El objetivo era superar al Marbella y acabar líderes, pero no en la jornada 28, sino en la 38. Y el objetivo era jugarse el ascenso en una eliminatoria a doble partido; y no en una eliminatoria a partido único. Pero las circunstancias cambiaron, y el ascenso que no había llegado en los últimos años se consumó en la que para siempre será recordada como la temporada del coronavirus.

La Liga en Primera y en Segunda División se retomó tres meses más tarde, respetando el calendario inicial. Pero en Segunda B y Tercera la única solución viable era un play off a partido único tomando la clasificación tal y como había quedado antes del parón. Y ahí la suerte jugó a favor del FC Cartagena, porque justo en la última jornada alcanzó el liderato ganando al Córdoba (0-2) y superando al Marbella, que había empatado contra el Recreativo de Huelva (0-0).

La temporada, para el FC Cartagena, ya era rara de por sí, antes de que todo saltara por los aires. Empezaban el curso dándole otra oportunidad a Gustavo Munúa, que fue de menos a más durante la temporada anterior, para luego ir de más a menos. Pero el equipo dejó buenas sensaciones, y al uruguayo le dejaron trabajar otro año.

A diferencia del año anterior, en la que el 'shock' de Majadahonda estaba aún muy reciente, el equipo pudo prepararse bien durante la pretemporada, cuadrar una plantilla más segura en defensa y con más alternativas para no caer en la irregularidad del año anterior. Lo cierto es que todo pintaba de maravilla.

Y cuando mejor pintaba la temporada para el FC Cartagena, se volvió a tambalear. Munúa se marchó con un adiós repentino, porque no pudo rechazar la llamada de su club de toda la vida, Nacional de Montevideo. El Cartagena le dejó marchar y tuvo que reinventarse de la mano de un técnico joven, de 35 años, que la temporada pasada había devuelto al Mirandés al fútbol profesional, y que estaba libre tras una corta experiencia. Llegó con la idea de mantener el bloque, porque lo que funciona no hay que tocarlo. Y, con algunas pinceladas, el equipo alcanzó el objetivo.

Algunos veteranos perdieron peso en el equipo (Santi Jara, Elady, Caballero...) para que lo ganaran otros con mejor porvenir (William, Carrasquilla, Berto Cayarga, Álex Martín). Y después de tres meses de parón, Borja consiguió poner el equipo a tono para que compitiera en el momento de la verdad: a partido único, y sin querer pensar en la segunda oportunidad. Había que conseguirlo a la primera. Y en los penaltis se consiguió.