A dos semanas de las trascendentales elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos los ojos de todo el país se vuelven de nuevo hacia Pensilvania. El estado bisagra apunta una vez más a ser decisivo, en esta ocasión en la disputada pelea por el Senado, la cámara que los demócratas controlan solo por el voto de la vicepresidenta, Kamala Harris y donde el 8 de noviembre se votan 35 de los 100 escaños.

Pero Pensilvania es también donde tiene especial atención puesta Donald Trump, que pretende replicar allí la estrategia de 2020 de cuestionar y retar resultados desfavorables, usando esa nueva cruzada como “ensayo general” de una potencial carrera presidencial en 2024. Y el estado cuyo apodo es “la piedra angular” vuelve a estar en el centro de unas elecciones y, quizá, en el epicentro de otro terremoto político.

La carrera al Senado

Las fallas de ese seísmo se han ido moviendo en los últimos meses. Hace no tanto John Fetterman, el vicegobernador que es candidato demócrata al Senado, llevaba una cómoda ventaja de más de 10 puntos sobre el doctor Mehmet Oz, un cardiólogo que fue popular figura mediática antes de dar el salto a política y lograr, con el respaldo de Trump, la nominación republicana.

Con sus dos metros de estatura, tatuajes, perilla, su gusto por bermudas deportivas y sudaderas con capucha, Fetterman es un demócrata de imagen singular. Progresista pero con la experiencia de 13 años como alcalde de Braddock, una pequeña localidad cerca de Pittsburgh afectada por la desindustrialización y de mayoría de población negra y de bajos ingresos, Fetterman conectaba con la clase trabajadora y con sus preocupaciones era visto como una buena opción de recuperar a votantes rurales de Trump en un estado que Biden ganó en 2020 estado por solo un punto, apoyado especialmente por los centros urbanos.

Pero Fetterman, que sufrió un ictus en mayo justo antes de las primarias y arrastra secuelas con problemas de comprensión auditiva y de expresión, ha ido viendo como su rival acortaba las distancias. El campo republicano cuestionaba la capacidad del demócrata de estar física y cognitivamente recuperado y preparado para desempeñar el cargo. Pero además el doctor Oz iba avanzado entre un electorado que, como a nivel nacional, está dando alas en esta recta final de campaña a los republicanos, que centran su mensaje en la inflación, la lucha contra el crimen o la inmigración, cuestiones en las que Oz acusa a Fetterman de mantener posiciones “extremistas” y “radicales”.

Así la pelea ha llegado a ponerse al rojo vivo, haciendo que la lucha por el escaño en Pensilvania, de donde se retira el senador republicano moderado Pat Toomey, esté marcada junto a las de Georgia, Nevada, Wisconsin, Arizona y Ohio como las que definirán el control de la Cámara Alta.

En esas circunstancias se llegaba este martes por la noche a un debate entre Fetterman y Oz, un cara a cara donde los candidatos han reproducido en persona los agrios ataques que llevan meses librando en anuncios y mensajes. Era un duelo que el demócrata se había resistido a librar ante las cámaras y en el que se habían habilitado medidas especiales, como colocar unas pantallas donde Fetterman podía leer por escrito transcripciones instantáneas de lo que decían los moderadores y Oz. Y según algunos demócratas, habría sido mejor hubiera seguido negándose a debatir (los republicanos llevaban meses pidiendo más de un debate y que alguno se celebrara antes del 19 de septiembre, cuando empezó el voto anticipado en Pensilvania).

Aunque como ha hecho en sus estrictamente controlados y limitados actos públicos el candidato ha insistido en que está en el camino de la recuperación y preparado para servir, como han atestiguado sus médicos, durante la hora del debate han quedado en evidencia sus problemas de expresión, con serias dificultades para articular su discurso o encontrar palabras. Esos apuros han sido especialmente significativos cuando ha abordado sus posiciones políticas sobre el 'fracking' y ha titubeado y dado una respuesta inconexa a una pregunta sobre declaraciones del pasado donde rechazaba la técnica de extracción hidráulica, que es fundamental para la economía de Pensilvania y que ahora apoya.

La actuación de Fetterman, que nunca ha sido un gran comunicador pero además se medía a un hombre que tuvo durante 13 años su propio programa de televisión y se maneja con soltura extrema ante las cámaras, ha sido incómoda. Ha llegado a ser definida en Axios de “dolorosa”. Y que en el debate, como hasta ahora, el demócrata no haya querido comprometerse a hacer públicos los informes médicos completos sobre su estado no va a ayudarle.

Cómo reaccionarán los votantes está por ver, pero el encuentro también ha servido para recordar dos propuestas políticas muy diferentes. Fetterman, por ejemplo, ha apoyado la subida del salario mínimo de los 7,25 dólares actuales en Pensilvania a 15; Oz, por su parte, ha defendido que “las fuerzas del mercado se han encargado ya de subirlo”. Y aunque en todo el país se ha estado diluyendo la movilización en rechazo a la decisión del Tribunal Supremo de derogar la protección constitucional al derecho al aborto que en verano dio un impulso a los demócratas, estos sin duda tratarán de explotar las palabras del Doctor Oz durante el debate. Aunque desde que ganó las primarias ha moderado algo sus radicales posturas (llegó a decir que cualquier interrupción embarazo “sigue siendo asesinato”), este martes declaró que la decisión deben tomarla “mujeres, médicos y líderes políticos locales”.

La estrategia de Trump

Los sondeos antes del debate muestran a Fetterman solo dos puntos por encima de Oz, dentro del margen de error de las encuestas. Y esa ajustada carrera no tiene en vilo solo a los demócratas. El expresidente Trump ha estado manteniendo reuniones en persona y llamadas con aliados, activistas y abogados en las que se están preparando planes para retar los resultados electorales si Oz no gana contundentemente a Fetterman o si el recuento el mismo 8 de noviembre o después está ajustado.

La idea, según reveló la revista ‘Rolling Stone’, es replicar el reto que ya realizó en las presidenciales del 2020 al recuento en Pensilvania y en feudos urbanos demócratas como Filadelfia. Y una fuente de la revista que ha hablado con Trump de ese potencial escenario ha dicho que el exmandatario ve ese reto a los resultados de las elecciones de mitad de mandato como “un ensayo general” de su posible campaña presidencial en 2024.