Entre lágrimas y un profundo silencio, los familiares, amigos y, sobre todo, los vecinos de Águilas despidieron ayer a su paisano Alfonso Escámez, el botones que llegó a presidente del Banco Central Hispano y que siempre presumió de su pueblo natal allá por donde iba. La iglesia parroquial de San José estaba abarrotada cuando llegaron los cinco coches fúnebres repletos de coronas de flores poco después de las doce y media de la mañana. Minutos antes, se concentraban cerca de medio millar de personas en la plaza de España de la localidad, justo enfrente del templo, esperando despedir a uno de sus vecinos más ilustres, que murió el domingo en Madrid a los 94 años.

"Tenía un corazón enorme. Fue como un padre para mí", relataba emocionado Paco, que junto a su mujer Lolita compartió casi 40 años de buenos momentos con el banquero, especialmente largos veranos en la casa que Escámez tiene en la localidad costera.

Nadie en el pueblo tenía un sólo reproche para el banquero, que permaneció en activo 62 años y fue el mejor ejemplo de un hombre hecho a sí mismo. "Es un gran orgullo para nosotros que una persona que empezó de la nada se convirtiera en alguien tan importante", comentaba a las puertas de la iglesia Pedro Román, uno de los vecinos que acudieron al entierro. A su lado, Nicolás García 'Cucaleras' y el concejal Pedro Gil recordaban cómo Alfonso nunca olvidó sus orígenes. "Todo el que le pedía un favor era correspondido, sin importar la clase social a la que perteneciera", afirmaban.

Su sobrino Antonio Escámez explicó que, para su tío, el pueblo que le vio nacer y crecer "era lo máximo" y que por eso "ejerció de embajador de Águilas hasta el final". También tuvieron palabras para el fallecido el presidente de la Comunidad Autónoma, Ramón Luis Valcárcel, que destacó, al término del funeral, que el banquero fue "un ejemplo de superación que todos debiéramos de seguir". El consejero de Obras Públicas y ex rector de la Universidad de Murcia, José Ballesta, señaló que Alfonso Escámez "me reñía cada vez que iba a Madrid y no pasaba a verle". La consejera de Economía, Inmaculada García, alabó su "cabeza privilegiada", y tanto Juan Ramírez como Francisco Jódar, alcaldes de Águilas y Lorca, lamentaron "la pérdida de un gran hombre".