Cuenta Ginés García Millán que esperan hacerse con el escenario. Con el del Teatro Guerra de Lorca esta noche y con el del Teatro Circo de Murcia mañana. Es necesario para poder representar Espía a una mujer que se mata, pues no es una obra al uso. Es tan particular como personal, y así se desprende de las palabra del intérprete lumbrerense, que es incapaz de pronunciar tres frases seguidas sin incluir en alguna de ellas a Daniel Veronese.

El argentino es el responsable de la dirección y del texto -basado en El tío Vania, de Antón Chéjov-, pero, sobre todo, de un ambiente asfixiante que condensa -con la propuesta del dramaturgo ruso- entre apenas dos paredes. Sin artificios, sin ‘embellecedores’; solo siete almas -le acompañan Pedro G. de las Heras, Marina Salas, Susi Sánchez, Malena Gutiérrez, Jorge Bosch y Natalia Verbeke- que deambulan por las tablas enfrentando sus emociones.

Llevaba desde 2015 sin girar por teatros. ¿Tenía ganas de salir de la pantalla y volver a las tablas?

Sí. Tenía ganas y, además, lo necesitaba; necesitaba ese contacto con el público. Me encanta hacer teatro... De hecho, esta obra es una producción del Centro Dramático Nacional y, en principio, se quedaba allí, no iba a ir de gira, pero teníamos ganas de disfrutarla con la gente. Así que pusimos todo nuestro empeño, negociamos, y aquí estamos.

Pues sí, por suerte es fin de semana vuelve a la Región, y lo hace con una obra... exigente. Por lo que he podido ver, me da la sensación de que para el actor es agotadora, tanto física como anímicamente.

Bueno, efectivamente es un texto muy emocional y físicamente te exige mucho, pero creo que para los actores esa exigencia de los grandes textos suponen un liberación. A veces, cuando estamos haciendo tele, echamos en falta esa grandeza de los textos dramáticos -en este caso, además, uno de los grandes textos universales-; que no solo te exigen, sino que siempre te ofrecen un aprendizaje, te obligan a ‘escalar’ un poco más, y eso te libera de muchas cosas... En definitiva, te exigen mucho, pero te aportan más.

Igual suena a tópico, pero Espía a una mujer que se mata es 'puro teatro'. Es más, Veronese advierte de que se ha quitado todo lo prescindible hasta dejar la puesta en escena en la mínima expresión.

Yo creo que ya hay mucha pureza en el texto original. Aquí quizá la maestría de Daniel se demuestra en que él consigue llegar a la esencia pura; consigue liberarnos de esas ‘concesiones’ que se pueden hacer para el público y los actores. Es como condensar y exigir lo máximo de cada uno, de cada personaje, siempre, en cada emoción; por eso aquí esos caminos que tienes que recorrer para llegar a las emociones son mucho más cortos que en el texto original de Chéjov.

¿Y eso lo hace más difícil, el no tener ‘embellecedores’ -véase vestuario, escenografía- a los que agarrarse?

Bueno... Es un requisito en el teatro de Daniel. Pero creo que es la cuarta obra que hago con él [Ríe], y me encanta estar bajo su batuta...; me encanta lo que me exige, y lo que consigue. El teatro de Daniel con el texto de Chéjov consigue conmover al público, y no hay mejor premio que ese para un actor.

Sea como sea, no solo conoce de sobra al director, sino que se enfrenta a un escenario que seguro le es más que familiar, tanto a usted como a Susi Sánchez [Veronese ha recuperado la escenografía de Mujeres soñaron caballos (2007), en la que ambos formaban parte del reparto].

Sí, y creo que ha sido un regalo para nosotros. Aquel montaje, con texto y dirección suya, fue el primero que hizo con actores españoles, y para Susi y para mí es fantástico volver a ponernos bajo su mando y hacerlo con la misma escenografía. También la escasez de medios te ayuda a tomar decisiones, y aquí las decisiones tomadas son oro. Además, este texto empieza con algunos detalles, como coletazos, del otro texto [Mujeres soñaron caballos].

Eso le iba a decir, que he leído que la obra, en cierto modo, empieza donde acaba Mujeres soñaron caballos.

Bueno, yo creo que esta continuación está más relacionada con la poética de Veronese en sus textos y puestas en escena. No quiero desvelar nada, pero la obra empieza con una pistola y con un texto sobre el teatro -metateatro-, que tiene que ver con su manera de ver el teatro; lo que él considera el teatro más puro y verdadero.

Su personaje, el del Tío Vania, acaba descubriendo que no hay mayor dolor que la consciencia de una vida desperdiciada. ¿Es esta su principal enseñanza?

Si es que es un personaje que tiene tantas cosas... Habla de los sueños no alcanzados, del dolor, del desamor, del alcohol... Es un texto tan enorme y que te aporta tanto que siento que después de este papel soy mejor actor.

Se trata, posiblemente, de uno de los personajes más representados de la historia del teatro. ¿Suponía para usted una responsabilidad encarnarle sabiendo que son muchos -y muy buenos- los actores que se han puesto antes en su lugar?

Enfrentarse a estos personajes siempre es una responsabilidad. Pero, más allá de eso, éste es un texto nuevo [Veronese no adapta, se basa en el original de Chéjov], y nuestra manera de mirar es única, es la nuestra, y no hay otra igual; y tú aportas al personaje lo que tú eres como persona y como actor en ese momento. Así que mi Vania será el Vania de Ginés; y no tendrá nada que ver con el de otros, aunque sí con el de Chéjov. Yo, como siempre, intento hacerlo lo mejor posible, con todo lo que puedo, con todo lo actor que soy y con toda la sinceridad de mundo.

En cualquier caso, si algo ha destacado la crítica es que su tío Vania, el de Ginés García Millán, es distinto a los demás.

No solo él. Esta obra es todo Chéjov condensado, pero hay algunas cosas que son muy de Veronese. Hay un personaje que cambia de género con respecto al original, por ejemplo, o una parte -que yo creo que funciona muy bien- en la que añade algunos texto de Las criadas de Genet. Creo que son aciertos por parte de Daniel. Las obras tienen mucho que ver con el montaje y con la visión del director, y si encima tienes un buen texto, con la maestría de un director como Veronese lo que surja siempre será bueno y será interesante. Además, no es un teatro que hace concesiones. A nada. Creo que es muy de verdad y que cada uno ponemos sobre el escenario lo mejor de nosotros, porque lo que queremos es llegar con esa emoción al público y que ellos disfruten tanto este texto como los actores.

Si atendemos a los elogios de la crítica, uno de sus principales aciertos es tener a Ginés García Millán como el tío Vania. Imagino que para usted es difícil decirlo, pero ¿siente que se encuentra en uno de los mejores momentos de su carrera?

[Ríe] Es muy difícil decirlo, sí. Creo que tiene mucho que ver lo que te he dicho antes: Hay personajes maravillosos, y si te llegan en ese momento en el que estás de dulce son un regalo; y creo que tío Vania me ha llegado en un momento muy bueno a nivel personal para entender a ese personaje y sus emociones y poder transmitirlas.