Pasando la Cadena

Adiós y hola

Alexia e Irene levantando del trofeo de la Champions.

Alexia e Irene levantando del trofeo de la Champions. / EFE

José Luis Ortín

Ala vieja temporada y a la ilusionante que viene. A la Liga triunfante y a la nueva Champions. A un entrenador de la casa y a otro alemán para unas prisas. O a la figura que se va y a la estrella que viene. Como la vida misma, cuando se cierra una puerta se abre una ventana. De la necesidad, virtud, porque hacia atrás dicen que ni para tomar impulso, pero solo del pasado se aprende. Quien no tiene esto claro comete errores incluso peores.

El madridismo recordará esta temporada como la de Bellingham, Kroos y Ancelotti. El moreno inglés llegó y besó el santo. El maestro alemán se despidió del Bernabéu en la cresta de su ola y dirá adiós, seguramente, con una nueva Champions en pocos días. Y el vetusto italiano rumiará bajo sus cejas un año para enmarcar; ¿quién se lo iba a decir hace solo unos meses?

Simeone lo ha vuelto a hacer y ya son doce temporadas clasificando al Atleti para Champions. Ahora parece costumbre, por eso se valora menos, pero hasta su llegada fue excepción. El argentino bate todos los récords rojiblancos a falta solo de coronarse en Europa. Historia viva colchonera que alguna vez se echará de menos.

Y por Barcelona la improvisación sigue campando a la anchas de un presidente empeñado en autodestruirse. Hace un mes aseguramos que el culebrón Xavi no había acabado. Y ahora asistimos a la continuación del enjuague presidencial. Muy sutil esta jugada, pero asistir expectantes a lo que el alemán Flick pueda influir en el desbarajuste no podrá tapar, aunque se empeñen, ni la precaria economía ni la desorientación deportiva ni la turbidez de la cuenta para los avales. Esas son realidades y lo del cambio de cromos en el banquillo pura cortina de humo. Porque debió producirse hace meses y la agonía solo ha hecho encarecer el tema. Del me voy al te echo hay quince millones menos en las depauperadas arcas culés. Como preguntábamos la semana pasada, ¿hasta cuándo aguantará el barcelonismo?

Y solo hay una explicación, que también tiene que ver con la sociedad que sufrimos. Es tal el grado de polarización, que ha hecho fortuna aquel nefasto argumento de con los míos con razón o sin ella. Es decir que, a pesar de todos los pesares blaugranas, si a alguien se le ocurre presentar una moción de censura a Laporta, Víctor Font por ejemplo, tiene el fracaso asegurado. Tan de locos como tantas otras cosas que nos rodean. La palabra, las promesas, la coherencia y la honestidad corren en paralelo a los principios de Groucho Marx; «Estos son mis principios y, si no le gustan, tengo otros». Nunca una parte estuvo tan en consonancia con el todo en esta singularísima, por extrema, España nuestra.

Alguna vez hemos recordado en estas páginas la realidad que de sí mismo proclamó el inmenso periodista Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897—Londres, 1944), tras exiliarse de España en plena Guerra Civil: «Me marcho porque soy perfectamente fusilable por ambos bandos». Y es que, lo ecuánime, la centralidad, la objetividad y la lealtad a unos principios se ven ahora nuevamente como lacras desde los extremos. O conmigo o contra mí. Aplicado a lo que nos ocupa, si te metes con Laporta eres anti barcelonista. Igual que enfrente, desde antiguo, si no estás con Florentino eres anti madridista. Y digo yo, ¿qué tendrá que ver el culo con las témporas?, como las churras con las merinas o la gimnasia con la magnesia. Nada. Pero se prefieren los discursos simplistas a los que requieren pensar.

Así, el nuevo Barça de Flick, el renovado Madrid de Mbappé o el continuista Atleti de Simeone acaparan ya la memoria de muchos aficionados. Porque para ellos, el pasado ya es antiguo y solo importa lo nuevo. La memoria se confunde con los sueños y los errores, mejor olvidarlos, no sea que duelan y necesitemos sicólogo.

¿Qué hará Flick con los canteranos y veteranos, y cuántos fichajes le traerán? ¿A quiénes venderán? ¿Cómo encajará Ancelotti a Mbappé? ¿Se entenderá con Vinicius? ¿Quién recogerá la batuta de Kroos? ¿Hasta dónde alcanzará la necesaria limpia rojiblanca y quién será el nuevo goleador de Simeone, Sorloth o Dovbyk?

Adiós con lágrimas de pena o emoción, y hola, también, al fútbol de siempre y al que viene. El femenino ya es otra espléndida realidad.

En España y en Europa manda el Barça. ¡Qué equipazo y qué gusto verlas jugar! ¡Enhorabuena, campeonas!

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