diversos usos, una vez que desde el collazo se iban desgranando los manojos y atados con vencejo, prestos a ser entregados a los esparteros.

Y vaya que se hacían obras de arte, desde sillas a zapatos; pues curtidos estaban estos hombres que buscaban el medio de llevar la comida a su familia. Personas creyentes que aguantaban carros y carretas, en sus horas de hambruna, que valía hasta recoger las bolas de orugas de las procesionarias, sitas en los pinos y si que conocemos sus efectos, al corretear de muchacho por el valle de la Alberca.

Y estos hombres, nacidos en esta tierra robusta, que deja llantos de penuria en la esquina de su cementerio, que recuerda el ‘enterraor’, supieron ser hombres de bien y saborear los improperio de ser llamados ‘charniegos’, ‘senny’ o cualquier otra cosa por el nacido en Cataluña, por el solo hecho de buscar la soldada necesaria para sus familias, en la ciudad tan importante, que el adjetivo de ‘xarnego’ recibe en el lenguaje vernáculo, una tilde de desprecio para quien acudía a trabajar en la Ciudad Condal. Cita de una importante industria, que luego se fue incrementándose con el buen laborar de los españoles, que iban a tan imponente urbe, que para este sencillo labrador, de un apartado pueblo, se revelaba como de cuento de las mil y una noches.

Lo que sucede es que, en aquellos años de 1920 a 1950 del siglo XX, en los pueblos apenas se podía vivir con los exiguos medios que había, manteniéndose en un límite que se resolvía esporádicamente con las temporadas de vendimia y poco más. Había que salir del callejón de gallina y tocino, y huir a la gran urbe, megalópolis, capaz de hechizar con tanto adelanto y arte, como era Barcelona, soñada y válvula de escape para los que se veían aturdidos por el desaliento. Años difíciles que hacían renacer ilusiones perdidas a familias capaces de vencer obstáculos y lanzarse alguna aventura gloriosa. Lo hicieron muchas familias de Ricote que supieron rehacerse y cumplir con el deber de mejorar en bien de la misma.

Desde estas líneas damos homenaje a familias ricotíes que se marcharon a Cataluña, en aras del progreso, matrimonios que supieron romper escollos y salir adelante en un país distinto, donde habían de comenzar sus vidas, llevándose lo imprescindible. La historia de cada una de estas familias sabe de sus inquietudes, trabajos primerizos, para encontrar un hogar, una actividad de desarrollo y, finalmente, una continuidad en el oficio y en la desconocida urbe.

Soledad Cánovas (mujer de José el Conde), Antonio Abenza Candel (»Antonio Polilla» con su mujer Paquita y Jesús Moreno Miñano. Abajo las niñas, primas además, Teresina y Carmen «la Portillica»

Soledad Cánovas (mujer de José el Conde), Antonio Abenza Candel (»Antonio Polilla» con su mujer Paquita y Jesús Moreno Miñano. Abajo las niñas, primas además, Teresina y Carmen «la Portillica» / L.O.

Quedan en la población los nombres de estos vecinos ilustres, que fueron a la ciudad condal sin un duro en el bolsillo, y volvieron con lo suficiente para vivir con opulencia. Cada familia reconocida y homenajeada en el pueblo daría para mucho, pero nos vamos a ocupar de algunas de ellas. Que no se nos olvide el matrimonio formado por Vicente Gil Jiménez y Purificación Villar Buendía, que sabían estar a la usanza de los vaivenes políticos del momento, utilizando sus conocimientos cerca del partido liberal, de D. José Álvarez–Castellanos Rael, o el conservador, de D. Francisco Álvarez-Castellanos, su hermano, o de D. Manuel Cánovas, en este sentido tuvieron la ayuda y la comprensión, de la llamada ‘María Pascuala’, madre de Bernardino , que les vendía ‘al fiao’.

Aunque más tarde, Vicente tuvo que emigrar a Yecla, con sus cuatro hijos pequeños: Vicente, José, Práxedes y Arturo Gil-Villar, y aún deja en el pueblo a uno de sus hijos para irse a Barcelona con sus otros tres. Los mismos prosperan en la ciudad, en distintos puestos de trabajo, como el mayor, que llegó a ser Capitán del Ejército. Y por ello, y sus influencias, le da trabajo a muchos más, que estaban en paro en su pueblo hasta el punto de ser reconocido popularmente como ‘El embajador de Ricote en la ciudad Condal’.

