Entrevista | Alba Gandía Jugadora del STV Roldán

"El día de mi vida que más lloré fue cuando me dijeron que no podía seguir jugando al fútbol con chicos"

Alba Gandía, una de las jugadoras más importantes de la plantilla del STV Roldán, también entrena a varios equipos del club y se encarga de las redes sociales, las ruedas de prensa los vídeos y de la ropa

Alba Gandía Gil, con su ordenador en la sede del STV Roldán.

Alba Gandía Gil, con su ordenador en la sede del STV Roldán. / Gil Fotografía

Dioni García

Dioni García

Alba Gandía Gil (Yecla, 1 de marzo de 1996) es una todoterreno en el STV Roldán. Lleva las redes sociales, trabaja en la oficina, entrena a varios equipos de base y, encima, es una de las jugadoras más importantes de la plantilla del equipo de Primera División. Su ilusión era jugar al fútbol e incluso quiso ficharla el Levante, pero se cruzó en su camino en el fútbol sala y no se arrepiente de haber toda una decisión complicada.

¿Cómo comenzaste a jugar al fútbol sala?

Empecé desde muy pequeña a jugar al fútbol en la liga local Joype de Yecla. Jugaba con mis amigos y en el colegio también participaba en la típica liga de fútbol sala. Posteriormente me llamaron del Yeclano para jugar torneos, pero cuando cumplí los 12 ya no me dejaban jugar con los chicos. Era la única chica de mi equipo y de la liga. En un torneo que jugué con el Yeclano me dieron un premio por ser la única chica. Creo que no he llorado más en mi vida, porque lo que me gustaba era el fútbol, que cuando me dijeron en infantiles que no podía seguir. Como no había equipo femenino en Yecla, probé en el Hispania al fútbol sala. No me gustaba porque el campo se me quedaba muy pequeño, pero era la única opción que tenía. Entonces me empezó a llamar la selección murciana, con la que fui dos veces campeona de España y una subcampeona, y el Roldán se fijó en mí.

¿Cuándo aterrizaste en Roldán?

En mi primer año de juvenil, cuando tenía 16 años. El club había había subido a Primera y el Preferente a Segunda. Entonces empezó a llevarme mi padre por las tardes porque no iba bien la cosa en su trabajo. Salíamos a las seis de la tarde de casa y regresábamos a las doce y pico. Estuve jugando en Segunda hasta que a final de temporada me subieron al primer equipo.

¿Con cuántos años debutaste en Primera?

Tenía 17 años porque debuté en abril.

¿Y empezó a gustarte entonces el fútbol sala?

Al principio no, pero luego ya sí le cogí el gustillo. Esta temporada había hecho las pruebas con el Levante y me cogieron. Este verano tuve que tomar la decisión entre el fútbol y el fútbol sala, y tomé una de la que nunca me he arrepentido.

Entonces tus padres fueron clave.

Siempre lo he dicho, todo esto lo he conseguido gracias a mis padres. Mi madre se quedaba sola y mi padre me llevaba a los entrenamientos. Sin ellos no estaría donde estoy. El apoyo de mi familia es el que me ha hecho llegar hasta aquí.

¿Cómo fue el cambio de Yecla a Roldán?

Hablamos con el club porque no podía seguir pegándome esos viajes y me ofrecieron irme a Roldán a vivir. Me vine aquí a vivir y aquí sigo diez años después. De hecho, estoy empadronada en Roldán.

¿Qué recuerdos tienes de la temporada en la que fuisteis campeonas de liga?

Fue una temporada increíble. La afición estaba enganchadísima y el pabellón siempre estaba a reventar. La gente estaba muy ilusionada y los partidos eran muy igualados, consiguiendo varias victorias en el último momento con la afición llevándonos en volandas. Fue una cosa increíble. Lo teníamos todo de cara y la semana anterior al partido del título no conseguimos dormir más de tres horas en toda la semana ninguna jugadora del equipo. Nuestro pabellón tiene poca capacidad y todo el mundo quería venir, por lo que me llamaban para conseguir entradas porque encima yo era la que me encargaba de eso. Llegué a no querer ni cogerlo.

Pero ahora eres chica para todo en el club, porque también entrenas a equipos de base.

Cuando me trasladé a vivir a Roldán me empezaron a decir si quería entrenar algún equipo y empecé con los pequeños sin cobrar nada. Pero le cogí el gustillo y me saqué el título de nivel 1 de entrenadora. Es muy gratificante ver ahora que hay jugadoras del filial de Segunda a las que empecé a entrenar yo. Cuando las vas viendo que mejoran, es muy gratificante.

Y también trabajas en la oficina.

Sí. Me dedico a controlar la ropa, las redes sociales, las ruedas de prensa, realizar los vídeos…

¿Algunas preguntas de la rueda de prensa se las haces al entrenador?

Algunas se las hago yo, pero de las chungas se encarga Juanito. También hago los carteles de los partidos. Como puedes ver, mi vida es el fútbol sala y el club. Es lo que me gusta.

