Todo parecía apuntar al comienzo soñado en la Primera RFEF.

Una Condomina con bastante público en un partido oficial bastante tiempo después, un Moyita que desataba por banda los aplausos de la grada con sus diabluras, un Nuha que caía a ambos costados, trabajaba y generaba ocasiones, un doble pivote sólido y una defensa que alejaba de su portería al cuadro catalán sin apenas apuros.

El control era total, la media hora de encuentro lucía en el marcador del BeSoccer y el UCAM acumulaba llegadas y dejaba una sensación de equipo grande en sus primeros minutos en la Primera RFEF, como demostraba poco después el golazo de falta de Alberto Fernández para hacer el tanto local.

Sin embargo, el final del cuento no sería el esperado para el cuadro de Salmerón. El 1-0 era peligroso y en La Condomina la afición lo sabía, se escuchaba un ‘run run’ constante en cada intento de contra del Costa Brava, que no solía llegar a buen puerto, pero creaba incertidumbre en el ambiente.

La segunda parte parecía indicar que el UCAM cambiaría el guión que en antaño le costó puntos y partidos por no saber gestionar los minutos finales y no cerrar los partidos, pues Nuha tenía al salir del túnel de vestuarios una de las pocas ocasiones claras de las que dispondrían los universitarios en el segundo tiempo.

Pese a ello, esta llegada no sería más que un espejismo de lo que se venía en la última media hora de encuentro. El Costa Brava no inquietaba la meta de Unai pero recuperaba la posesión, el UCAM se echaba atrás y parecía conformarse con ese 1-0 que en tantas ocasiones acabó siendo definitivo. Daba la sensación desde el campo de que no pasaría nada, que el UCAM ganaría y quedaría el pensamiento de que pudo haber empatado en cualquier jugada aislada, algo que desgraciadamente para sus intereses, acabaría sucediendo.

El combinado catalán sólo inquietaba con algún centro, algún balón largo y sobre todo con el balón parado. Un córner estrellado en la madera hacía saltar las alarmas en el banquillo murciano, Salmerón metía un centrocampista más para recuperar una posesión que no conseguiría y a falta de ocho minutos veía como se le escapaban dos puntos que pueden ser vitales en una liga tan igualada y con tanto nivel además enfrentándose contra a priori uno de los rivales menos duros del grupo.

Tras esto, doble cambio, las trompetas a sonar y el UCAM Murcia a tumba abierta a por el segundo con el apoyo de una afición que veía de nuevo aparecer los fantasmas del pasado sobre el verde pero que confiaba en que podía llegar el tanto de los tres puntos. Y apunto estuvo de llegar. pues en apenas diez minutos con el añadido tuvo el cuadro de José María Salmerón el control total y hasta un par de ocasiones para adelantarse.

La cuestión es porqué el UCAM no continua apretando cuando lleva el marcador de cara, y sobre todo, cuántos puntos le costará este conformismo en su futuro en la Primera RFEF.