La cumbre del G7 celebrada en la castillo de Elmau, en el sur de Alemania, ha culminado este martes con una declaración cerrada en su apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa. La guerra y las consecuencias generadas por el conflicto han acaparados casi todo la atención del encuentro de tres días con el que el Gobierno alemán ha intentado ganar relevancia en el actual contexto de rearme y reforzamiento de bloques.

“Ha surgido un gran confianza. Ello nos ayudará en los próximos tiempos”, ha dicho el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, en la rueda de prensa final. En ella, ha remarcado la importancia de recuperar las cumbres en persona tras dos años de pandemia. La declaración final de la cumbre marca tres objetivos fundamentales del grupo de siete potencias económicas: el apoyo incondicional a Ucrania, el combate del creciente hambre en el mundo y el avance en los objetivos climáticos del Acuerdo de París.

El coste de la guerra

Vladímir Putin no puede ni debe ganar esta guerra. Este ha sido el mensaje repetido por los jefes de Gobierno de los países integrantes del G7. Independientemente de si los países occidentales creen realmente en ese objetivo, la declaración final de la cumbre promete casi 30.000 millones de dólares para que Kiev pueda hacer frente a la guerra y garantice los servicios mínimos a su población. También se comprometen a implicarse en la reconstrucción del país, pero sin establecer cifras. Para ello, el G7 plantea la celebración de una conferencia de reconstrucción. Scholz ha hablado literalmente este martes de poner en marcha un 'Plan Marshall' para Ucrania.

“Impondremos costos significativos y constantes a Rusia que contribuyan a poner fin a la guerra”, apunta la declaración final en referencia a futuras nuevas sanciones contra la economía rusa. Restricciones a la exportación de oro ruso y una limitación al precio de exportación del petróleo de Rusia fueron tema de debate, pero no hubo finalmente acuerdo sobre medidas concretas.

Anuncios de EEUU

A pesar de que Alemania haya sido el anfitrión, EEUU no ha tenido reparos en hacer anuncios de manera unilateral y antes de la rueda de prensa de clausura protagonizada por el canciller Scholz. Como apuntan algunos medios y agencias de Alemania, la delegación liderada por el presidente Joe Biden no ha respetado la práctica habitual en este tipo de encuentros: es decir, que la oficina de prensa del país anfitrión haga los anuncios de acuerdos alcanzados en la cumbre.

Preguntado al respecto, Scholz ha quitado hierro al asunto y subrayado que el encuentro ha servido para fomentar el multilateralismo. En esa línea se entiende la invitación a la cumbre de países de la periferia global que no forman parte del bloque económico, con economías emergentes: Argentina, India, Indonesia, Senegal y Sudáfrica. Ante una Rusia que sigue comerciando con naciones que no forman parte del bloque occidental, para el G7 cobra importancia sumar apoyos en su plan de sanciones contra Rusia.

Los otros dos temas de la declaración final, la lucha contra el creciente hambre en el mundo y contra el cambio climático, han quedado en un segundo plano: los líderes del G7 se comprometen a aportar 4.500 millones de dólares para paliar una ola de hambre que padece el sur global, azuzado por la desigualdad, la pandemia y las consecuencias de la guerra de Ucrania, y proponen la creación de un “club del clima” para los países que quieran acelerar en el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de País contra el calentamiento global. ONG humanitarias y ecologistas critican ambos anuncios por considerarlos insuficientes.