Los ´lorenzos´ de Jumilla son dos mallorquines que estos días es fácil verlos reunidos con el alcalde de la localidad, Francisco Abellán, o presentando una rueda de prensa junto con un consejero del gobierno autonómico para dar a conocer a los medios el proyecto de explotación de las minas de arena de silicio de la finca de Los Mochuelos y la construcción de una planta de tratamiento en la zona.

Pero si son conocidos popularmente como los ´lorenzos´ en esta población de unos 25.000 habitantes es porque desde hace tres años viven de lunes a viernes en este municipio, al que llegaron con el proyecto de recuperar la actividad de una antigua cantera de escasa actividad pero que guardaba un valor al alza en el mercado actual del vidrio: la arena de sílice.

Ellos son Llorenç Rigo y Llorenç Guardiola. Se asociaron en Mallorca para administrar una empresa de construcción especializada en la creación de campos de golf, y precisamente esta actividad les llevó en 2008 a la región murciana para emprender el proyecto de un nuevo campo de juego. Durante su estancia en Murcia comenzaron a sonar ante ellos rumores sobre la existencia en la región de una mina de arena de sílice, uno de los materiales importantes a la hora de construir un campo de golf. Eran comentarios que aseguraban que existía en Jumilla una cantera con muchas posibilidades, pero no dejaban de ser especulaciones que Rigo y Guardiola desconocían si se trataba de leyendas o teorías con cierto fundamento.

Pero, ya fuera por la crisis del sector y la escasez de trabajo, por un golpe de fortuna, o quizás por buen olfato empresarial, la verdad es que la ocurrencia de los ´lorenzos´ fue la de meter la nariz en el mundo de las minas y las arenas. Y las sensaciones fueron positivas. Llorenç Guardiola recuerda perfectamente la cara que puso el día que su socio le comunicó la nueva apuesta empresarial: «Llorenç, anam a s´arena!». Y a partir de ese día comenzaron su ruta de la arena.

La decisión estaba tomada, pero ahora empezaba en verdad la carrera de obstáculos. Visitaron la finca de Los Mochuelos, un lugar explotado desde hace tres décadas con una actividad de rapiña dirigida principalmente a la producción de cemento. La primera impresión que tuvieron los emprendedores mallorquines no fue precisamente la de haberse topado con un campo de oro. Además, de sus primeros contactos con gentes de Jumilla conocieron de la mala fama de la explotación por anteriores proyectos empresariales fracasados.

Conocido el terreno, decidieron contactar con el propietario de la finca, un empresario catalán que ha sido clave en el éxito de la iniciativa por la confianza que depositó en el proyecto mallorquín.

El siguiente paso fue sondear el mercado del sílice, y para esta misión hablaron con uno de sus proveedores habituales, el Grupo Guzmán, empresa valenciana distribuidora de materias primas. La respuesta que recibieron fue que se trataba de un proyecto interesante porque conecta con el mercado de la producción de vidrio, pero tremendamente complicado para gestionarlo desde cero.

O sea que los primeros golpes que recibieron los ´lorenzos´ con su proyecto minero no auguraban un camino de rosas: una explotación semiabandonada y una recomendación para que no se complicaran la vida en aventuras imposibles. Pero como si estuvieran guiados por el refranero, cogieron por bandera el ´de perdidos, al río´ y doblaron la apuesta. Entró en el proyecto el tercer empresario mallorquín de la construcción, Antonio Jiménez, y siguieron en su empeño de buscar salidas a una mina que en aquellos momentos aún no era de su propiedad.

A veces la suerte pasa volando, pero en este caso pasó navegando, porque el trío isleño tuvo noticias que una de las multinacionales del sector del vidrio que transporta arena de silicio, el Grupo Minerali, lo hacía desde Túnez a la ciudad italiana de Génova. Y como quien manda un mensaje a un concurso televisivo, Rigo y Guardiola se sentaron frente al ordenador, escribieron Minerali en un buscador, dieron con su página web y correo electrónico de contacto, y mandaron uno describiendo las posibilidades del proyecto de explotación de Jumilla.