Tan es así, que se les otorgó un homenaje en la Villa, poniéndole una calle a su nombre, llamada de ‘los Hermanos Gil-Villar’, siendo alcaldesa Doña Isabel Macarro Rubio (PP), en la que fuera, antiguamente, ‘La Canal’ o ‘calle de los Cafés’. Concretamente, el día 9 de mayo de 1982, cuya celebración se llevó a cabo, simultáneamente en el referido emplazamiento, y en el lugar donde nacieran, denominado Callejón ‘Callejón de los Gitanos’ o de San Agustín.

No se olvide, tampoco, el tributado al guardia civil Serafín Salmerón Moreno, de vida muy azarosa al ser expulsado del Cuerpo, y poco después, ejerciendo de administrativo en una importante empresa, en Tordera (Barcelona), al norte del Maresme, que limita con Gerona, con una industria muy prospera en esos momentos, donde se integró, pero es que además tenía excelentes facultades poéticas, cantando a su patria chica, tan alejada que le dio gran popularidad, como reconocía su propia viuda, Lolita Puyol Fábregas, el día de la inauguración de una calle, en su honor, antes de los Yepes, en la época en que fuera alcalde Adolfo Guillamón Mloreno.

O Antonio Abenza Candel (‘Antonio Polilla’), muy influyente en Barcelona, empleado en la compañía de España Olivetti que, conjuntamente con su mujer, Paquita, movilizaron recursos de todo tipo, dando trabajo a infinidad de parroquianos. Y que hoy sus cuatro hijos varones han erigido un inmueble en su memoria en la calle del Pilar número 7, en Ricote, con el apelativo de ‘Can Polilla’.

Y cómo no, otro matrimonio, muy humilde y popular, Antonio Moreno Guillamón (’Antonio el Hortelano’), su esposa Teresa Miñano Robles (’Teresa la Quiquisa’) y sus ocho hijos, que emigran a la Ciudad Condal, y merced a su trabajo continuado, los ocupa allí a todos ellos. Dos de cuyos descendientes, al cabo del tiempo, regresan a la localidad para asentarse aquí definitivamente: su hija Matilde-Isabel, casada con Pepe de Portillo, y su nieto, Pedro Moreno Miñano (’Pedrín’), hijo de Antonio, actual presidente de la Cofradía Virgen de los Dolores, San Juan y el Señor Resucitado.

Cuadro de Fulgencio Saura Mira. Vista panorámica desde la Plaza de San Pedro

Cuadro de Fulgencio Saura Mira. Vista panorámica desde la Plaza de San Pedro / L.O.

Otra saga familiar, que arraigó mucho en Cataluña, fue la regentada por los hermanos ‘Candelarios’, Miñano Buendía: Paco (casado con Isabel Marín, hija de ‘Pepe de Juan’); Manolo, hermano del anterior, y Jesús, que se hizo famoso, a su retorno, con las peripecias de su perrita ‘Maika’ y su rocambolesca vida familiar, así como por las controversias mantenidas con su mujer. Alegando mil excusas para no incorporarse a la casa común. Todos ellos, hermanos de la Resure y de ‘María la Grande’ (más alta que un castillo) y fiel sirviente del ‘Cabo Robles’.

O la pintoresca historia, en Barcelona, de German Avilés Moreno (’Germán de Remigio’) casado con Feli, vendedor de monedas antiguas, y abuelo del famoso artista internacional Mark Ríos Avilés (MR Driping), arraigado en Dubai. Y autor de la portada, impactante, del pasado año en el Especial de las Fiestas del 2022

Así como la de su hermano, Jesús, empadronado en Mataró, pero siempre pensando en Ricote, su pueblo adorado. Prueba de ello es que sus bodas de oro matrimoniales, con su mujer, naturalmente, Ana María Fernández Gutiérrez, las celebraron aquí por todo lo alto el 25 de agosto del 2019, en la Iglesia de San Sebastián, oficiada por el sacerdote Sergio Palazón Cuadrado, todo un lujo.

Cabe recordar también al guardia civil, Serafín Salmerón Moreno, de vida muy azarosa al ser expulsado del Cuerpo y poco después, ejerciendo de administrativo en Tordera

O la peripecia, tan llamativa, abriéndose paso, de Antonio Rosa Saorín, ‘el Matagatos’, para que fueran viniendo el resto de sus hermanos, que eran un montón y a cuál de ellos más ocurrente y pintoresco. Como Jesús (’Chalas’, casado con la Platillera), Ángel, José María y su inseparable María Esperanza, un diamante esplendoroso al que se le puede sacar mucho brillo si se le sabe escarbar finamente, vinculados a Santa Coloma de Gramanet (Barcelona), puro divertimento hasta en su horas más bajas, y Sebastián, en la actualidad, a caballo entre Caravaca y Ricote, tras su feliz regreso al terruño, que fuera concejal del CDS el 10 de Junio de 1987 (tercera legislatura), siendo alcalde Jesús Miñano Torrano, y padre de la concejal de Festejos, del presente año, Anabella Rosa Peragón, por el PP. Con un programa de actividades apoteósico, como puede apreciarse en este Extraordinario, con su numerosa parentela, y muchas peplas encima, pero aún vivos.

