LUIS FERNÁNDEZ-VEGA

Director del Instituto Ofmatológico Fernández-Vega

Ana SAMBOAL

El Instituto Fernández-Vega “no es una clínica privada al uso, es algo más” –dice su director y fundador–. Luis Fernández–Vega Sanz ha levantado un nuevo concepto de clínica oftalmológica en España en el que la atención especializada del paciente convive y se alimenta de la investigación universitaria propia. Él, cuarta generación de una familia volcada desde hace más de un siglo en el cuidado del ojo, ha colocado a Oviedo en el mapa sanitario como referencia internacional de prestigio en la atención oftalmológica. Por sus consultas, no hay día que no pase una cara conocida: de reyes a jeques árabes, de ministros a cantantes o actores de Hollywood. Fernández–Vega ejerce como médico oftalmólogo, pero es también director del Instituto, profesor universitario, jefe del servicio de Oftalmología del HUCA y presidente de la Fundación Princesa de Asturias. Y solo trabaja catorce horas al día.

"Tabletas y móviles hacen que haya más miopía, la pantalla no es mala, pero apenas se parpadea y el ojo se seca"

"A los 45 años, casi todo el mundo tiene vista cansada o presbicia, es el momento de una revisión ocular completa y de continuarlas regularmente a partir de ahí cada dos años"

–El desarrollo del Instituto ha ido en paralelo al de la ciencia y el tratamiendo de dolencias del ojo.

–Eso es así. El envejecimiento de la población hace que aparezcan una serie de enfermedades. Cada vez tenemos más pacientes, pero no sólo con dolencias propias del envejecimiento, sino también procedentes de esa época en la que todo el mundo quería operarse para quitarse las gafas. Todo eso hizo que creciese exponencialmente. Y, además, y éste es un hecho importante, teníamos un especialista para cada cosa del ojo, algo que no había casi en ningún sitio. En otras clínicas, si una persona tenía un problema de retina y el oftalmólogo no era de retina, tenía que mandarlo a otro especialista. Nosotros tenemos todo dentro del mismo grupo. Eso también fue importante en nuestro crecimiento. Cuando ahora una persona tiene un problema de ojos serio, al menos se plantea la posibilidad de venir a Oviedo.

–Y se ha convertido en un motor de la ciudad.

–Sí, porque vemos cien mil pacientes al año aquí, de los cuales casi 75% son de fuera de Asturias.

El director del Instituto Ofmatológico Fernández-Vega. | IRMA COLLÍN
–Hoteles, restaurantes, taxis están agradecidísimos.

–Incluso las tiendas. Hay gente que conoce Asturias porque viene a la consulta y después repite y viene en verano a pasar unos días. Hace unos años, en plena crisis, casi en 2012, cuando estaba todo tan mal, la Universidad de Oviedo hizo un estudio sobre la repercusión que tenía nuestra clínica en la economía regional. Medía diez parámetros. Una de las conclusiones fue que el 10% de las pernoctaciones hoteleras eran de nuestra clínica. Y eso que ahora hay mucha gente que viene y va en el día.

–También la vinculación con la universidad. Para alguien que quiera ser oftalmólogo es una prioridad estudiar y hacer los primeros años aquí.

–Está aprobada, pero no tenemos docencia postgraduada. Han hecho la especialidad en otro sitio y vienen a rotar aquí, pero no hemos querido tener MIR porque no podemos dejar operar a gente con poca formación.

–¿Cuál es su diferencia?

–Primero, un especialista para cada materia de máximo nivel, muy bien formado, con muchísima experiencia. Se les exige para poder entrar en plantilla clínica. También, muy importante, una investigación básica en la que trabajan veinte personas. Les trasladamos continuamente problemas no resueltos. Se refleja en múltiples publicaciones científicas y esto no lo hacen las clínicas al uso. La gente sabe que nuestros resultados son, en general, mejores. Vamos siempre a la excelencia. ¿Qué es la excelencia? La marcan pequeñas pautas de resultados. Porque venir a Oviedo no es tan fácil. Es más fácil quedarse en Madrid o Barcelona. Y la gente viene.

–También les han dado una gran proyección algunos de sus pacientes.

–Aquí todos los días hay alguien famoso. Desde que estuvo el rey de Arabia Saudita, hasta que… Es un reclamo muy importante, pero para nosotros son importantes todos los pacientes. Y yo estoy muy contento de que pacientes de mi propia región confíen en nosotros.