«Eran las 12.30 horas cuando pasamos el correo y justo una hora después recibíamos una llamada de uno de los directivos de la empresa», recuerda Guardiola. Así de simple. En la primera conversación les comunicaron que para ellos era un tema muy importante hallar nuevos yacimientos de sílice, pero también demostraron cierto escepticismo respecto a la cantera murciana.

En pocas semanas llegaron a Jumilla geólogos italianos para analizar la arena de la finca y tras realizar el análisis en sus laboratorios el resultado fue más que positivo: el material era de calidad. Definitivamente, el proyecto de la arena acababa de despegar.

Llegados a este punto se formalizó la alianza con la empresa italiana mediante una sociedad participada en un 51 por ciento por la multinacional y un 49 por el grupo mallorquín Silicat Sand S.L., formado ya por seis personas: Llorenç Rigo, Llorenç Guardiola, Antonio Jiménez, Carlos de Vera, Sebastián Erasno y Juan Carlos Salvador.

El 10 de julio de 2010, tras dos años de lucha, nacía Minerali Industriali España S.L. Y como siempre pasa con la llegada de una nueva criatura, tras el parto comienza todo. Con el recién nacido en las manos la nueva sociedad empezó a plantearse su crianza, lo que significa, claro está, responsabilidades, decisiones y, sobre todo, inversiones.

Una inversión de cinco millones

El reto inicial estaba claro. La nueva sociedad italo-española necesitaba construir en Los Mochuelos una planta de tratamiento, lo que de buenas a primeras suponía una inversión de cinco millones de euros.

Con todas estas cuestiones en el aire, era ya el momento de ponerse la corbata y empezar a tocar puertas de despachos. Puertas del Ayuntamiento, del Gobierno regional, y también puertas de entidades bancarias para intentar contagiarles entusiasmo en unos momentos de tan escaso optimismo empresarial.

Atrás quedaban dos años viviendo en habitaciones del hotel Monreal de Jumilla y de pelearse contra la lógica para dar a entender que el proyecto era viable. Pero los ´lorenzos´ valoran especialmente estos meses de preparativos y de ´pisar la calle´ porque reconocen que les han servido para sentirse jumillanos y para que la gente de la localidad los reconozca. «Igual la crisis ha jugado a nuestro favor en este sentido, porque en tiempos de bonanza quizás hubiera sido más complicado que se escuchara nuestra iniciativa», afirma Guardiola.

El 25 de marzo de este año, con todos los temas cerrados, se hizo la presentación del proyecto en rueda de prensa. Allí, estaban Llorenç Rigo y Llorenç Guardiola junto a los directivos italianos, el concejal de Industria, el director general de Industria, una diputada regional, y representantes del Instituto de Fomento y de todo el tejido económico y social del municipio. El objetivo es que el mes de septiembre se comience el proyecto de construcción de una planta similar a la que el grupo italiano tiene en Túnez.

Las instalaciones de Jumilla se destinarán a lavado, molienda, clasificación, almacenamiento y drenaje del mineral para su posterior utilización en la fabricación de vidrio. En ese mismo acto de puesta de largo se anunció que se generarán 25 puestos de trabajo directos y un centenar de empleos indirectos. Además, la empresa tiene muy claro que esto sólo es el comienzo para Jumilla, puesto que esta actividad atraerá otros sectores relacionados.

Una de las características del plan de trabajo para explotar la cantera jumillana es el proyecto de recuperación ambiental de la zona. «Para esta labor contamos con la experiencia italiana y con el asesoramiento del colectivo ecologista de Jumilla, que ya conoce la filosofía medioambiental del Grupo Minerali», señala Llorenç Guardiola.

Consiste en una recuperación inmediata de la zona de extracción y en un proyecto de creación de un parque público que además permita a la gente conocer la realidad de un espacio minero. En Jumilla se trabaja en el estudio de las mariposas y las aves. Pero los retos continúan, y tras las presentaciones, ahora el objetivo es que la maquinaria funcione, comience la producción, y aparezcan los primeros acuerdos comerciales. Y a partir de ahí, a seguir soñando en nuevas minas por descubrir.