¿Cuándo empezaste a trabajar en la oficina?

Empezó por las redes sociales. Tuve varias lesiones de larga duración, no podía jugar y empecé a llevar el twitter y a hacer carteles. Fui aprendiendo y al final he terminado llevándolo todo. La gente nos da la enhorabuena porque somos uno de los clubes que más cosas hacemos en las redes sociales.

Pues eso lleva una gran dedicación.

Sí, incluso Juan, el vicepresidente, algunas veces me pide algo de un momento, pero es que lleva mucho trabajo.

¿Y los estudios, cómo los llevas?

Mira, mi primer año en Roldán fue malísimo. Mis padres estaban lejos y yo estaba terminando Bachiller. Al final no seguí estudiando y es un fallo que he cometido, pero aún estoy a tiempo.

¿Te planteas tu vida sin el fútbol sala?

Justo esta mañana lo he hablado con una amiga y le he dicho que ahora mismo estoy en Roldán, trabajando en lo que me gusta y entrenando a las crías. Es mi trabajo, pero también es mi hobby. Hay gente que me pregunta por qué no cambio de aires, pero estoy donde me cuidan. Para mí Roldán es mi segundo hogar.

Y tu padre es uno de los aficionados que más animan en todos los partidos.

No solo mi padre, también mi madre y mi hermano. Los tres llevan siempre mi camiseta.

¿Tu hermano juega también?

Es más de la bici, no ha sido muy futbolero. Le gusta ver los partidos y no se pierde ninguno. Siempre he tenido su apoyo.

¿Y no te saturas?

La verdad es que hay algunos días en los que digo que no puedo más porque llevo varios equipos y también tengo que entrenar yo, pero al final disfruto haciendo esto y me hace feliz aunque a veces vaya saturada.

¿Qué tiempo libre tienes?

Poco tiempo libre y cuando lo tengo lo gasto con algunas compañeras de mi equipo, como Almudena, Mayte y Andrea, que somos muy amigas. Si no tenemos bastante con vernos en los entrenamientos, también quedamos fuera. Y algún fin de semana voy a Yecla porque me gusta ver a la familia.

¿Te planteas ser entrenadora cuando dentro de unos años acabe tu trayectoria como jugadora?

Me lo han preguntado varias veces y sí me gustaría, pero en las categorías base. No sé si en un futuro entrenaré a un equipo de Segunda e incluso de Primera, pero ahora mismo a mí me gusta entrenar a los más pequeños.

¿Y se puede vivir del fútbol sala siendo mujer?

Ahora mismo es complicado. Estoy viviendo de ello porque soy entrenadora y también estoy en la oficina, pero solo de jugar no se puede vivir. En pocos equipos las jugadoras pueden vivir de esto. Está difícil

Pero han mejorado las condiciones, ¿no?

Si me pongo a pensar, desde que yo empecé hasta ahora hemos cambiado un montón, pero aún queda camino por recorrer. Ahora le están dando mucho bombo al fútbol femenino y nos han dejado a nosotras un poco más ocultas. Pero por fin habrá un Mundial de fútbol sala y eso también le va a dar un empujón.

¿Y a estas alturas de tu carrera deportiva, qué expectativas tienes?

Claro que tengo. Sí que es verdad que en los años que he estado en el club han pasado muchos entrenadores y cada uno me ha enseñado una cosa. Yo siempre intento quedarme con lo mejor de cada uno. Debuté con Joaquín Peñaranda en Primera y ahora que ha vuelto él, me motiva a ser mejor jugadora todos los días. Una de las cosas que estoy trabajando es el gol, que se me está rebelando, pero el entrenador me está motivando para volver a ser una jugadora goleadora. Todos los días tienes que motivarte y buscar más objetivos. Cada año que pasa te vas consolidando como jugadora, madurando y eso se nota.

Es que con la experiencia que ya tienes, todo debe ser diferente.

Además, nosotras, como tenemos el filial, suben muchas jugadoras jóvenes e intento enseñarles por lo que yo he pasado. Al final la edad que yo tengo se nota e intento ayudarles.

¿Esa etapa en la que tuviste lesiones te generó dudas?

Lo pasé muy mal porque empezaba, me lesionaba y luego volvía. Cuando no tienes continuidad es muy difícil. Jugaba los partidos pero no me veía bien, y si tu vida gira en torno a eso, al final estás mal. El club, las compañeras y la afición, que siempre está ahí animándote, me ayudó a salir, pero la verdad es que fue una época difícil pero superas los baches.

¿Le das muchas vueltas a la cabeza a los partidos?

Más que darle vueltas, me sigo poniendo nerviosa. El año pasado me dieron un cartel porque cumplí 200 partidos en Primera División, y yo misma pensaba que no me podía poner nerviosa porque llevo un montón de partidos y estoy en la máxima competición. Sí que hay veces que tienes nerviosismo, pero cuando salto a la pista se me quita todo y lo doy todo. Algo que siempre me dice la gente es que esté como esté, siempre dejo mi cien por cien en la pista y es algo que le gusta a la gente de mí.