Al Mar Menor se le escapó en el último suspiro el puntuar en uno de los campos más difíciles de la Segunda RFEF. Los de Javi Motos lucharon hasta el final, pero un postrero gol de Elliot en el minuto 88, dejaron a los sanjaviereños con la miel en los labios.

El Hércules se sobrepuso con el fútbol justo, se centró, se zafó de su fatalismo proverbial y remontó otro partido, el segundo en una semana, el segundo en tres jornadas, el primero del curso en casa. 

Los alicantinos empezaron a ganar su partido desde el banquillo. Ganaron con el impulso de los recambios y Mario Ortiz y Elliot Gómez desatascaron una sorpresa por parte de los de Javi Motos. Ganar con el impulso de los recambios es síntoma de buena salud, de objetivos al alcance. Y también de saber lo que se hace incluso cuando los guiones se retuercen hasta el grito. Mario Ortiz y Elliot Gómez desatascaron al equipo, ofuscado atacando contra diez. El mediocentro introdujo la pausa, el orden, la creación de espacios, y el tinerfeño lo demás, la clase, la velocidad, el regate y lo más bello, el golpeo. Lo había intentado antes, pero fue a dos minutos de la conclusión, cuando el Mar Menor ya notaba el resoplido de la derrota en el flequillo. 

Intentó aguantar ese empate hasta el final el equipo murciano pero finalmente no fue posible, ya que el Hércules se tiró en tromba a por el gol hasta que se encontraron con el premio.