ElPozo ha dicho adiós a un nuevo título, esta vez el de la Copa del Rey (5-3). Su verdugo fue un Inter que no se asustó cuando los de Giustozzi se adelantaron en el primer minuto y que tuvo la suficiente fuerza como para remontar poniendo una renta de tres goles que ya fue insalvable para la escuadra murciana. Y eso que el cuadro de la capital del Segura jugó con portero jugador restando trece minutos para la conclusión y muy cerca estuvo de lograr el empate tras ponerse a un gol de su rival en unos últimos instantes en los que, cuando estaban con todo para lograrlo, encajaron un tanto de Pola desde su campo que certificó la marcha de un nuevo entorchado.

Hay estudiantes que se pasan el año a trompicones, suspendiendo o aprobando con lo justo y gracias a algún tipo de intervención divina, y que cuando se lo juegan todo a una carta, en el examen final, lo clavan. Como si estuvieran destinados a ello. Como si el resto del curso hubiera sido un dejarse llevar para clavarlo cuando llega la hora de la verdad. Pues bien, a ElPozo parece sucederle justo lo contrario. El conjunto murciano es de esos que van con nota a lo largo del año y, en el momento en el que hay que destacar, le fallan las fuerzas o la concentración. Que para perder una final hay que jugarla, está claro, pero también hay que ganar alguna. No hablamos del pleno de triunfos, lo que tampoco es de recibo es el pleno de derrotas. Se asienta sobre el imaginario colectivo, cada vez con mayor fuerza, la idea de que todo va bien pero al final pasa lo de siempre. Y es difícil llevar la contraria a esta corriente de pensamiento cuando los hechos no refrendan el argumento. Es como si ElPozo hubiera desarrollado una especie de vértigo al triunfo.

Se pudo ver cuando, antes de cumplirse el primer minuto del encuentro, Rafa Santos adelantó al conjunto de la capital del Segura. Fue un inicio arrollador, lleno de fuerza y verticalidad y con una virulencia ofensiva que hacía tiempo que no se veía. ElPozo se gustaba y empleó todas sus fuerzas, toda la rabia y todo el carácter para, por fin, dar un golpe sobre la mesa y regresar a tierras murcianas con la corona. Volver a abrir las vitrinas para colocar un trofeo y no una bandeja de plata, que ya eran unas cuantas.

ElPozo lo intentó porque se lo debía a los aficionados, a sí mismo y porque, en el fondo, también parece que al equipo se lo debía alguien. Sea de arriba, el karma, la diosa fortuna o algún ente que no alcemos a comprender. Como si el destino tuviera, por fuerza, que hacer justicia. Pero la cosa no funciona así. El Inter, que no se descompuso tras ese primer golpe y aguantó el vendaval que generó el equipo de Giustozzi sobre la pista del Pavelló Nou, supo adaptar con inteligencia el encuentro a sus intereses y, en plena exposición de ataque murciano, frenó en seco a su rival cuando Fer Drasler, ex de ElPozo y uno de los protagonistas de la final, filtró un pase para que Raya hiciera el empate.

El revés para la escuadra murciana fue duro. Se habían mostrado mejores y su rival, que los aguantaba como podía, había sacador el máximo rédito en una transición que dejó en ropa interior al equipo de la elástica del jamón. Tras la igualada, hubo unos minutos de jet lag y de adaptación a la nueva situación que el Inter asimiló con rapidez para voltear el luminoso cuando Fe Drasler se deshizo de Fernando en la banda derecha y cruzó el balón al palo largo en la salida de Juanjo. El mando de la final cambiada de bando y, mientras el equipo murciano trató de volver a equilibrarlo, los de Tino Pérez estuvieron más listos y dieron un nuevo golpe cuando marcó Cecilio tras un saque de banda en el que el balón pasó frente a todo el equipo de ElPozo sin que la tocara nadie hasta llegar al jugador del Inter quien, solo en el segundo palo, no perdonó. 3-1 y un nuevo título que se alejaba.

Antes del final del primer tiempo, tres buenas acciones de Fernando que detuvo Jesús Herrero y un lanzamiento lejano de Marcel que se estrelló en la cruceta fueron poco consuelo para ElPozo, que veía empequeñecerse la sombra del trofeo al estar cada vez más alejado del mismo.

El segundo acto aguardaba la salida loca y furiosa de ElPozo para recortar distancias y lo que ofreció fue al Inter casi certificando su victoria. Un tiro al palo de Borja fue el trailer del cuarto gol del conjunto madrileño, obra de otro ex de ElPozo como Pito, quien aprovechó un error en la salida de balón de la escuadra murciana para establecer una distancia ya casi insalvable por lo que se veía sobre la pista.

Se entró entonces en una fase de intercambio de golpes en la que estaba mejor el conjunto de José María García cuando Giustozzi, ya casi sin opciones, puso a Daría Gil de portero jugador cuando restaban trece minutos para la conclusión. El ataque en superioridad de ElPozo no fue muy dinámico al principio, iban algo más lento de lo que se requería también por la buena defensa que tenían delante. Tanto costó acechar con peligro la meta de su rival que no fue hasta ocho minutos después, en el 35, cuando Pol Pacheco logró reducir distancias y, acto seguido, como si se hubiera destapado el tarro de la pólvora, Paradynski puso el 4-3 a cuatro minutos del final. Hubo un asedio con cierta medida por parte de conjunto murciano que casi acaba en empate de no ser por las impresionantes actuaciones de Jesús Herrero y, cuando se afrontaba el penúltimo ataque, restando treinta segundos para la conclusión, Pola recuperó un balón y marcó con un lanzamiento desde su campo sentenciando la final (5-3). Fue, nuevamente, un nadar para morir en la orilla, un tratar de arreglar en el compás final una melodía que, aunque en sus primeras notas apuntaba a ser una obra maestra, había ido chirriando en su desarrollo. Y es así como ElPozo, que arrancó siendo mejor y se puso al mando casi a la par del pitido inicial, se fue deshinchando por culpa del buen hacer del rival y quizás también por el peso de sus propios fantasmas para decir adiós a un título que parece que no llega.