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Abierta por restauración

Lorca apuesta por el turismo tras los terremotos

Una nueva campaña busca revitalizar su economía después de los desastres de los últimos años

Lorca apuesta por el turismo tras los terremotosEMILIA PÉREZ/EFE

Casi dos años después de los terremotos que devastaron la ciudad, dejando nueve muertos y graves daños en su patrimonio cultural, Lorca quiere mirar hacia adelante y apuesta por el turismo como motor para revitalizar su economía.

La ciudad, que en septiembre pasado sufrió unas importantes inundaciones, muestra con orgullo lo ya restaurado y trabaja para que el bordado lorquino, una seña de identidad de su Semana Santa, logre el reconocimiento de la UNESCO.

"Lorca es un pueblo acostumbrado a hacer frente a la desgracia", asegura el guía turístico David Romero durante una visita a la ciudad murciana y, resume así el deseo de muchos lorquinos de pasar página o, al menos, de asumir lo ocurrido con espíritu constructivo.

Prueba de ello son las visitas guiadas que bajo el lema "Lorca, abierta por restauración" se pusieron en marcha pocas semanas después de los seísmos, de 4,4 y 5,1 grados en la escala de Richter.

"No teníamos monumentos que enseñar y decidimos comenzar a mostrarlos con andamios", dice Inmaculada Tudela, que trabaja en la institución que vela por el patrimonio cultural de la ciudad, cuya reparación se ha estimado en más de cincuenta millones de euros.

El panorama era desolador. La ciudad murciana se quedó prácticamente sin iglesias y una de ellas, la de San Diego, se convirtió en símbolo del desastre tras venirse abajo su campanario en directo ante las cámaras de televisión.

Lorca también se quedó sin turistas: las visitas cayeron un 100%, aunque ya se ha recuperado el 60%, añade Tudela.

Veintidós meses después, los andamios ocultan muchas fachadas históricas, sólo hay una iglesia totalmente restaurada y las grúas le disputan a los campanarios un lugar en el "skyline" de la ciudad, dominado por el Castillo, construido entre los siglos IX y XV.

La fortaleza, que durante siglos marcó la frontera entre los reinos cristiano y musulmán, también sufrió daños el 11 de mayo de 2011: la Torre del Espolón se partió y se desplazó de su posición original, mientras que parte de la muralla se vino abajo.

La torre ya está restaurada y abierta a los visitantes, que pueden apreciar con claridad los vestigios de los terremotos.

En el recinto fortificado se inauguró en julio pasado el Parador Nacional de Turismo de Lorca, cuya apertura se demoró un año por los daños causados por los seísmos, de unos cinco millones de euros.

Durante su construcción aparecieron importantes restos arqueológicos, entre ellos una judería, en la que llegaron a vivir hasta 300 personas, y una sinagoga del siglo XV, la única visitable en España que no ha sido profanada por ninguna otra religión.

El Parador cuenta con una ocupación en torno al 50%, superior al 46% que se estima necesario para que estos establecimientos sean rentables, aunque su director, Juan José Asensio, recuerda que no lleva ni un año abierto y que esta Semana Santa esperan colgar el cartel de completo.

La Semana Santa es plena temporada alta en la ciudad, gracias a sus representaciones de hechos bíblicos-históricos y sus procesiones con mantos, estandartes y palios bordados artesanalmente en sedas matizadas y oro, algunos reconocidos como Bien de Interés Cultural.

El Ayuntamiento y las cofradías trabajan ahora para lograr que ese arte sea declarado Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO, como el flamenco o el tango, pero, como apunta Maruja, una de las mujeres que trabaja en los talleres, para asegurar el futuro del bordado "también tienen que mirar un poco a la bordadora".

Ella borda desde hace 28 años para el Paso Blanco, una de las principales cofradías de la ciudad y que mantiene con el Paso Azul una rivalidad que recuerda a la de adversarios futbolísticos.

Ni su hija ni la mayoría de sus compañeras saben bordar: la gente joven no va a tomar el testigo "si no puede vivir de ello", advierte, y revela que ella cobra 5,26 euros la hora.

David Torres del Alcázar, director del Museo de Bordados del Paso Blanco, asegura no tener constancia de esas reclamaciones, aunque sí comparte el temor por el futuro del bordado lorquino, a cuya supervivencia contribuyen organizando talleres de formación.

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