Director general de GSH Electrodomésticos España

Fernando Gil Bayona: "El ocio es ahora el mayor competidor que tenemos los electrodomésticos"

El director general de BSH en España, el zaragozano Fernando Gil, analiza la situación del sector en una entrevista con El Periódico de Aragón, del grupo Prensa Ibérica, en la que profundiza en los problemas sufridos, como la tormenta del pasado 6 de julio, o en el futuro de una de las firmas más potentes del campo de los electrodomésticos.

Fernando Gil Bayona, director general de BSH Electrodomésticos España, en su despacho en las oficinas centrales del grupo en Zaragoza.

Fernando Gil Bayona, director general de BSH Electrodomésticos España, en su despacho en las oficinas centrales del grupo en Zaragoza. / ÁNGEL DE CASTRO

Jorge Heras Pastor

El grupo BSH es uno de los pocos productores de electrodomésticos que quedan en España, además de ser una de las principales industrias asentadas Aragón, donde están dos de las cinco fábricas que tiene en el país. El fabricante alemán, que pertenece al gigante Robert Bosch, está detrás de marcas como Bosch, Siemens, Gaggenau, Neff o la aragonesa Balay. A está última está vinculado familiarmente Fernando Gil Bayona (Zaragoza, 1967), director general de la filial española de la compañía y nieto de uno de los fundadores de esta histórica enseña.

¿En qué momento se encuentra la compañía?

En un momento de cambios. Estamos muy ilusionados con la innovación que estamos desarrollando para nuevos productos que saldrán en tres o cuatro años. A corto plazo, estamos gestionando una situación económica un poco complicada, que ya conocíamos y que es normal que ocurra. Después de la pandemia se vendió muchísimo. Y, lógicamente, al ser un mercado maduro, cuando has vendido de más, posteriormente vendes de menos. Estamos en un periodo de vacas flacas.

¿Cómo está afectando la inflación a la compañía?

De distintas maneras. Para empezar, los costes de producción han subido porque lo que han hecho los precios de toda la cadena (materias primas, energía...). Por lo tanto, lo que vendes es más caro. Por otra lado, la renta disponible de las familias es menor porque los sueldos han aumentado por debajo de la inflación. Y esto ocurre justo después de un periodo donde hemos vendido mucho. Ahora nuestro mayor competidor es el ocio, porque mucha gente dice: no tengo dinero para meterme en una hipoteca, ya he renovado los elementos de mi casa, a lo que no voy a resistirme es a dejar de salir con los amigos el sábado a cenar y menos aún después de pandemia con el recuerdo de las restricciones.

¿Cómo hacen frente a esta situación?

Trasladamos el mensaje de la importancia del coste de la energía, una cuestión sobre la que hay ahora mayor sensibilidad. Hemos invertido mucho en tener aparatos que consuman cada vez menos, con una buena eficiencia ya sea para enfriar, lavar o cocinar. El electrodoméstico supone el 50% del consumo eléctrico del hogar, hay que darle un ingenio para que consuma lo menos posible. En eso estamos. La eficiencia energética ha sido una batalla en la que llevamos 20 años y ahora ya empieza a llegar a su fin, a no ser que hubiera una grandísima disrupción.

Dice que hay nubarrones en el sector, ¿cómo está yendo este año?

En el mercado nacional hay una ligera caída, menor que en otros países. Este año está cayendo en torno a un 5% en valor económico y para el año que viene esperamos algo entre el cero y el -5%. Yo estaría más en la idea de un mantenimiento del negocio más que de otra caída, porque entonces diría que es una dirección negativa. Lo que ocurre es que la mitad de nuestra producción se exporta y hay países en Europa que han tenido una corrección fuerte. Alemania ha tenido meses con caídas de hasta el 20%. Estamos en un mercado maduro y un poco anticíclico. Son aparatos imprescindibles que se necesitan en el día a día. En conclusión, ni grandes alegrías ni grandes lloros.

La empresa sufrió la crisis de suministro, sobre todo de michochips, ¿ha pasado el problema?

