Albert Einstein se popularizó por su aportación a la ciencia de la Teoría de la relatividad. Sin embargo, como pensador, es tan profundo o más y menos conocido. Deberíamos leerlo para entendernos mejor.

Afirmó el científico alemán que «en los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento». Se puede aplicar esto al fenómeno Simeone en el Atlético y el más reciente de Xavi en el Barça, con Ancelotti de fondo: «el entrenador listo es quien se adapta mejor a sus futbolistas».

A Simeone le critican por jugar supuestamente contra su idea del fútbol, entendiendo que el auténtico fue el que dirigió al Atleti de los Godín, Gabi, Tiago o el más rocoso Diego Costa, recordándolo a él mismo como jugador recio y al límite siempre del reglamento, y no quien trata de optimizar la calidad del excelente plantel del que dispone, cambiando percal por seda.

Simeone está haciendo lo que debe, a riesgo de que le levanten partidos que antes no se le escapaban ni con alas. Por ciertos que sean sus éxitos anteriores, también ganó la Liga pasada. Y lo hizo jugando mejor o más lucido que en sus años de plomo. La idea es la misma, coincidiendo con Ancelotti en sacar el máximo provecho de sus futbolistas.

Einstein, irónico, también decía que hay dos cosas que son infinitas, el universo y la estupidez humana, pero que de la primera no estaba muy seguro. Esto se puede aplicar a quienes se empeñan en permanecer inmutables ante los cambios de su entorno. Y Simeone, poco estúpido, es consciente de que los atléticos, con sus dirigentes a la cabeza, ansiaban un salto cualitativo para equipararse a los grandes de Europa y salir del plano segundón al que quieren seguir anclándolo los resultadistas de la crítica oportunista y facilona. Durará más o menos, pero el argentino ha cambiado al Atlético para siempre.

Xavi pertenece a la escuela futbolera de la imaginación y la fantasía. Eso que algunos llaman la excelencia futbolística desde Cruyff, implantada en la Masía y cuyo máximo exponente sería Guardiola. No obstante, y aun reconociendo coincidencias, creo que el técnico culé bebe todavía más hondo. El fútbol espectáculo no se inventó en Barcelona ni es un fenómeno mundial tan joven. Por poner dos ejemplos, quienes recordamos el Brasil de Pelé de 1970 en Méjico o el Madrid de Di Stéfano, admiramos el juego tan extraordinario como sencillo de pocos toques, paredes continuas, desborde, pierna dura, inteligencia, balones largos, velocidad y calidad individual de futbolistas que aunaban la especialidad decisiva de unos con la cualidad de todoterrenos de otros y las cabezas siempre levantadas de los mejores. Y eso mismo podría destacarse del Ajax o la propia Holanda de Cruyff o del Milán de Sacci que recordábamos.

A poco que le dejen, y si los resultados acompañan, que son al fútbol lo que respirar al ser humano, Xavi puede cuajar una época brillante en el Barça. Ahora dicen algunos que tiene flor, como antes dijeron de Zidane y su Madrid triunfal de las tres Champions seguidas, pero la realidad es que sin triunfos todo es anecdótico en el fútbol.

Sin la uña de Villa, Del Bosque no habría ganado un Mundial ni Luis su Europeo sin Torres. Como dijimos, el famoso tiquitaca solo hubiera sido un intento evanescente de revolucionar el fútbol.

Aburren tantos opinadores pontificando sobre sistemas, estilos, tácticas, estrategias y demás zarandajas para explicar victorias o derrotas. Si convenimos que esa pseudociencia tiene su origen a veces en que un balón, por centímetros, de en un poste en lugar de ir adentro, o que un árbitro esté más o menos acertado, recordemos también al físico alemán, luego suizo y austriaco para acabar en estadounidense, cuando decía que cada vez sabemos más, pero entendemos menos.

La suerte juega, Simeone trata de reinventar al Atlético, Xavi de imponer su visión futbolera, Ancelotti abona el césped con sus mejores y los tontisabios de turno quieren emular a Einstein.

Aparte, florecen los gilipollescos hat-trick, en lugar del hermoso triplete español, o las jugadas llamadas borreguilmente de estrategia; ensayadas, en el mejor de los casos, o goles de rebote, muchas veces. Reiteramos que, en cualquier tratado al respecto, las estrategias son a largo plazo e incluyen acciones tácticas, que siempre son a corto; al revés de como enseñan las escuelas de entrenadores. Ya lo decía aquel sabio, la estupidez humana no conoce límites.

Ave María Purísima.