A finales de 1965, con motivo del cincuentenario de la Universidad de Murcia, se organizó una serie de actos, inauguraciones y ceremonias para celebrar tan señalada efeméride.

Una placa, colocada en la novísima facultad de Filosofía y Letras (tan nueva que aún no había sido concluida) proclamaba en la parte exterior de la Universidad esta fecha redonda: 50 años desde que fuera inaugurada en el Instituto General y Técnico de Murcia por parte del Comisario Regio Andrés Baquero.

La placa, descubierta por el ministro de Educación Nacional Manuel Lora Tamayo y el rector Manuel Batlle, así como por el alcalde de la ciudad, Caballero Sánchez, conmemoraba la efeméride en la plaza de la universidad, siendo la ocasión inmortalizada por el fotógrafo Alba.

Durante meses, la Universidad de Murcia había echado la casa por la ventana, organizando actos deportivos y culturales, entre ellos diversos campeonatos de baloncesto, balonmano, tenis o hockey.

Entre las actividades destacó una exposición universitaria en la Casa de la Cultura que mostraba exclusivamente, y por primera vez, obras realizadas por pintores universitarios de todos los tiempos, con el fin de exhibir las muestras de arte que atesoraba la Universidad de Murcia entre sus muros.

En el concurso de pintura universitaria, cuyo jurado estuvo compuesto por los críticos de arte de La Verdad y Línea, José Ballester y Cayetano Molina respectivamente, los pintores Manuel Muñoz Barberán y José Molina Sánchez, así como el catedrático de la Universidad Antonio Bonet y Jorge Aragoneses, director de la Casa de la Cultura, resultaron ganadores nada menos que José Luis Cacho, Francisco Saura Mira y el profesor Antonio Díaz Bautista.

Entre los discursos del solemne acto que se celebró en el antiguo Paraninfo ubicado en la facultad de Derecho, se pedía de manera expresa más estudios universitarios para Murcia («ya que cada día que pasa aumentan las exigencias de mayores conocimientos y especializaciones a las que es preciso atender», dijo el alcalde de la ciudad, Caballero Sánchez), pidiendo a la mayor brevedad, basándose en 'el sentir de la ciudad', una facultad de Medicina, petición que se convertiría en realidad tres años más tarde. En aquel mismo acto, el rector Batlle destacó en su discurso la gran identificación que existía entre el pueblo de Murcia y su universidad.