Volvo se escribe con «R». ¿Sorprendente? No. Reeducar, reciclar, recuperar, reparar, reutilizar. La marca sueca siempre ha sido abanderada en nuevas tecnologías, primero en seguridad (con la introducción del cinturón de tres puntos de anclaje en 1959), pero también lo fue en sostenibilidad cuando lanzó la sonda lambda para medir la calidad del aire en el escape. Ambas patentes fueron liberadas para que cualquier fabricante pudiera incorporarlas en sus modelos sin incrementar los costes de los mismos. Esa línea de colaboración sigue más viva que nunca.

«La sostenibilidad no es el ecologista que quiere volver a la cueva; existe el progreso sin dañar el planeta»

José María Galofré, Consejero Delegado de Volvo España, coincide con esta filosofía desde siempre. Hoy, con la sostenibilidad y a necesidad de reducir las emisiones, el espíritu colaborativo como el Volvo juega un papel esencial. «El objetivo de disminuir los niveles de CO2 en todo el planeta es de todos y obtener resultados lo antes posible va más allá de los objetivos de márketing. Vivimos en la era que denominan el ‘antropoceno’, en la que el hombre ha transformado el clima con sus acciones y tenemos que tomarnos muy en serio la necesidad de echar el freno y trabajar por el medio ambiente», señala Galofré.

Inversión en energías limpias

La marca sueca insta a todos los actores del sector de la automoción (incluyendo líderes políticos y fabricantes) a invertir más en energías limpias para aprovechar el potencial climático de los vehículos eléctricos. «La sostenibilidad no es el ecologista que quiere volver a la cueva. No. Existe el progreso sin tener que dañar al planeta. Se puede lograr actuando sobre la cadena de valor para reducir los niveles de CO2, empleando una economía circular más limpia y sostenible, sin renunciar a los adelantos tecnológico», admite el responsable de Volvo en España. «El objetivo es muy sencillo: hacer todos mejor las cosas, desde los fabricantes a los proveedores, y los legisladores», afirma Galofré, «y debemos invertir en lo que llaman las ‘5R’: Reducir (el CO2), Reciclar , Recuperar, Reparar, Reutilizar. Y yo añadiría algo esencial. Reeducar. No se trata de parar de hacer coches, se trata de ser sostenible haciéndolos, empleando energías renovables, reduciendo el uso de plásticos, electrificando los modelos. Debemos reeducar todo el proceso industrial. Porque nos jugamos mucho», afirma.

AHORRO EN CLAVE ELÉCTRICA

Hakan Samuelsson, expresidente de Volvo, advirtió en la cumbre del COP26 que «por encima de la cuenta de resultados de la compañía está la sostenibilidad». Y ese es un mantra que se repite constantemente en Volvo. «Está claro que un vehículo enchufable acaba siendo más barato que uno de combustión. Por su valor residual y porque el ahorro de combustible puede rondar los 5.000 euros en cinco años. La electrificación es la solución pero a diferentes niveles. En las ciudades está claro que es más fácil porque los recorridos son más cortos, pero desde Volvo queremos mostrar a las áreas rurales que la transición es posible», explica Galofré. «Es duro, es un cambio disruptivo, pero nos la jugamos todos», advierte.

«El conductor del coche eléctrico está más sensibilizado. Un ejemplo: si un Volvo XC40 Recharge (100% eléctrico) se recarga con electricidad procedente de fuentes limpias, la huella de CO2 del vehículo durante todo su ciclo de vida se reduce a unas 27 toneladas de CO2 (frente a las 59 que emite un XC40 con motor de combustión)», afirma. Está claro. La apuesta de Volvo por el futuro merece la pena.