Aunque estaba programada en el año 2020, la pandemia sanitaria ha provocado que no sea hasta hoy, cuando la Federación de Peñas Festeras y Culturales de Alcantarilla realicen su convivencia en la Ciudad Santa del Noroeste Murciano.

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La Federación de peñas de Alcantarilla visita Caravaca de la Cruz Enrique Soler

La delegación estuvo encabezada por el alcalde de Alcantarilla, Joaquín Buendía, y el presidente de la Federación, Juan Sornichero. Junto a ellos estuvieron las 38 candidatas a reinas, tanto mayor como infantil, junto a las reinas del año 2019, el jurado, así como a los miembros de la junta directiva de la Federación.

La delegación pasó por el convento de los Padres Carmelitas, donde fueron recibidos por su prior, Pascual Gil ocd, natural de Alcantarilla. Posteriormente, fueron recibidos por el alcalde de Caravaca, José Francisco García y el hermano mayor de la Cofradía, Luis Melgarejo, en la Sala de Cabildos de la Basílica de la Vera Cruz. Allí realizaron una ofrenda de flores a la patrona de la ciudad. Tras pasar por la Casa Museo de los Caballos del Vino, celebraron una comida de hermandad en los Salones Castillo de la Cruz.

Las fiestas de la Bruja

El aspecto folclórico festivo que encarna el momento de la quema de la Bruja supone un rasgo distintivo respecto a otras celebraciones regionales. La polémica está servida en cuanto al origen de esta costumbre popular. La tradición se sostiene en la presencia durante los siglos XVI al XVIII del Tribunal de la Inquisición en el territorio de Alcantarilla. Se refiere a un tiempo en el que el Santo Oficio perseguía y condenaba a muchas de las personas consideradas sospechosas de hacer actos relacionados con brujerías y hechicerías.

Hay constancias de que en este tiempo, marcado por la persecución y la quema de muchas de estas personas tildadas de brujas se dieron en la villa dos casos de hechicería que impresionaron a la población. Sin embargo, estudios posteriores han demostrado que en Alcantarilla no existió ningún auto de fe al respecto. Tan sólo se dio un auto público en el que el Santo Oficio decretó la expulsión de dos maestras, Catalina García y Pascuala Ginesa, acusadas de curanderismo y de pactar con el Diablo.