Eugenia Llamusí García (San Isidro, Alicante; 15 de julio de 1996) es una alicantina de sangre cartagenera que este año ha ganado la Copa de España de Subidas de Montaña en su primer año en competición. Hija de un conocido piloto de la Escudería Carthago, trabaja en la empresa que regenta su padre de compra-venta de palés. En un par de temporadas tiene previsto dar el salto a los rallys.

Es fácil adivinar siendo su padre piloto, de dónde le viene la afición.

Estoy vinculada al automovilismo desde la cuna. Desde bien pequeñita me cogían en el coche en la silleta e iba de una carrera a otra.

¿Cuándo empezó a competir?

Este mismo año habré hecho unas ocho pruebas y nunca antes había hecho nada con un coche de carreras.

¿Y por qué dio el paso?

Porque mi padre compró un coche para alquilarlo y también para yo poder disfrutar y meterme en este mundo, la montaña, aunque en un futuro puede que hagamos algo de rallys, pero vamos a ir poco a poco.

Para ser su primer año no se le ha dado mal, porque ha sido campeona de España.

Bueno, ha sido de chiripa porque yo solo iba a hacer los regionales de Murcia y Valencia, pero en Bolulla, que fue la primera carrera que hice, se acercó un chico de la Federación y me estuvo comentando que si hacía tres carreras puntuaba. Entonces mi padre dijo que no era mala idea porque podía conseguir un título nacional en mi primer año. Y así hicimos, Bolulla, Totana, donde no pude acabar el domingo y también el sábado me dio el coche unos pequeños problemas, y eso hizo que me fuera a Ibiza para poder quedarme con tres pruebas. La última fue en Ibi, en Alicante. Pero mi intención era el Regional de Murcia, sobre todo porque me pillan más cerca las pruebas de aquí que de la Comunidad Valenciana, y también por el roce y el cariño que hay.

¿Antes fue copiloto de su padre?

Nada, cero, he empezado de cero. Ha sido toma el coche, tomas las llaves y haz kilómetros.

¿Cómo se ha sentido?

La primera que hice fue en Mazarrón, donde iba como un flan, temblando y a día de hoy hasta que no hago una subida, no me relajo, pero terminé y dije ‘joder, tengo más ganas’. Me quedé con más ganas pese a que me puse muy nerviosa. Tampoco sabía cómo el coche iba a reaccionar porque lo probé en un circuito, pero es totalmente diferente que te suban en un coche en montaña tú sola y hacerlo.

¿Recuerda la primera vez que cambió una rueda a un coche?

Sí, cuando empezó mi padre después de diez años parado, cuando se compró el Tango y empecé a meterme más de lleno y a cambiar alguna rueda, a ayudar a los mecánicos… Empecé a meterme más en este mundo, porque mis padres me llevaban, me gustaba verlos, pero cuando coges una cierta edad, te metes más en ello. Pero de eso hace cuatro o cinco años.

¿Le ha costado mucho meterse en este mundo por ser mujer?

No, Sí que es verdad que la igualdad es para todos. En esta zona, prácticamente no he coincidido con ninguna mujer, pero en Ibiza sí que había varias. Pero el trato, igual que si fuera hombre, te tratan como una más, no hay discriminación.

Pero es un deporte con solo hombres.

Es cierto que a mí al principio se me hacía raro y pensaba dónde voy yo sola con tanto hombre que no conozco. Pero me acogieron como una más, sin conocerme me brindaron lo que tienen y lo que no tienen, y la verdad es que se agradece.

¿Y piensa en continuar?

Por supuesto. Tengo en mente hacer el año que viene el Nacional completo de Montaña. De momento, durante los próximos dos años solo haré montaña y en un futuro me meteré en los rallys.

¿Qué cualidades hay que tener para conducir un coche de competición?

Por lo que me han inculcado, es importante la memoria, saberte una prueba de principio a final, y también las trazadas, que no es solo subir el coche para arriba, sino que tienes que saber de memoria todo para no equivocarte en una curva. Por eso es buena la memoria, para no equivocarte en un curva y hacer bien las trazadas.

¿A qué se dedica?

Ahora mismo estoy trabajando de con mi padre en la compra-venta de palés.

¿Y en qué se parece esto al automovilismo?

