Pasando la Cadena

Unos los ponen y otros los aburren

José Luis Ortín

Es uno de los debates recurrentes. Apostar o no por los jóvenes a riesgo de puntos y cargos. Sobre todo de esto último, porque tanto en el fútbol como en otros aspectos de nuestra sociedad es difícil hallar dirigentes que arriesguen por gente de la casa con ganas y cualidades.

Recuerdo a un entrañable colega en una gran empresa en la que trabajé veinte años que le ponía nombres de futbolistas a los «fichajes» que llegaban de otras instituciones para cargos relevantes, ocupando el lugar al que aspiraban jóvenes compañeros preparados con ansias de promocionarse. Así, a cualquiera motejaba de Echecopar —gran jugador argentino que vino al Murcia en el ocaso de su carrera—, por ejemplo, o de «pantera negra» si era muy moreno, como decían de un famoso goleador de ese color, o de «gran esperanza blanca» si el sujeto en cuestión tiraba para rubillo, en alusión a los boxeadores blancos que rivalizaban con los grandes de ascendencia africana que reinaban en los cuadriláteros hace casi un siglo. Y mi amigo, de un humor tan lúcido y brillante como bienintencionado, los adornaba con su inigualable labia y ocurrencias para consolar a quienes se lamían las heridas por la frustración. Aquellas cosas ayudaban a aliviar tensiones e incluso, a la postre, facilitaban la integración de los susodichos fichajes porque ya se les miraba con la sonrisa que provocaban las cosas de don José Ramón; un fenómeno irrepetible que nos dejó demasiado pronto huérfanos de ese buen talante que siempre nos hace mejores.

Pero temo que en los clubes de fútbol las cosas son diferentes. Y más en los que tienen canteranos en cantidad y calidad. Y mucho más en los medianos y modestos, donde demasiadas veces llegan nombres de relumbrón, más cascados que las maracas de Machín casi siempre, a llevarse el protagonismo y la pasta que debía corresponder a quienes mantienen el equipo desde antiguo o pueden impulsarlo desde abajo con más hombría, vergüenza y ganas que nombradía y currículum agrietado en busca de un plácido retiro.

En los grandes es otro cantar porque están obligados a ganarlo todo. Hay menos margen para experimentos y se carece de la paciencia necesaria con quienes deslumbran en las categorías inferiores. Pero, aun así, también hay clubes señeros que dan oportunidades a sus jóvenes, poniéndolos, y otros que solo los muestran para aburrirlos después escondiéndolos de nuevo o largándolos a buen precio.

¿Alguien sabe qué ha ocurrido con ese delantero centro espigado que brilló tanto en los dos ratos que Ancelotti le dio en el Madrid? ¿No ha habido en liga ningún momento para que Álvaro Rodríguez siguiera mostrando sus cualidades, ni con partidos resueltos a falta de media hora o más? ¿Ni siquiera cuando ha faltado el nueve titular?

El ejemplo contrario lo tenemos en el Barça. A los Ansu, Araújo, Gavi o Balde, cada cual en su momento, se suma ahora Yamal, a quien Xavi ha hecho debutar con menos de dieciséis años. Unos llegan y otros no, como en todo en la vida, pero cuando la historia reciente nos cuenta que los blaugranas llegaron a jugar en su mejor época, con Guardiola, partidos de Champions con once de la casa en su equipo titular, no cabe hablar de casualidades ni de camadas importantes. Es más bien una filosofía futbolística que se debe aplaudir, aunque la economía también cuente.

La política contraria es la de los blancos, quienes hacen gala de una cantera tan poderosa como rentable. Cada año venden o alquilan a sus mejores promesas con afán recaudatorio, bajo el pretexto de que se curtan fuera. Desde Carvajal, y también tuvo que irse primero a Alemania como Pepe el del chiste, ningún canterano ha jugado con regularidad en el Madrid. Solo Nacho o Lucas Vázquez han tenido momentos de cierto relieve. Y no vale argumentar a Casemiro, Vinicius, Valverde o Rodrygo como canteranos, y mucho menos a Militao, Camavinga o Tchouaméni porque los trajeran jóvenes, sin discutir el acierto de ficharlos.

Otra cosa es hablar de títulos conseguidos de una u otra forma, donde habría mucho que discutir si repasamos objetivamente la historia de los últimos veinte años. Y es poco discutible que con la dirección deportiva blanca actual ni Casillas ni Raúl ni la Quinta del Buitre hubieran triunfado.

Imaginación para ponerlos y el coraje de mantenerlos. Valores de Di Stéfano, Valdano y Del Bosque de un lado y Guardiola, Koeman y Xavi por otro.

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