Kábilas y mesnadas lo dieron ayer todo en la jornada previa al gran desfile que pondrá hoy en la calle la majestuosidad de los dos bandos, el moro y el cristiano. Desde el mediodía los festeros tomaron las calles de Murcia mientras se dirigían al Ayuntamiento de la capital a la presentación de los cargos que se hizo en el Salón de Plenos. Además de los responsables de la Federación de Moros y Cristianos, acudieron al encuentro la abanderada infantil de la Federación, Ana Luna Puerta; la abanderada mayor, Silvia Martínez; el Rey Moro Aben Hud y su favorita, Quintiliano Ruiz y Marigel Luján; así como el Infante Alfonso de Castilla y su dama, Rafael Benedicto y Carmen Martínez. Entre los cargos festeros también se encuentran el Embajador Cristiano, Virginio García Rodríguez, y el Embajador Moro, Ángel Belmonte.

El alcalde de Murcia, José Ballesta, tuvo unas palabras para ellos y recordó que moros y cristianos han estado 35 años desfilando por las calles de Murcia, por lo que «nos preparamos para que la generosidad y pasión de nuestros Moros y Cristianos desborde la ciudad».

Ya por la tarde, la Catedral de Murcia acogió el acto de homenaje del Infante Alfonso al Rey Alfonso X con la interpretación de una cántiga a Santa María organizada por la mesnada Infante don Juan Manuel. Tras el acto solemne la calle de la Merced, la plaza Cetina y la Glorieta fueron el epicentro de la fiesta, acogiendo los pasacalles que animaron a los viandantes y que lograron introducirlos en el medievo.

A la cabeza, además de las abanderadas, se dispusieron las escuadras mora y cristiana, compuestas por un festero de cada grupo con su traje oficial. Entrada la noche el alcalde les dio la bienvenida en el balcón del Ayuntamiento y la fiesta se trasladó al campamento medieval del Malecón, donde la kábila Abenmardenix celebró la procesión del pan, paseando un gran bocadillo del que todos disfrutaron, según indicó la festera del Rey Lobo Silvia Martínez. La Orden de Santiago organizó una gran queimada y la kábila Ibn Arabí celebró la fiesta de la mona. Las bodas sanjuanistas cerraron los festejos pasada la media noche en la mesnada de San Juan de Jerusalén, espacio en el que hay una capilla y se celebraron varias bodas en tono de humor.