Ser adivino en el Real Murcia es muy fácil. Tan fácil como tirar de estadísticas y se un poco observador. El realismo también ayuda. Lleva el Real Murcia toda la temporada sin ganar dos partidos consecutivos. No es un déficit nuevo. En las últimas cuatro temporadas, apenas lo han celebrado dos triunfos seguidos en seis ocasiones. Una y otra vez, cuando aparece la ilusión al ganar, una semana después el murcianismo se da cuenta que hay poca esperanza.

Este domingo ha vuelto a ocurrir. A nadie la ha pillado por sorpresa, porque el Real Murcia es más que previsible. La victoria en Puertollano no ha sido reafirmada y no lo ha sido porque los granas han vuelto a las andadas, los granas, que recibían al Melilla, no han podido pasar del empate a cero en su estadio, ante su afición.

Otro punto insuficiente, otro punto que te permite mantenerte en la zona media de una clasificación igualadísima, pero otro punto que te resta en la verdadera lucha, en la lucha por llegar a la cabeza, en la lucha por ascender.

La vuelta a Nueva Condomina tras dos jornadas jugando a domicilio volvió a ser decepcionante. No sufrió el Real Murcia ante un Melilla malintencionado pero con poca dentadura en ataque, pero no fueron capaces los granas de poner en aprietos a un Pol Ballester que prácticamente se marchó a casa inédito.

La primera parte fue casi para olvidar. Solo las acciones a balón parado dieron un respiro a los de Mario Simón y maquillaron un poco su falta de todo, porque no hay juego, ni ideas, ni planes… No sabe el Murcia a qué atenerse dentro del terreno de juego. Y si sabe, no es la forma correcta. El toque en terreno tranquilo, sirve para Mario Simón pero para poco más. Se cansa el Real Murcia de pasarse el balón entre los centrales y los centrocapistas, y ahí acaba todo. No importa el que juegue por bandas o los extremos que coloques, y no importa porque nadie los busca.

La única esperanza es Pablo Haro. Y si la gran esperanza es Pablo Haro con eso se dice todo. No hace falta decir más, porque no hay que olvidar que Haro era el descarte del Real Murcia de Manolo Molina, Pablo Haro es el jugador al que había que despedir sí o sí, Pablo Haro es el futbolista al que se le dijo que no iba a contar ni en los amistosos. Y todo porque Pablo Haro no estaba al nivel de los fichajes realizados por el director deportivo para un Real Murcia ambicioso, ascensor. Pero catorce jornadas después, Haro es la única esperanza. Haro, sin hacer nada diferente a lo que se le exige a un extremo, ha pasado volando a Juan Fernández y Fran García.

Pero para que Haro entre en juego falta verticalidad. Porque el Real Murcia sigue a los suyo, condenándose a la horizontalidad. Y así, los primeros cuarenta y cinco minutos ante el Melilla pasaron sin que ocurriera nada sobre el terreno de juego. Los únicos acercamientos llegaron en acciones a balón parado. Las faltas realizadas por los visitantes en las cercanías del área, daban balas a los murcianistas, balas que fueron desperdiciadas una tras otra. Solo un remate de Alberto González se marchó muy cerca del palo.

Más ambicioso era el Melilla. Romero e Iker a la media hora inquietaron a Serna, pero a los de Manolo Herrero les faltaba más mordiente en los últimos metros. Hacían bien la presión, llegaban fácil al área rival, pero ahí acababa el peligro.

Con tímidos acercamientos por uno y otro lado se llegó al descanso. Cuando el árbitro pitó el final de la primera parte fue un respiro. Y fue un respiro porque el partido estaba siendo gris. Muchas pérdidas más por errores propios que por presión del contrario, pocas jugadas trenzadas, menos ocasiones de gol. El tanto pudo llegar en el lado grana en una contra. Javi Saura envió un balón que dejaba a Haro solo ante Ballester, pero al extremo murcianista se le hizo tarde y falló en el remate.

La segunda parte empezó un no remate de Fran García. No aprovechó el atacante una buena acción de Pablo Haro. Se le adelantó un defensa para alejar el peligro. A la vez que Mario Simón movía el banquillo, dando entrada a Juan Fernández y a Dani García por Fran García y Javi Saura, el Murcia dio un paso al frente con Ganet más liberado en el centro. Aprovechó el guineano los espacios en el medio, pero ante la imposibilidad de encontrar compañeros, se veía obligado a probar desde lejos. Estuvo cerca de encontrar premio, pero Ballester estuvo atento para evitar la sorpresa.

Fue un visto y no visto, porque el Real Murcia volvió a dejarse llevar, volvió a desaparecer en ataque. Le dio el balón al Melilla, le siguió permitiendo que se sintiera cómodo en el terreno de juego. Aceptaron el trato los visitantes, y al final el 0-0 no se movió del marcador. Un punto que deja al Real Murcia otra vez fuera de los puestos de play off, y ya van bastantes jornadas. Un 0-0 que vuelve a dejar en entredicho a Mario Simón, a los jugadores y a Manolo Molina.