Mantener la jugabilidad de los seis campos de GNK Golf constituye todo un reto para cualquier profesional. Más de 60 trabajadores entre greenkeepers, técnicos de riego, técnicos de tratamientos y mecánicos, comienzan su jornada laboral diariamente al mando de la murciana Belén Mosquera Ayuso, Head Greenkeeper del grupo que mima cada uno de los terrenos manteniendo el nivel de exigencia requerido por los jugadores. Mar Menor Golf, Saurines Golf, La Torre Golf, El Valle Golf, Hacienda Riquelme Golf y Alhama Signature son para Mosquera «seres vivos» a los que cuidar.

El final de sus estudios como Ingeniero Técnico Agrícola coincidió con el auge del golf en la Región y comenzó a sentir curiosidad por este mundo. Buscó información sobre un programa de formación en los campos del grupo, y por aquel entonces solo existían los nueve primeros hoyos de Mar Menor y el resto estaban en construcción. Directamente le pidieron el currículum, le hicieron una entrevista y la contrataron, comenzando entonces su primera época en los entonces campos de Polaris. Tras un breve paréntesis trabajando en Ochando Golf, regresó a sus orígenes y comenzó como asistente consiguiendo con el tiempo llegar a ser geernkeeper y, por fin, y desde hace cerca de dos años, alcanzó el puesto de responsabilidad más alto gerencialmente.

En su día a día coordina el trabajo de los greenkeeper de cada campo y gestiona los presupuestos para hacerlos rentables, enfrentándose a uno de los problemas que más preocupa en nuestra Región, el agua. Cada uno de los campos puede consumir en verano hasta 2.000 metros cúbicos diarios, teniendo en cuenta que debe planificar el trabajo en función de la meteorología, intentando regar lo menos posible. Los veranos se convierten en auténticos encajes de bolillos, regando por zonas en función de las demandas del campo: «Usamos agua depurada o desalada y esta última con restricciones. Las variedades de hierba van evolucionando para adaptarse al agua de peor calidad», explica Mosquera.

En esta aventura de mantener el campo en perfectas condiciones supeditado al problema del agua provoca que se utilice un tipo de hierba diferente en función de la zona del campo. En las calles predomina la Bermuda, que en invierno queda en estado latente, mientras que en los greenes y los tees de salida, al ser zonas más castigadas, se utilizan otras como Poa, Agrostis o Ryegraas: «La mezcla de los distintos tipos de hierba es mucha veces la solución al problema. Últimamente estamos utilizando Paspalum, ya que se puede regar con agua salada y de mala calidad. La innovación es fundamental en mi trabajo», dice.

Cada campo tiene sus secretos y Mosquera conoce sus debilidades. El programa de mantenimiento es el mismo para todos, aunque cada uno es un mundo. Como ejemplo, La Torre, con sus numerosos bunkers o la fauna de Hacienda Riquelme abanderada por el cisne Carlos, bautizado así en honor al greenkeeper del campo. «Trabajo con un ser vivo, lo que hace mi trabajo apasionante e impredecible a la vez, sujeto a plagas, enfermedades, lluvia, frío o calor. Aún recuerdo cuando nevó hace dos años, nunca creí que vería algo parecido en nuestros campos», termina diciendo.