No se parece en nada, lo más semejante es una carretilla.

¿Y qué le dice su entorno de esa afición suya?

Mi madre, al principio, cuando se lo comenté, no se lo creía, decía que estaba loca, que dónde iba yo. Y cuando empecé a comprar el casco y fueron entrando cosas en casa, me preguntó que si era verdad. Y mis conocidos y amigos, que estoy como una cabra, que si no me da miedo, y mi pareja ha corrido en karts y lo tiene en la sangre. De hecho, el gusanillo se lo estoy espabilando otra vez, pero el resto solo me dice que estoy muy loca, me preguntan qué es lo que me gusta de la velocidad, pero todo el mundo me apoya.

¿Pero qué experimenta con la velocidad?

Adrenalina pura y dura, pero también un poco de respeto. Cuando vas muy segura del coche y conoces la prueba, sientes que estás disfrutando, pero al mismo tiempo supone un descanso. Dentro de todo esto hay respeto a la velocidad.

¿Hay que estar muy cuerdo para correr en coche?

Si te gusta, yo creo no. La gente dice que estoy muy loca, pero hago lo que realmente me gusta y vivo.

¿A qué edad se sacó el carnet de conducir?

Estuve esperando a los 18 para poder sacármelo.

¿Cuál fue su primer coche?

Un Audi A3 que a día de hoy echo de menos.

¿Por qué lo echa de menos?

Porque es tu primer coche, con el color que te gusta, el modelo que te gusta, y deshacerte de él es difícil.

Vamos, como el primer amor.

Correcto, como el primer amor. Me costó un poquito, pero después, cuando lo piensas en frío, te das cuenta que no merece la pena mantener un coche al que le estás metiendo mucho dinero.

¿Cuánto le cuesta tener un coche preparado, porque debe ser muy caro?

Un dinero te lleva, pero tengo el apoyo de mi padre, que gracias a él puedo permitírmelo. También llevo un coche que si no se rompe nada, los arreglos son prácticamente nada. Mi asistencia en una competición es la gasolina, los neumáticos y revisar un poco por encima, cosa que no pasa con el coche de mi padre, que lleva más preparación y cambios de material. Dentro de todo, mi coche no es que sea muy caro de mantener.

Lo más costoso entonces son los desplazamientos.

Claro, si te pilla cerca de casa no, pero si es por ahí, hay que añadirle las comidas y el hotel, pero si no se te rompe nada, el mantenimiento no es muy costoso.

¿Los circuitos no le gustan?

Es que como siempre me han inculcado la montaña y el rally. En circuitos he estado un par de veces en karts y en alguna una competición, pero no me llama por lo que he vivido en mi vida. Por ejemplo, ir a ver carreras sí, pero correr no.

Al margen de con su padre, ¿con qué piloto se aficionó?

Mi ejemplo a seguir y mi maestro es mi padre, no tengo ningún otro que me llame la atención. Él lleva desde los 22 años encima de un coche. Siempre me está corrigiendo y dando indicaciones, y ya sabes que la confianza a veces da un poquito de asco.

¿Es muy exigente?

Sí, mucho, más que nada porque quiere que aprenda y lo haga bien. Dentro de esa exigencia, lo entiendo, pero no presiona nunca.

Hay padres que por ser muy exigentes cansan hasta a los hijos.

No, en este caso no es así. Cuando llego a una carrera y me pregunta si he disfrutado y cómo me ha ido, se queda con eso. Al mismo tiempo voy mejorando tiempos.

¿Cómo es en la carretera, le pisa?

Tengo que reconocer que, con el coche fuera de los circuitos, le piso. El pie me pesa un poco más de la cuenta y tengo que decirme ‘Eugenia, suelta un poco el acelerador’, aunque siempre con cabeza.

¿Le han puesto muchas multas?

Por velocidad creo que ninguna, pero por mal aparcamiento sí.

¿Hay cada día más mujeres que se animan a competir en coche?

Sí que hay gente, lo que pasa es que estamos una en cada punta de España. Conozco gente en Ibiza, Cantabria y en Murcia hay otra chica, Lidia, que este año no se ha animado a hacerlo. Hay más copilotos en los rallys. Si hay más, te sientes mejor, más competitividad porque sabes que hay más chicas.