Política exterior

Cuba intenta atraer inversiones y turistas de Rusia en medio de su peor crisis en décadas

Borrell viaja a la isla para consolidar la influencia de la UE mientras Moscú triplica su comercio con La Habana en un año

Cuba intenta atraer inversiones y turistas de Rusia en medio de su peor crisis en décadas.

Cuba intenta atraer inversiones y turistas de Rusia en medio de su peor crisis en décadas.

Mario Saavedra

La situación económica en Cuba es extrema. Algunos la comparan con el terrible “período especial” de los noventa, cuando dejaron de llegar las ayudas de la Unión Soviética, que colapsó en 1991, y Estados Unidos aprovechó para apretar aún más el embargo a la pequeña isla caribeña. Los alimentos escaseaban y la gente salía del país como podía. Se produjo la crisis de los balseros, que intentaban cruzar el pequeño trozo de mar que los separaba de Norteamérica en remedos de embarcaciones improvisadas. La situación ahora es similar, incluso peor. El golpe llegó con la pandemia en 2020, y se sumó al endurecimiento de las sanciones y a una serie de desastrosas decisiones económicas de su Gobierno.

El resultado ha sido una crisis total y el éxodo. Sólo a Estados Unidos se fueron el año pasado 270.000 cubanos. Es la cifra más alta de toda su historia. Faltan alimentos, medicinas, combustible, y la inflación está desbocada: 40% de subida de los precios en 2022. Y eso en la economía formal; la situación en la sumergida es aún peor: la inflación ronda el 500%, según las peores estimaciones.

El Gobierno de La Habana busca ayuda. Ha mandado misiones comerciales a distintos países, entre ellos España, y recibe a todos aquellos que le pueden ofrecer algún tipo de acuerdo o ayuda. Este mismo jueves, el máximo responsable de la diplomacia europea, Josep Borrell, comienza una visita de tres días a Cuba, en la que tratará de consolidar la influencia europea en la isla. 

El escenario geopolítico mundial está cambiando muy rápidamente, y Bruselas se ha propuesto acercarse, esta vez en serio, a América Latina. No sobran aliados. No pueden permitir que China, sobre todo, pero tampoco Rusia, coopten a una región clave en materias primas.

Y es en ese contexto en el que Rusia ha entrado en escena. En 2022, el intercambio comercial entre Cuba y Rusia alcanzó los 420 millones de dólares. La cifra es el triple que el año anterior. El pasado 17 de mayo, representantes de medio centenar de empresas de Rusia viajaron a la isla para buscar oportunidades de negocio en el marco de su “asociación estratégica”. El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, visitó a su homólogo ruso Vladímir Putin a finales de noviembre pasado, ya comenzada la invasión de Ucrania. Buscaba un socio con el que paliar la rotunda crisis económica del país. 

Hace cinco días, la compañía estatal rusa Aeroflot anunció que reanudará los viajes hacia Cuba el próximo 1 de julio. Por el momento, con un vuelo directo (13 horas) de Moscú a Varadero. Cuba puede tener en el turismo ruso un auténtico filón, habida cuenta de que el espacio aéreo de medio mundo está cerrado para los vuelos desde Rusia. 

“Con Rusia hay una relación histórica y Moscú ha dado apoyo político a La Habana frente a las sanciones y ha ayudado al régimen a sortear las restricciones financieras impuestas por Estados Unidos”, explica a este diario Anna Ayuso, investigadora sénior para América Latina de CIDOB. “También le proporciona algo de petróleo. Pero Rusia no es el gran financiador de Cuba. La influencia es por el momento mayor de China, Brasil o, desde luego, de Venezuela. 

Cuba juega con Rusia un doble juego. En la resolución de condena de la agresión a Ucrania en la Asamblea de Naciones Unidas se abstuvo, al igual que otros países no alineados como Irán. No ha apoyado activamente la invasión rusa. Necesita a la UE, en particular a España, pero no puede rechazar nada. 