“Lo decidirán los Reyes, pero lo más probable es que durante mi presidencia la princesa Leonor lea su primer discurso en público”

–¿Qué porcentaje hay en usted de médico y empresario?

–Nunca pensé que iba a ser empresario. Y no me lo enseñaron en la facultad. Me gustaba mucho la Medicina, hice carrera, pensé en hacer todas las especialidades del mundo, porque cada vez que estudiaba una cosa me gustaba. Como tenía el empuje familiar de la oftalmología, con tantas generaciones por detrás, decidí hacer ésa. Pero me di cuenta de que, si quería crecer, debía tener más gente en la organización. En época de mi padre, un oftalmólogo abarcaba prácticamente toda la especialidad. En mi época ya era imposible. Entonces, si tenías gente trabajando para ti, automáticamente te convertías en empresario. No sabía lo que era un empresario, esa es la verdad, tuve que llamar a una empresa porque estaba viendo que crecía más el esqueleto que el traje. Y tuve que aprender. Pero el 80% de mi tiempo al día o más lo dedico a la Medicina.

–La clínica es un centro sanitario, pero también un negocio.

–De toda esa parte de negocio se ocupan dos gestores. Cuanto termino la consulta, me dicen: “Ha ocurrido esto o lo otro”. Y tienen libertad absoluta para hacer, siempre con mi supervisión.

–¿Qué le parece la demonización que se hace de la sanidad privada en la vida pública?

–Es injusta. Tiene que convivir perfectamente la sanidad privada con la pública. Hay una cierta demonización, pero incluso los propios políticos muchas veces escogen la sanidad privada, y eso entra dentro de la libertad individual. Cada uno va donde tenga más confianza, por el motivo que fuere y donde considere que va a estar mejor atendido, aunque después, para el mitin político, puedan decir otras cosas. Lo importante es que la sanidad sea buena y accesible.

–Dijo usted que operaría de miopía a todos los políticos.

–Los políticos, en general, tienen una mentalidad cortoplacista. Están viendo muy cerca lo que va a pasar en las próximas elecciones y tienen que decir cosas para ganar votos. Creo que era Churchill el que decía que el buen político no era el que estaba gestando algo para la próxima elección, sino el que gestaba algo para las generaciones venideras. Por eso digo que el político debe tener un poco más de altura de miras, de mirar más a largo plazo, por encima de las cosas, un poco más allá. Y los de ahora, como el miope, tienen una visión corta de vista. Hay que operarles para que tengan visión más a largo plazo.

–¿Cómo está gestionada la sanidad en España?

–Muy bien. Tenemos una sanidad pública excelente, como no existe en prácticamente ningún sitio del mundo, en Europa desde luego. Indudablemente, todo es mejorable. Hay que adecuar el crecimiento de la demanda de la población a la oferta que se le puede hacer. Tienen que hacerlo los políticos. En este momento, tenemos una sanidad pública excelente y coexiste con una actividad privada en muchas facetas también muy buena.

–¿Cómo es la salud ocular de los españoles?

–Buena. En general, la gente está más mentalizada de que hay que cuidarse los ojos y de que hay que prevenir, porque si no muchas veces se llega tarde.

–¿Hacemos revisiones rutinarias?

–Todavía no existe una rutina generalizada. Por encima de los 40 años, casi el 2% de la población tiene distintas enfermedades oculares y a los 45 todo el mundo, o el 95%, tiene vista cansada o presbicia. En ese momento, cuando van, el oftalmólogo debe aprovechar para hacer una revisión completa. A partir de ahí, muchos dicen: voy a ir cada año o cada dos años a hacerme una revisión ocular, que es lo que debe hacer.

“Hay que operar a los políticos de miopía para que tengan una visión a largo plazo”

–¿Cuidamos los ojos?

Tenemos todos los años, en Navidades, un taponazo de una botella de champán. Hay que tener un poco de cuidado y protegerse con gafas. Por ejemplo, de los petardos en las fiestas, que saltan. Aparte de accidentes de caza con los perdigones.

–¿Y el impacto de las nuevas tecnologías?

–Es verdad que la utilización continua de teléfonos móviles o de tabletas, sobre todo en niños, hace que haya cada vez más miopías. Cada vez se requiere más trabajo de visión de cerca. No porque sea mala en sí la pantalla, que no lo es, sino porque están continuamente ante ella. Los niños, en vez de estar jugando a la pelota o en los parques, están en casa mucho tiempo con la “game boy”. Los adultos también están todo el día con los ordenadores. Insisto, no es mala la radiación, pero cada vez se parpadea menos y cada vez se cansa más la vista, se seca más el ojo. Tienen que ponerse gotas con más frecuencia.