O el caso, muy chocante, de Francisco Guillamón Gómez (’Paquico el Correo’), que tras colocarse en la SEAT, en Barcelona, vino corriendo aquí para emplearse de conductor de la Empresa Alsina Graell, S. A., ‘la Catalana’, más casualidad imposible.

Y que luego , fue objeto de un homenaje popular, propiciado por el Ayuntamiento, rigiendo sus destinos Isabel Macarro Rubio, por no haber tenido ningún accidente durante los últimos 25 años, de ejemplar servicio, organizado por Alberto Guillamón, en verso y a toque de bocina, como requería el caso.

O el prestigio alcanzado como músico eminente por Francisco Avilés Cano, primo de Pepe de Robustiano y del Cojo de la Asunción, que cada vez que venía al pueblo era festejado como el nuevo rico, que viene de las Antillas, al que rendían pleitesía en el Callejón del Meroles como todo un héroe.

O el de los hermanos José y Antonio Miñano López (’Los condes’) tan venerados y queridos, como si fuesen de alto linaje, en verdad, y no simples apodos. Hermanos del entrañable Diego, el menor de la estirpe, muerto traumáticamente en un accidente en la Piedra Lisa, al tirar de un romero, o una trocha de esparto, y caer al vacío, y de cuyo golpe afectivo la población conmovida aún no se ha repuesto.

Y no digamos de José Buendía Sánchez (’Paco el del Horno’), casado con Aurora Gómez García (’la Aurora de Conrado’), el que fuera defensa central, y muy expeditivo, del legendario Club Atlético Montañés. Y que, al día de hoy, el pueblo está enfrascado en el homenaje al ‘Panzas’, como figura arquetípica de dicha entidad, para que dé nombre al Pabellón Deportivo Municipal de las Piezas, cuya firma se pide por esta vía, si aún llegan a tiempo.

O la estancia, en tiempos heroicos, de Manuel España Cánovas, ‘Manolete’, que luego se casaría con Orosina, trabajando en Barcelona, en la empresa ‘Abengoa’. Y, sobre todo, ejerciendo de hincha ferviente, como ‘Periquito’, defendiendo los colores del Español.

Componentes de la familia de los "Candelarios", al completo, en un día de campo

Componentes de la familia de los "Candelarios", al completo, en un día de campo / L.O.

O la labor, siempre callada, pero muy efectiva, de Jesús Candel Marín (’el Viejo’), sobrino del sacerdote local, Eduardo Marín Miñano (’Eduardín’). Fallecido muy prematuramente, a los 31 años, pero foco y guía de todo el pueblo. Y cuyo panegírico, pronunciado el día 25 de mayo de 1955, al día siguiente de su muerte, por su paisano y compañero de promoción en el Seminario, Antonio Guillamón Losa, al pie de la morera que había en el puerta de ‘Ramón el de las cabras’. Inspirado en el epitafio de Miguel Unamuno, que aún se recuerda, palabra por palabra, por su hondura y belleza…

O la presencia continuada de los hijos de ‘Juan el loco’, Antonio y Jesús Torrano Robles. Este último casado con Caridad Sánchez Bermejo (’la Caridad del Coín’), hermana del ‘Greñas’, y que luego concluyera su vida laboral de portero en Murcia.

Y, porque no, la del ‘Canuto’, José Moreno Saorín, casado con ‘la polliza’, Isabel Miñano Moreno (apodos, por Dios, que no se pierdan), a los que tanto alababa como amigos entrañables el alcalde Jesús Miñano Torrano. Al que tanto traté en vida en mis frecuentes visitas al pueblo para dar vida a mis cuadros, o en la propia consejería de Agricultura como funcionario que era para pedirle sabio consejo.

