Pocos o nadie han llegado a saber las intenciones del presidente del Lorca FC, Roberto Torres, desde que hace dos temporadas y media, esta es la tercera, compró la entidad lorquina por un euro al anterior dueño, el chino Xu Genbao, cuando estuvo a punto de desaparecer tras descender dos categorías en una semana.

Desde entonces han sido numerosos los vaivenes que ha dado el club que preside, siempre en Tercera División. Ahora que está a punto de que el Lorca FC salga del concurso de acreedores donde entró de forma voluntaria, Torres ha dinamitado una temporada que se antojaba ilusionante para sus aficionados.

A muchos extrañaba que Roberto Torres solo haya venido una sola vez a Lorca desde el pasado mes de febrero. A todos, que su sobrino Rober Torres, nombrado gerente, tampoco aparezca por la Ciudad del Sol.

Torres delegó la gestión de su propio club en Sergio Segura, que ha pasado de ser miembro activo de la Peña Piratas del Artés, a coordinador del Lorca FC, mientras que la gestión deportiva es cosa del ex tuitero Juampe López.

Tras confeccionar un equipo de jugadores contrastados y casi todos de la Región de Murcia, el pasado lunes Torres se reunió con el plantel por videoconferencia y les dijo que no podía pagarles los contratos que tienen firmados. Es más, les dijo que desconocía el montante de esos contratos. Algo que contradice al propio presidente, ya que la nómina de septiembre la abonó completa en tiempo y forma. Esto, además de poner al pie de los caballos al propio coordinador, quien también reunió a los jugadores para demostrarles con documentación y Whatsapp, que Torres ha estado siempre al tanto de los contratos y gastos corrientes del Lorca FC. El pasado mes de octubre, cuando Torres estuvo en Lorca, ofreció una rueda de prensa en la que habló del nuevo proyecto a cuatro años, que el objetivo era ascender a Segunda B y que el presupuesto de esta temporada, que asciende a unos 200.000 euros, estaba garantizado.

Nadie entiende el cambio de timón de Roberto Torres y sus pretensiones. A todo esto, el entrenador, Víctor Dus, fue cesado. El club había llegado a un acuerdo con el aguileño Juanjo Asensio, quien se tenía que haber hecho cargo del equipo el pasado lunes, pero todo se ha paralizado. El vestuario es un polvorín y los jugadores se han comprometido a entrenar esta semana y jugar el domingo ante el Mazarrón, pero después nadie sabe lo que va a ocurrir. Mientras tanto, hay hasta seis jugadores que han manifestado su intención de marcharse. La mayoría lo querían hacer esta misma semana, pero el que hace las veces de segundo entrenador, Adrián Campoy, los ha frenado. Ha dirigido los entrenamientos y será quien ponga en liza el once que se enfrente al Mazarrón este domingo a las cinco de la tarde en el estadio Artés Carrasco.