Estudió Educación Física pero tuvo muy claro que no ejercería esa profesión porque le cautivó la cocina, mucho antes del boom mediático de la gastronomía. Ha sido el primero en conseguir dos Estrellas Michelín para la Región de Murcia (2010 y 2017); cuenta también con tres Soles Repsol (2012, 2013 y 2015); el premio Castillete de Las Minas; premio al Chef del Futuro de la Academia Internacional de Gastronomía y la Medalla de Oro de la Región, entre otros muchos galardones. A final de mes pregonará la 47ª edición de la Semana de la Huerta de Los Alcázares. Con él hablamos en la terraza de La Cabaña sobre los mejores veranos de su vida.

¿Cómo comenzaste?

Cuando estudiaba Educación Física hacía prácticas en la pastelería Bonache, después hice un curso de cocina del INEM en el Monteagudo, pasé por varios restaurantes de Murcia donde me di cuenta que no me querían enseñar y en el 93 tuve la suerte de dar con Javier Morales e irme a Palma de Mallorca al restaurante Flanigan. Allí es donde aprendí qué es la cocina. El dueño del 4 Estaciones, Miguel Arias me consiguió poder irme un año con Arzak y aquello fue una pasada. A la vuelta a Murcia trabajé en El Palacete de La Seda y luego, con Antonio, en La Gran Taberna. Allí maduré durante tres años muy buenos y cambié al restaurante del Hotel Amistad donde empieza todo lo que ha ocurrido hasta hoy. Hicimos cosas muy nuevas hasta que toqué techo y en 2004, con dos amigos, Javier y Bernardo, alquilamos la Finca Buenavista y empezamos a dar eventos. En marzo de 2004 abre La Cabaña y hasta hoy. Jamás imaginamos todo lo que ha venido después, nunca fue nuestra intención.

¿Qué supuso la primera Estrella?

Siempre tuvimos claro que queríamos hacer lo que nos apetecía y que la gente disfrutara. De hecho, la noche de la primera Estrella no teníamos ni idea de que se celebraba la gala ni que estábamos en las quinielas. Estaba cenando con unos amigos en casa y otro amigo me llamó y ni le creí. Luego siempre ha sido como el primer día, tratar de mejorar cada día por el respeto a la gente que viene aquí a comer. De 2004 a 2018 la evolución ha sido brutal. Hemos conseguido un proyecto muy bonito y quien viene aquí viene a vivir una experiencia.

¿Esperas la tercera?

No, ni la primera, ni la segunda. Hoy sólo sabemos que tenemos el restaurante lleno, y mañana también. Todo lo demás son consecuencias del día a día. Sería un error esperar algo, te quitaría el sueño y te quitaría la vida. Sí que estamos muy orgullos de ser profetas en nuestra tierra. Resalta que hablo en plural porque el epicentro de todo lo que estamos viviendo es el equipo. Yo sólo soy el que mantiene el equilibrio entre mucha gente.

¿Recuerdas algún verano como el verano de tu vida?

He vivido tres tipos de verano, el de la infancia, cuando me casé y ahora con mis hijos. En cuanto a la infancia, yo soy el sexto de siete hermanos y vivíamos en Badajoz, por lo que no teníamos arraigo a la típica casa de la playa como aquí. Cada vez íbamos a un sitio diferente con el 131 de mi padre: Marbella, Asturias, Galicia, País Vasco, Cádiz. Lo hemos recorrido todo. Luego cuando me casé estuvimos doce años sin hijos y viajamos por los cinco continentes. Cada país es único y hemos disfrutado mucho. Luego llegaron las gemelas Martina y Elena, que ya tienen 9 años, y Pablo, con 8 y seguimos viajando con ellos. El año que nacieron las niñas nos fuimos a Suiza en coche y desde entonces hemos viajado todos los veranos y ellos están encantados y esperando que llegue.

¿Dónde iréis este verano?

Este verano iremos a Croacia en agosto.

¿Eres más de chiringuito o de sombrilla?

Absolutamente de sombrilla, el sol y yo somos enemigos. La verdad es que no somos muy playeros. Sí que me gusta mucho tener amigos con barco y que de vez en cuando nos inviten. Eso sí lo disfruto, sobre todo por poder bañarme donde quiera. Soy muy celoso de mi intimidad. No me gusta decir ni donde estoy ni lo que voy a hacer. No uso ni las redes sociales.

¿Cuáles son tus paisajes favoritos de Murcia?

Tenemos dos sitios únicos y espectaculares, el Valle de Ricote y Las Encañizadas del Mar Menor.

¿Cuál es tu aperitivo favorito?

Una Estrella de Levante con hueva de mújol, curada dos días, con almendras.

¿Recuerdas una canción de verano?

Muchas, imagina las horas de coche que hacíamos. Me sé todas las de Julio Iglesias y José Luis Perales. A mis hijos les pongo música pop, Los Secretos, Dani Martín, Estopa y ahora les gusta mucho Morat.

¿Ibas al cine de verano?

Al que más, al de La Alberca, que ya no existe, en la calle Turbintos. Un día, allí, saliendo del cine con mi bici, me salió un perro corriendo detrás de mí y me mordió en el culo.

¿Tuviste un primer amor de verano?

Sí, en Madrid, en una urbanización en Guadarrama. Teníamos doce años... La típica que te gusta y ya está.

¿Cuándo conociste a tu mujer?

En la universidad, en 1990, ella hacía segundo de Derecho. Nos presentó un amigo común.

Estuvimos a punto de quedarnos sin Estrellas Michelín por un accidente ¿no?

Sí, a principios de junio del 84, fue una cosa muy tonta pero que no me costó la vida de milagro. Estábamos jugando al ping-pong en el Club de Tenis y me cayeron encima unas mesas apiladas que me aplastaron la cabeza. Tuve doble rotura de la base del cráneo. Estuve dos semanas en la UCI pero salí adelante.

¿Lees en verano?

Y en invierno, excepto cuando estábamos criando tres bebés al mismo tiempo. Acabo de terminar una trilogía de novela negra de un amigo cocinero, Xavier Gutiérrez, responsable de I+D en Arzak. Trata de asesinatos en torno a la cocina. En el tercer libro comienza matando a un crítico gastronómico (risas).