La Romería de la Salud cuenta con dos ingredientes que se pueden considerar como los más veteranos de la fiesta. Se trata de la cuadrilla, que nunca ha faltado a la cita del 2 de febrero y, por otro lado, la tortada que constituye el símbolo sobre el cual gira todo el acontecimiento festivo. La subasta del dulce pastel que pone la guinda a la romería es lo que todos esperan con ansiedad y uno de los últimos actos de un programa que dio comienzo a las ocho y media de la mañana con el disparo de cohetes.

El año pasado, dicha subasta alcanzó los 5.200 euros, cifra que todos esperan superar este año. Se hizo con ella el empresario local Juan Martínez Martínez, que la donó a Cáritas y que no es la primera vez que la consigue. Junto a la tortada le correspondieron, en el mismo lote, seis jamones. Para este 2 de febrero hay ya quién augura que si alguien se quiere hacer con ella, tendrá que pujar por encima de los 5.000 euros, que es la cantidad que este anónimo vecino está dispuesto a pagar.

Sobre las ocho de la tarde comenzará el acto de la subasta, uno de los más esperados de la jornada festiva. La famosa pastelería Zenón será, un año más, la encargada de su elaboración con el cariño que ponen en ello Zenón y Julio Pascual. Se trata de una monumental tortada lorquina de ocho alturas en las que predominan las figuras de merengue horneado con un peso aproximado de 80 kilos.

La sana rivalidad de los hoyeros quedará patente, una vez más, al comprobar cómo los grupos o peñas de amigos se colocan, cada uno en un lugar distinto de las escaleras que dan acceso al santuario, para seguir las indicaciones del maestro de ceremonias y pujar hasta conseguir el trofeo por el que apuestan.

Sobre los 500 euros suele ser el inicio de la puja que se va elevando poco a poco hasta alcanzar la cifra final. En 2018 llegó hasta los 4.700 euros. El maestro de ceremonias observará a un lado y otro, al frente y a su espalda, para seguir de cerca los movimientos que hacen basándose en quien más dinero ofrezca. Para calentar los ánimos y las ganas por pujar, poco a poco va introduciendo nuevos productos que acompañen a la tortada, como pueden ser jamones, botellas de bebida o décimos de lotería con el objetivo de motivar a los que pujan para que el resultado final sea el más alto posible.

La ceremonia se puede prolongar durante una hora, según el ambiente que haya y la temperatura que se registre bajo la carpa que separa a los festeros del cielo estrellado de una noche de febrero. Finalmente, y a la de tres, la adjudicación llegará, habrá ganador y todo acabará con una foto de familia.