O a nivel individual el pintoresquismo, de Jesús Yepes (’el Estrambótico’) o la sapiencia de María Lozano López (’Maruja’). Emparentada con la familia de Bernardino y medio ojetera, muy vinculada y con lazos muy entrañables y afectivos con el Doctor D. Antonio Abenza Lerma y su esposa Amparo Rojo Guillamón. Conocedora minuciosa de todos los dichos sobre Ricote, incluidas las canciones de sus comparsas, por picaronas que estas resulten. Ganada para la causa catalana, hasta con los ribetes más radicales y separatistas. No en balde vive allí largo tiempo, plenamente integrada con sus coterráneos como vecina ilustre de Cervera (Lérida).

Y, por poner punto final, destacar la extensa permanencia en esta bendita tierra, tan querida de España, hoy en franco peligro, de Antonio Palazón Miñano, radicado en Villafranca del Penedés, hermano de ‘Paco de la Eloína’, y de los hermanos ‘Sandalios’, Guillamón Miñano, José y Miguel, este último que hizo la mili con ‘el Bombón’ en Valencia. Pintoresco personaje local, llamado realmente Miguel García Banegas, que se hiciera muy famoso, celebérrimo, en los años 50, por su rocambolesca boda con la ‘Rosario la Carreta’ (Rosario Ferrer Candel), siendo las fuerzas vivas del municipio, acuérdense, D. Trinidad Guilamón Guillamón, como alcalde, D. Amable Martínez Garrido, como cura párroco, y como comandante depuesto, el cabo Cañabate. Nada menos que solo por este incidente ya han pasado a la Historia.

También se afincaron en Cataluña los hermanos José y Antonio Miñano López (’Los condes’) tan venerados y queridos

Y que no se nos olviden los personajes que encarnan, Ambrosio y Sebastián de la Resure ‘Sebastianín’, Saorín Fernández, junto con José Antonio López Torrano, nieto de ‘Domingo el Pintado’, residente en San Joan Despí (Barcelona), situado en la comarca del Bajo Llobregat, con su parroquia de San Juan Bautista. Y algo que no me perdonaría jamás, la cita obligada de Sebatián Miñano Saorín, todo un señor, Inspector Jefe del Cuerpo Nacional de Policía, un respeto y Pregonero de las Fiestas de Ricote del año 2002, y de su hermano ‘Paquico de Cesáreo’, al que tuve el placer de entrevistar, hace años, sobre la Sierra de Ricote y su entorno, y fue tal su amenidad y conocimiento sobre la misma, de carácter superlativo, que aún estoy impactado...

Todos los indicados, con sus apodos correspondientes que no debían perderse, pues son parte del patrimonio ricoteño, forman ese grupo de familias que tuvieron que emigrar a Cataluña en aquellos tiempos de penuria por los que atravesaba España, donde los pueblos apenas tenían recursos suficientes y se vivía con exiguos medios. Eran años de pobreza y miseria, reflejada en los pueblos con calles de tierra y ancianas con el luto de la negrura en que se vivía, entre el analfabetismo imperante en un momento de regresión económica, donde la única válvula de escape era escapar hacia la Ciudad Condal. Mi primo, el cineasta Carlos Saura, muerto hace poco, refleja en un extraordinario libro, editado por G. Steidl, ese tiempo de los años 30 al 50, expresado con estampas, algunas experimentadas por nosotros, que representan esos rostros de hombres, endurecidos por sus trabajo, recios, junto a viejas enlutadas y críos cadavéricos, con un pequeño carro de mulas desmayadas, siguiendo rutas a ninguna parte.

¡Triste panorama patrio, en un país de negrura!. Esos años Ricote era émulo de esas ráfagas de pobreza donde solo había el sustento que proporcionaba el trabajo de pleitas y recogida de bolsas de orugas en los pinos. Rancio paisaje de un valle pintoresco de raza morisca. Y así empezó todo, y los ricoteños salieron a la gran ciudad de Gaudí y sus urbes industriosas. Y ganaron lo suficiente para tornar a su patria chica, de senderos de cordel y pastoreo, y se asentaron de nuevo en ella, para transformarla, como hoy se ve con otros ojos, insuflados por una nueva sociedad. En estas líneas evocamos simplemente a unos hombres capaces de superar momentos de dureza y salir adelante. Sus nombres quedan para la historia, cada uno integran una vida digna de escribirse, se recuerdan en el pueblo con reconocimiento y ejemplaridad. Tan solo hay que bucear un tanto en Ricote para encontrar a alguien que nos hable de algún familiar que estuvo en tierras catalanas, y puede que nos enseñen sus fotografías, junto a sus costas y pueblos, y veamos esos ojos admirados del que contempla la Sagrada Familia del genial arquitecto. Son los ricoteños catalanes, que descubrieron un mundo nuevo.