–¿Prevé un gran salto en la ciencia oftalmológica?

–Sí, sí, sí. No significa que la tecnología lo haga todo, pero estamos muy bien ayudados. Para operar miopías, hipermetropías o astigmatismos usamos láseres. Para la cirugía de la presbicia, que se puede hacer a los 55 años, no se recomienda antes, también. Y para la cirugía de la catarata, una patología muy frecuente, nos ayudan los ultrasonidos. Tenemos ciertos tipos de lentes para que el paciente pueda ver de lejos y de cerca sin utilizar gafas. Incluso para la degeneración macular, que hasta hace unos años no se podía hacer nada, se pueden hacer unos pinchazos en el ojo que pueden ayudar a mantener la visión. Y para el glaucoma contamos con dispositivos muy pequeños que se introducen en el ojo con una pequeña incisión y nos ayudan a controlarlo. Además, por ejemplo, con la tecnología tenemos telepresencia. Hay veces que, si un paciente en Madrid quiere tener mi opinión y no puede venir a Oviedo, tiene una sala allí y da la impresión de que está al lado mío.

Luis Fernández-Vega en las instalaciones del Instituto Ofmatológico Fernández-Vega. | IRMA COLLÍN
–Ahora mismo, de las dolencias que afectan al ojo, ¿hasta dónde pueden curar?

–Hay algo incurable. Nosotros tenemos una capacidad de tratar las patologías oculares muy alta, tremenda. Muchas cosas que yo viví en la época de mi padre, que no eran curables, las podemos curar. Ahora hacemos trasplantes de córnea, por ejemplo. La córnea es como el cristal del reloj. Si está rayado, no puedo frotarlo, porque no se va a quitar. Le puedo poner un cristal nuevo, que es lo que hacíamos antes. Hoy en día, si está rayada la parte superficial, quitamos esa parte superficial y la sustituimos. Si está dañada la parte profunda, la sustituimos. Son trasplantes lamelares, no trasplantamos todo el cristal. Esto ha mejorado de forma importante. Pero la frontera es el nervio óptico. Si tenemos el nervio óptico atrófico, no hay nada que hacer. Siempre pongo el mismo ejemplo a los pacientes. Esto es igual que si tú tienes una bombilla y un cable: puedo cambiar el cristal de la bombilla, puedo quitar el fusible, puedo cambiar ese fusible y arreglarlo, pero si el cable está cortado, por mucho que yo actúe sobre la bombilla, no luce. Si el nervio óptico está cortado, está atrófico, por mucho que yo haga en el ojo, no luce. Y el oftalmólogo puede actuar sobre el ojo, no sobre el nervio óptico. Mientras no haya un trasplante de neuronas en esos niveles, no va a servir. Eso mi generación no lo va a ver y la tuya creo que tampoco, pero en el futuro posiblemente.

–¿Habrá cura para la ceguera?

–Para ese tipo, es posible. Hasta ahora, se han quitado muchos tipos de ceguera. Los que quedan, como pueden ser problemas de degeneraciones retinianas importantes, que todavía pueden producir ceguera, se terminarán haciendo trasplantes de retina. Se acabará curando de alguna manera la atrofia del nervio óptico, pero a muy largo plazo. Hoy por hoy es una frontera.

–¿Habrá algún Fernández–Vega que se dedique a eso? Van por la quinta generación.

–Mis hijos son oftalmólogos. Mi hijo mayor ya es doctor y querían que se quedara en Estados Unidos, pero está aquí con nosotros. Y el pequeño está haciendo su tesis doctoral aquí y después empezará su periplo externo en cuanto termine la tesis. Esa es la quinta generación. Y después están mis sobrinos, que también son oftalmólogos y que están también, el mayor, por ahí fuera. En quinta generación tendremos cinco personas.

–¿Estarán en la clínica por los apellidos?

–No, no, tienen requisitos más importantes que el resto. Para entrar, deben tener la especialidad, la tesis doctoral y una formación, mínimo, de dos años fuera de la clínica en sitios competitivos.

–¿Cuál es el secreto para que durante cinco generaciones todos se quieran dedicar a la oftalmología?

–Ven la ilusión con la que uno hace esto, ven que llegas a casa contento a pesar de haber trabajado catorce horas al día.

–¿El hecho de estar en Asturias y no en Madrid les condiciona?

