La localidad de Mula, popular en toda la Región y a nivel internacional por su Tamborada, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se engalana en septiembre para vivir unas fiestas patronales que se prolongarán hasta el día 25 y se celebran con todas las medidas sanitarias pertinentes. Con la idea de disfrutar, dar un empujón a la economía local e ir retomando la normalidad, en la medida de lo posible, los festejos proponen, por ejemplo, un viaje a los 90, futbolines hinchables para grandes y pequeños y verbena pensada para los abuelos.

Este mismo mes, los tambores de Mula resonaban en Los Molino del Río, en el marco de la Feria de Murcia. El buen hacer de la tierra se centra ahora en sus festejos. Con el fin de que sean cien por cien seguras, las fiestas este año modifican su ubicación habitual. Cero aglomeraciones, ya que se habilitan cuatro escenario: el complejo deportivo José Soriano Chacón, el parque Cristóbal Gabarrón, el Anchurón de Santa Clara y la plaza del Hospital.

Los conciertos de Camela (21 de septiembre) y La Oreja de Van Gogh (23 de septiembre) son los platos fuertes de la programación, donde destaca también un certamen a cargo de bandas locales.

Las fiestas muleñas están consagradas al Niño Jesús de Balate, que ya se encuentra en la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán. Cada año, el 21 de septiembre, Mula conmemora la aparición del Niño de Balate a Fray Pedro de Jesús. Ese día se suele llevar a cabo una romería nocturna y se celebra la llamada Misa del Peregrino, que se ha cancelado con el fin de evitar aglomeraciones en el templo que podrían acarrear contagios de covid. La apuesta por unos festejos seguros es prioridad del equipo de Gobierno municipal. «Todos los fieles que vienen a la parroquia están siendo profundamente cívicos y son un ejemplo de amor y protección al prójimo, pero, a veces, es difícil seguir los protocolos de prevención del virus, por eso, el día de la romería nocturna habrá un controlador profesional que velará porque se cumplan todas las medidas de seguridad en el templo, de modo que los fieles puedan estar tranquilos y centrarse en lo importante, que es la oración», manifiesta Joaquín Miguel Hernández, párroco de Santo Domingo de Guzmán.