Reconocimiento de la crisis económica en Cuba

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, ha reconocido este miércoles la catastrófica situación en la isla. El escenario económico es “extraordinariamente complejo” y eso ha generado "insatisfacciones" en la población, informa EFE. El también presidente del único partido permitido en la isla, el Partido Comunista de Cuba, declaró ante los representantes de su formación que “en los últimos meses se han complejizado un grupo de situaciones como problemas de la generación eléctrica y el déficit de combustible", según ha relatado la prensa oficial. 

Cuba lleva tres años soportando una triple crisis. Por un lado, la pandemia azotó fuerte sobre un sistema sanitario mermado. Los turistas dejaron de acudir a la isla. La crisis global frenó las inversiones. Los insumos no llegan. La segunda crisis es la de siempre, la de las dificultades de los paquetes de embargo sistemáticamente sostenidos, en ocasiones aumentados, desde Washington. La tercera fue autoinfligida: la dolarización parcial de la economía y la depreciación del peso cubano.

“Antes de la reforma monetaria de 2020, en Cuba existían dos monedas: la local -los pesos cubanos- y los pesos convertibles -con paridad dólar, que eran los que utilizaban los turistas y las tiendas especiales de productos importados”, explica Ayuso que participa también en el foro UE-Cuba. “Siempre se decía que esa situación era insostenible. Los pesos cubanos no servían para nada. La gente trataba de conseguir los convertibles o, directamente, el dólar, cuando se podía. El Gobierno decidió dejar solo el peso cubano, pero para ello tuvo que subirlo de cotización interna y relacionarlo con el dólar. Tuvieron que subir los sueldos y se generó una enorme inflación”.

Desde los medios adeptos al régimen argumentan que la situación crítica de la isla es culpa de los 64 años de sanciones de Estados Unidos. De lo que llaman guerra económica, comercial y financiera. Piden que se retire a Cuba de la lista de Países Patrocinadores del Terrorismo, porque “eso impide inversiones extranjeras, las transacciones bancarias o la compra de productos imprescindibles para el desarrollo del país, presiona a las agencias turoperadoras de turismo y por supuesto incrementa el descontento popular, debido al sostenido agobio por la falta de alimentos, medicinas, problemas con el petróleo, el transporte”, escribe Arthur González en Heraldo cubano. 

El Gobierno también ha tratado de liberalizar algo la economía de la isla. Las pequeñas y medianas empresas privadas en Cuba son legales desde hace año y medio. Pero el entorno no podía ser peor para este histórico experimento, que recuerda a los primeros pasos que dio China antes de abandonar el comunismo hacia el actual capitalismo de Estado.

“Hay más de 7.000 pymes que alivian la economía cubana y una inversión extranjera de más de 300 negocios”, dijo este lunes en Madrid Antonio Luis Carricarte, presidente de Cámara de Comercio cubana, en un foro comercial organizado por la embajada cubana en Madrid. “Existen 708 oportunidades de negocios divididas principalmente en 197 proyectos para alimentos; 130 para el turismo; 128 para energías renovables; y 116 para petróleo".

Tráfico en Cuba.

Tráfico en Cuba. / SHUTTERSTOCK

En este contexto, el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, inicia este jueves una visita de tres días a Cuba. En su agenda hay mucho contenido económico, pero también político. Se reunirá con el canciller cubano, Bruno Rodríguez, y participará en el tercer consejo conjunto UE-Cuba, un organismo que se reúne periódicamente para dar cumplimiento al Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación (ADPC). El punto de fricción será sin duda la situación de los derechos humanos. Las protestas antigubernamentales de 2021 fueron reprimidas con dureza. Miles de personas fueron detenidas. 700 de ellas han sido sentenciadas hasta el momento, en algunos casos con hasta 30 años de cárcel, informa EFE. Varias ONG, entre ellas Amnistía Internacional y Human Rights Watch han pedido a Borrell que presione por su liberación. Desde la prensa del régimen se rechazan estas alegaciones, y se asegura que estas organizaciones “yanquis” quieren que el responsable de la diplomacia europea chantajee al Gobierno cubano para hacer descarrilar la revolución.