Sí. Los asturianos estamos un poco abandonados porque tenemos pocos vuelos. Si se abre una línea con Valencia, tenemos más pacientes de Valencia. Y te hablo de Valencia por poner un ejemplo. Cada vez que hay más presencias de vuelos, tengo más pacientes. Estamos esperando como agua de mayo el AVE. Está hecho el túnel. Lo más caro es el túnel del AVE y está todavía sin abrir. Y cada vez dicen: dentro de dos años, dentro de dos años…

–Porque no dan ustedes tanta guerra como otras regiones.

–Claro. Es una población pequeña y quizá no damos tanta guerra, no lo sé. Si estuviese en el poder, en aspectos políticos, me gustaría dar más guerra para que el AVE venga. Ahora hay la promesa de que en el 2020 llegará.

–¿Cree que se deberían bajar los impuestos?

–Tendrían que armonizarse en toda España. Pienso que bajando impuestos va todo mejor, pero lo que no puede ser es que en una comunidad se paguen unos impuestos y en otra otros. Resulta que, si yo me muero aquí, pago muchos más que si me muero en Madrid o en Cantabria, que está a diez minutos. Eso es injusto. De hecho, lo que está provocando es que mucha gente se vaya. Vamos a bajar impuestos, o por lo menos vamos a armonizarlos. Lo bueno sería que pagásemos lo mismo en menos, porque cuantos menos impuestos se paguen seguro que va a haber más posibilidad de crecimiento económico.

–¿Armonizar también en la sanidad?

–En un tema tan trascendente pienso que sería bueno una disposición gneral y no una por cada autonomía.

“Existe cierta demonización en el mitin político de la sanidad privada y lo importante es la libertad del paciente para escoger: la pública es excelente”

–Las grandes ciudades son polo de atracción también por el empleo.

–Es verdad, pero si encima eso lo gravas con otro tipo de cosas… Desde el punto de vista fiscal, está peor el que está aquí que el que está en otro sitio. Eso no es bueno.

–Ahora que se puso de moda la España rural, tal vez les hagan más caso.

–Tal vez, porque además hay una despoblación completa, no solamente aquí, sino en muchos sitios. La España rural está despoblada porque no se han creado las bases, no se han dado los incentivos suficientes para que se quede más gente. Un problema gordo es el demográfico, cada vez nacen menos niños. Y, dentro de España, en Asturias es de los lugares en los que menos nacen.

–¿Hacen falta más proyectos como el suyo?

–Hacen falta proyectos donde la gente tenga la posibilidad de quedarse a trabajar. Y donde se incentive y se ayude a las familias para que, si tienen hijos, puedan seguir trabajando. A mí me parece bien que se den más facilidades a los padres para poder atender a los niños.

–Profesor, médico, gestor y ahora también presidente de la Fundación Princesa de Asturias

–Sí. Estaba en el Patronato de la Fundación Princesa de Asturias desde hace tiempo y, cuando hubo que sustituir al presidente anterior, Su Majestad el Rey pensó en mí y me llamaron para ver si yo tenía interés. Fue un honor.

–La Fundación es una institución que le da a esta región una visibilidad impresionante.

–Le da una visibilidad impresionante y además cumple una función estupenda. Estoy muy contento y satisfecho de poder presidir esta Fundación, que busca también la excelencia en la cultura, en el saber, en todo en general.

–Será usted el presidente que vea a la princesa Leonor leer su primer discurso.

–Dependerá de sus padres, Sus Majestades los Reyes, pero es lo más probable que en este tiempo mío de presidente se produzca la llegada de la Princesa.

–¿Cuál es el futuro del Instituto Fernández-Vega?

–Nuestra idea es seguir creciendo, en el sentido de hacer las cosas cada vez mejor. Mantener la excelencia es muy importante y muy difícil, pero hay que mantenerla. Cada vez hay más competencia, pero nos estimula a seguir haciendo las cosas mejor. Y con eso creo que los Fernández–Vega con una quinta generación perfectamente formada ayudándose de la investigación básica y la investigación clínica, porque también a la investigación clínica le dedicamos muchos esfuerzos, pues yo creo que va a seguir funcionando correctamente. Todo el mundo me pregunta muchas veces por qué no nos vamos a Madrid. La tengo sujeta para no… Porque yo quiero seguir manteniéndome en Asturias, salvo que circunstancias no deseables me lo impidieran. Nosotros seguiremos aquí en Asturias, luchando por esta región.

Datos interesantes
  • Facturación: 100.000 euros al año
  • Empleo: 200 puestos de trabajo directos, 600 incluidos instalaciones
  • Extensión: 15.000 metros cuadrados
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