San Sebastián es un mozo valracotí,
trasvasado de narbolense y romano,
pintado profusamente en su desnudo
martirio, entre otros, por El Greco,
Guido Reni o Ramón Gaya. Su fiesta
patronal, en días y noches, nos detuvo
en un distante y tornasolado ayer.
Morisca e ingenua imagen cubría la nieve
que incesante del cielo bajaba...
La música melancólica de la banda
uniformada, devenía alegre. El Santo,
aterido con su faldellín púdico,
atado a un fuste falso o al tronco
de un almez, nos miraba y reconocía.
Vueltos al paraíso al pie de los Almeces
-«un jardín entre llamas», amiga, lo llamaste
entonces-, estamos con sus gentes. Con Jesús
y Dionisia, Alberto y Araceli. Camino
de Ricote, el tiempo no pasa.
Pasamos nosotros por el tiempo.