Fue un infarto de las cadenas de suministro. Eso nos ha dejado una gran enseñanza. Tener cadenas de suministro muy tensas, con pocos productores y muy lejos y con una política de proveedor único hace que, en cuanto aparece un cisne negro, te quedas sin capacidad de producción. Es lo que pasa por tener un solo un productor en Shanghái, Taiwán o China que haga un tipo de chip que además tiene que venir por rutas marítimas en las que, donde no hay piratas hay tiburones o estrechos muy estrechos. Esto va a provocar un desmontaje de la globalización tal y como la entendemos hoy, porque las eficiencias de precio por costes laborales están llegando a su fin. Será un efecto a 20 años o 30 años que haya más fabricantes y más cerca. Lo peor que podría pasar ahora la industria es que China invadiera Taiwán porque allí está ahora la industria del chip.

¿Han tomado nota para que no se vuelvan a infartar los suministros?

Montar una industria de chips es una inversión de 10.000-12.000 millones y cuesta dos años. Esto tiene que ser inversión público-privada. Nosotros las medidas que vamos tomando son reducir la complejidad que teníamos y trabajar con plataformas que sirvan para más productos. O sea, lo que lleva haciendo la automoción hace muchos años, que significa que el mismo chip para el mismo control lo lleva distintos modelos de coches.

¿Sigue existiendo el riesgo de deslocalización del sector del electrodoméstico en España?

A corto plazo diría que no. La deslocalización como tal está de vuelta. Los menores costes de mano de obra, al final se pagan en costes logísticos y de riesgo. A medio plazo no veo problema en ese sentido en España. Aquí lo que se tienen que mantener son los volúmenes de la demanda tanto en Polonia, Turquía, España o la India que justifiquen tener fábricas. Las empresas son organismos vivos y puede llegar un momento una fábrica no se necesite porque el producto que hace pues ya no se vende.

La gran tormenta de 6 de julio inundó la fábrica de La Cartuja, ¿cuál es la situación?

Lo que pasó el 6 de julio fue algo totalmente imprevisible. Son situaciones estadísticamente muy improbables. Desde el 6 de julio al 18 de septiembre, cuando se retomó la producción, se desmontó la fábrica, se limpió y se volvió a montar con las mismas piezas que se podían utilizar o con otras nuevas. La inversión en todo esto ha sido elevada y no está cerrada, pero nuestra póliza nos ha adelantado algo y el Consorcio de Seguros también. Lo importante es que hemos recuperado la normalidad y ahora estamos ya preparados para tener tres turnos si es necesario. Estamos con mucha ilusión, porque este mes queremos empezar a fabricar una lavadora de diez kilos y 1.600 vueltas para España y fundamentalmente para exportación, que va en línea a las demandas del mercado: súper eficiente, tarjeta energética A, programa antiarrugas…

¿Qué representa España para el grupo BSH?

Es uno de sus principales hub industriales pero también de desarrollo de IT y tecnologías. Siendo un país relativamente pequeño en población, pues aportamos 800 millones del negocio comercial del grupo, estamos en el quinto o sexto mercado más importante. Sumando la parte industrial, la facturación de BSH España fue de 1.715 millones de euros, un 10% más.

¿Cómo van a ser los electrodomésticos del futuro?

Inteligentes, digitalizados y conectados. Conectados entre sí, con el usuario y con aquellas partes de los procesos que le dan sustancia, es decir, las redes eléctricas para que automáticamente una lavadora sepa cuándo tiene que operar. O conectados con el supermercado para el frigorífico lance un pedido de compra. La digitalización va por dotar de suficiente inteligencia al electrodoméstico para que sea más autónomo.

Balay ha cumplido 75 años en 2022. ¿Cuál es el estado de salud de la marca?

Le veo una salud estupenda. Francamente, disfrutamos de una aceptación de los consumidores brutal. Es una marca a la que se le ponen todas las innovaciones que tiene el grupo. Tiene una importancia básica en el pool de marcas en España, da volúmenes a las fábricas y es súper agradecida. A Balay cualquier producto que le das enseguida, lo vende bien. Más allá de los movimientos a lo largo de los años en el mercado, es cada vez más importante. Hace 30 años Fagor y Zanussi eran más importantes, ahora es la marca número uno en España.

El Gobierno acaba de iniciar una nueva legislatura con fuerte crispación, ¿cómo ve la política española desde una gran empresa?

Lo que ven nuestros señores, nuestros propietarios, es que allí donde falta seguridad jurídica y hay crispación, pues que no es el sitio para invertir. Eso ahuyenta. Va a ser muy difícil gobernar el país. Ha falta estabilidad en todos los sentidos.