El Fuego Sagrado se apaga. Llega el adiós a la trigésimo segunda edición de Carthagineses y Romanos. Prueba superada con creces para las Tropas y Legiones que estas fiestas han hecho el esfuerzo de reinventarse con la pandemia y adaptar todos los actos al auditorio Paco Martín.

«Así hacéis Cartagena, así engradecéis su historia», decía la voz que simbolizaba el espíritu de la ciudad durante el apagado del fuego sagrado en agradecimiento a todos los que han trabajado para que las fiestas del ‘Año de la Esperanza’ salieran adelante.

Los festeros aprovecharon el cambio de escenario (del campamento al auditorio) para darle un aire más grandioso, aunque el guion siguió el mismo patrón de otros años. «Hemos aprovechado la infraestructura para convertirlo en un gran espectáculo», explica Adolfo Sánchez, jefe de actos de la Federación de Tropas y Legiones. El evento comenzó con una acróbata que dibujaba en el aire la silueta del fuego sagrado. Los cincuenta estandartes de todas las tropas y legiones estaban presentes mientras los personajes históricos de las fiestas se despedían. Después, cada festero lanzaba un globo blanco al aire y se procedía a apagar el Fuego Sagrado; pero no sin antes conservar una llama con vida para el próximo año.

Fue el acto más institucional en el que intervinieron figuras como la alcaldesa Noelia Arroyo, que hizo entrega a la Federación de una obra del pintor Pedro Cano como agradecimiento a los festeros por el esfuerzo hecho en estos dos últimos años. El evento culminó con el lanzamiento de un gran castillo de fuegos artificiales.

A su vez, en la noche de ayer estaba prevista la hogareta de la falla con temática de Carthagineses y Romanos de la Asociación El Pinacho en Santa Lucía, pero finalmente no tuvieron autorización para quemarla. Cartagena despide las fiestas con la satisfacción de haber recuperado la actividad festera y el deseo de que en 2022 el programa pueda recuperarse en su totalidad.