Relaciones entre Francia y África

Macron reivindica el 'softpower' ante el retroceso de la influencia francesa en África

El presidente detalla su estrategia para el continente africano tras los reveses sufridos en Mali y Burkina Faso | El dirigente anuncia una menor presencia de soldados franceses sin que esto comporte el cierre de bases

El presidente de Francia, Emmanuel Macron.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron. / STEFANO RELLANDINI

Enric Bonet

De la ilusión de la novedad al pragmatismo fruto de cierta resignación. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha explicado este lunes por la tarde su estrategia para África, donde Francia sufrió reveses notables tanto en el ámbito militar como geopolítico. Un discurso pronunciado desde el Palacio del Elíseo, dos días antes de emprender una gira diplomática por cuatro países de África Central: Gabón, Angola, Congo y República Democrática del Congo (RDC). Las retiradas forzadas de las tropas francesas en Mali y Burkina Faso supusieron un duro golpe para el dirigente centrista, quien considera esenciales los vínculos de su país y de la Unión Europea con el continente africano. Pese a la presencia creciente de potencias rivales como Rusia o China, Macron ha defendido la necesidad de continuar con una retirada progresiva de soldados franceses de África y reforzar sus lazos a través de la economía y la sociedad civil ('softpower'). 

El presidente reivindicó una receta muy parecida a la expuesta en noviembre de 2017 en Uagadugú. Entonces, un joven dirigente centrista, de 39 años y recién elegido, prometió pasar página de las políticas neocoloniales de la 'Franciáfrica'. Cinco años después, asegura defender la misma vía. Una apuesta razonable en el plano teórico, aunque debilitada por la pérdida de influencia de Francia y los escasos éxitos diplomáticos desde 2017. El tablero africano refleja el carácter competitivo y caótico de las actuales relaciones mundiales. La influencia gala no solo se ve lastrada por la presencia creciente de potencias rivales, como Rusia o China, sino también de teóricos aliados que actúan cada vez por su cuenta y con su propia agenda, como Turquía o Israel.

“No creo” en la competición militar

“Muchos querrían llevarnos a una competición (entre potencias). No creo en esto. Esta vía representa un impás”, dijo Macron en su discurso, refiriéndose, sin citarla explícitamente, a la influencia creciente de Rusia. A través de su grupo de mercenarios Wagner, Moscú ha reemplazado la presencia militar francesa en Mali y podría hacer lo mismo en Burkina Faso, además de disponer una presencia destacada en República Centroafricana.

Aunque resulta evidente de que África es una “tierra de competición”, según reconoció Macron, el dirigente centrista no quiere contrarrestar esta creciente influencia rusa encerrándose en una política de despliegue militar. En su discurso en el Elíseo, anunció un nuevo “modelo de asociación militar”. Este consistirá en mantener las actuales bases militares francesas, pero con una “menor presencia” de soldados galos y una mayor responsabilidad de “nuestros socios africanos”. Francia tiene desplegados actualmente unos 5.500 soldados en suelo africano, 3.000 de ellos en países del Sahel como Níger y Chad.

“Hoy en día, demasiadas de nuestras empresas continúan sin ofrecer sus productos de mejor calidad cuando intentan venderlos al continente africano”, lamentó Macron. Pidió pasar “de una lógica de la ayuda económica a las inversiones y las inversiones” en un continente que describió como “uno de los mercados más dinámicos en el mundo en el futuro”. Además de los económicos, reivindicó reforzar los vínculos educativos, deportivo, culturales —anunció una nueva ley que establezca un marco para el retorno de obras de arte africano— o en la lucha contra el cambio climático y en defensa del medioambiente. Todo ello, dijo el presidente, intentará reflejar en la gira africana de esta semana, la cual empezará con una cumbre contra la desforestación en Libreville.

Apuesta criticada por la realpolitik

Macron iniciará el miércoles este viaje por cuatro países de África Central. Ninguno de ellos forma parte de la inestable región del Sahel, donde Francia se vio obligada a retirar sus tropas (en Mali y Burkina Faso) y existe un fuerte sentimiento antifrancés, que se escampa en el resto del continente. Gabón, Angola, Congo y República Democrática del Congo representan “países estables”, destacan desde el Elíseo. La otra cara de la moneda de esta estabilidad son sus gobiernos caudillescos, al menos en dos de ellos (Gabón y el Congo). 

Además, Gabón, el Congo y Angola se abstuvieron la semana pasada en la votación en la Asamblea General de la ONU en que se pidió una retirada de las tropas rusas de Ucrania. “Debemos combatir el relato que dice que hay una separación entre Ucrania y el resto del mundo (países no occidentales)”, afirmó el presidente, quien ya había reprochado el pasado verano a varios dirigentes africanos su indiferencia ante la causa ucraniana y oposición a adoptar sanciones contra Rusia. Esta vez, quiso mostrarse “más modesto” y reivindicó su “pragmatismo”.

De hecho, Macron recibió críticas por sus múltiples reuniones en las últimas semanas con algunos de los dirigentes africanos más controvertidos. Por ejemplo, a principios de febrero recibió en el Elíseo a Abiy Ahmed, presidente de Etiopía, cuyo Ejército fue acusado de “crímenes de guerra” en la sangrienta guerra en la región del Tigré. Un día antes, se reunió con el chadiano Mahamat Idriss Déby, quien tomó las riendas de su país tras dar un golpe de Estado y sucedió a su padre, quien estuvo 30 años en el poder. 

Y su gira de esta semana ha sido denostada por reunirse en plena campaña electoral en Gabón con el presidente Ali Bongo, cuya familia dirige con mano de hierro este país rico en petróleo desde hace más de 50 años. Una realpolitk que parece fruto del declive francés en África. Y la necesidad de contrarrestarlo como sea. Macron defiende mantener la influencia, pero basada en una estrategia de 'softpower', menor influencia militar y más puentes culturales y económicos.